La batalla contra el plástico: ¿hasta qué punto es posible eliminarlos todos?
Impulsado por la contaminación de plástico en los océanos y playas, el mundo comienza a girar hacia la prohibición de plásticos desechables de un solo uso -principalmente cubiertos, platos, vasos y bombillas- así como a un incremento en la reciclabilidad, retornabilidad y un rediseño de los productos. Un giro que comienza a tener su correlato en Chile de la mano del Ministerio del Medio Ambiente y de ordenanzas municipales que se preparan en Santiago y Providencia. ¿El problema? La propuesta de esta última de incluir entre estos productos a las botellas PET podría generar problemas mayores, dicen los expertos.
Periodista
El inicio de la industria del plástico se remonta a 1909 con la creación del primer polímero sintético, la baquelita. Desde entonces, su uso se masificó a tal nivel que hoy está presente prácticamente en todo lo que compramos, principalmente por sus características únicas: es estable, durable, inocuo, no se rompe y es barato. Pero esas mismas características lo transformaron en un problema global, porque no se degrada y termina acumulándose en el medio ambiente. A tal punto, que cada año 8 millones de toneladas de plástico terminan en el mar, y los costos derivados de impacto ambiental de sus residuos -y de las emisiones de gases de efecto invernadero para producirlo- se calculan en US$ 40 mil millones.
Esto ha llevado a una campaña global para la eliminación de plásticos de corta vida, de un solo uso e imposibles de reciclar. En diciembre pasado, el Parlamento Europeo acordó la prohibición en toda la Unión Europea de artículos plásticos como platos, cubiertos, bombillas y bastoncillos de algodón a partir del año 2021, así como al recolección de un 90% de las botellas de plástico para el año 2029, y de un 25% de incorporación de material reciclado en las botellas de plástico para el año 2025.
Esto de la mano de la fuerza que ha tomado en el último año la economía circular, pero también de la Nueva Economía de los Plásticos impulsada por la Fundación Ellen MacArthur y el Foro Económico Mundial. En su propuesta de “acción catalizadora”, la Nueva Economía del Plástico propone tres estrategias: realizar un rediseño e innovación fundamental en el 30% de los plásticos de un solo uso que en la práctica son imposibles de reciclar, y reusar y reciclar el 70% del plástico restante.
Es en el primer tercio donde está, efectivamente, el problema. Allí se encuentran, por ejemplo, los embalajes de pequeño formato menores a 7 cm. Como los envoltorios de dulce, por ejemplo, o las bombillas, que son imposibles de recuperar.
Luego está los envases de múltiples materiales -no se reciclan- y aquellos de materiales poco comunes como los vasos, envases de comidas preparadas o cubiertos hechos, por ejemplo, de PVC, que deben ser reemplazados por otros materiales. Y finalmente, los vasos, envases y envoltorios contaminados con residuos orgánicos -comida-, imposibles de reciclar.
Parte de ese mensaje lo transmitió en su última visita a Chile Andrew Morlet, CEO de la Fundación Ellen MacArthur: “Al menos el 30% del plástico que producimos debe ser fundamentalmente rediseñado, y necesitamos eliminar muchos de los plásticos innecesarios, plásticos que son usados para empaques innecesarios. Pero también hay una gran oportunidad para innovar y reusar los plásticos. Creemos que el 20% del total del empaque podría ser rediseñado por modelos reutilizables”.
“Nos ha costado acostumbrarnos a no usar bolsas plásticas en los supermercados. Pero igual lo hicimos, en seis meses. Así, tenemos que ir de a poco eliminando el plástico. Yo he estado revisando legislación comparada para ver cómo funciona esto en otros países más desarrollados, y siempre ha sido de una forma paulatina, no puede ser radical”
Iniciativas en Chile
Este es el tipo de productos y envases que se está buscando prohibir también en Chile. Una iniciativa que surgió en primer término desde el Ministerio del Medio Ambiente y su campaña ciudadana #chaobombillas, lanzada en agosto de año pasado, tuvo uno de sus principales hitos la semana pasada cuando adhirió a esta propuesta el gremio de centros comerciales, con mas mil locales de comida rápida en sus más de 155 establecimientos en todo Chile.
A esto se han sumado en los últimos días la intención de los municipios de Santiago y Providencia de establecer en el corto plazo ordenanzas que prohíban este tipo de plásticos. En ambas comunas se sancionaría su incumplimiento con multas que van desde 1 UTM a 5 UTM (entre $48.353 y $241.765)
En el primer caso, nace de una propuesta de la concejala Natalia Contreras y busca prohibir el uso de productos de plástico desechable como bombillas, platos, envases y cubiertos de un solo uso. Regiría en establecimientos asociados a la venta de alimentos de consumo directo -como restaurantes y patios de comida- y también para quioscos y carritos de alimento.
Para el alcalde Felipe Alessandri se trata de una ordenanza que “va en la línea correcta”, porque “lo que pasa en Santiago repercute en otras comunas y el medio ambiente no puede esperar”. Sin embargo, dice, se debe implementar de a poco.
“Nos ha costado acostumbrarnos a no usar bolsas plásticas en los supermercados. Pero igual lo hicimos, en seis meses. Así, tenemos que ir de a poco eliminando el plástico. Yo he estado revisando legislación comparada para ver cómo funciona esto en otros países más desarrollados, y siempre ha sido de una forma paulatina, no puede ser radical”, afirma.
En Providencia, la iniciativa fue presentada en el Bar Liguria por la alcaldesa Evelyn Matthei y los concejales Jaime Parada y Pilar Cruz, y el objetivo es que la ordenanza sea aprobada en marzo para comenzar a regir tres meses más tarde.
Esta ordenanza prohibiría los cubiertos plásticos, envases de plástico para comida, vasos transparentes y térmicos (plumavit), platos, bombillas, revolvedores y tapas. Y también las botellas plásticas desechables de PET. Y es la inclusión de este último producto el que ha levantado algunas críticas de los expertos.
Expertos discrepan de incluir todos los plásticos
“Aquellos que son eliminables, como las bombillas, eliminarlos de nuestro día a día me parece perfectamente razonable, todo aquello que obedece a ese tipo de lógica me parece bien. El mecanismo que se utilice, si es una prohibición u otro, cada país definirá que es lo más efectivo en sus circunstancias”, dice Verónica De La Cerda, gerente general de Triciclos.
El problema, dice, es que más que los plásticos de un solo uso, lo que se tiene que eliminar directamente es lo que no tiene opción de reciclaje, como el PVC, pero no los que ya tienen procesos de reciclaje exitosos. “Este es el caso de la botella de PET. Hoy ese es un problema que está resuelto: es 100% reciclable y el consumidor lo sabe, al punto que sus tasas de reciclaje son las más altas dentro de la gama de todos los envases de plástico”.
“Llamaría a los municipios a considerar, en términos ambientales hay que hacer un análisis bien profundo y técnico, y hay que tener cuidado en que una solución no vaya a generar un problema ambiental peor. Entonces llamo a ponerse a disposición para que la ley REP se acelere y funcione”.
El principal problema con la ordenanza de Providencia, agrega De La Cerda, es que “si en un quiosco no se puede vender una botella de PET, no está prohibido que se venda un envase de tetrapack. Y el PET es mucho más viable de ser reciclado, tanto técnica como económicamente, que el tetrapack. Entonces, puede generar un problema ambiental mucho peor que el que está tratando de evitar”.
Para Alejandro Chacón, fundador y director de Ecodiseño.cl, si bien los productos orgánicos desechables tienen un impacto equiparable a los inorgánicos, el problema del plástico es que no se degrada y su huella es permanente, y por eso el foco se centra en la desechabilidad, en reemplazarlos por otro tipo de envases que se pueden utilizar muchas veces.
Pero, ¿se puede eliminar todo tipo de plásticos? La respuesta de Chacón es que no. “El plástico se puede deformar con muy poca energía, pero cuando quieres hacer una taza metálica tienes que fundir el metal a 1.500ºC, hacer enormes esfuerzos mecánicos y productivos. En cambio el plástico a 180ºC se derrite, lo inyecto en un molde e incluso queda terminado. Si las mismas cosas de plástico las hiciéramos de otros materiales el impacto ambiental que tendríamos sería altísimo. Es como volver a cocinar con leña”.
“Desde el punto de vista ambiental -agrega- sería un muy mal negocio. Hay que hacer una evaluación más técnica, más profunda y tomar las decisiones correctas. En el caso del plástico, el problema es que lo estamos usando para usos desechables cuando en realidad es sumamente durable, y tampoco están implementadas las cadenas de recolección, entonces hay que pensarlo entero”.
Respecto de la ordenanza, Chacón afirma que con este tipo de propuestas se genera un problema similar al que ocurrió con la Ley de Convivencia Vial, “que es súper interesante, pero saca a las bicicletas de las veredas y les dice ‘ciclovía o calle’. ¿Pero cuántas ciclovías hay? ¿Qué posibilidades hay de que anden por la calle de forma segura? Entonces, si voy a prohibir botellas de plástico de un solo uso, ok, pero tengamos un reemplazo. Con qué lo hago, porque el mercado ya existe, hay ahí una falta de consistencia con la realidad. Entiendo que quieran apurarlo, pero cuál es el espacio, cómo lo hacemos”.
Si bien comparte el objetivo de evitar la desechabilidad, porque evita estar descartando materiales, también es necesario mejorar en términos de reciclaje en un escenario donde los sistemas de recogida aún no están implementados. “Acá no lo hay, es muy débil. En tetrapack se recicla un 3%, que es nada. Por eso existen jerarquías: que pueda ser reutilizado, y si no, reciclado, entonces se va a avanzando de esa forma”.
“La Ley REP debería ayudar en esto -dice Verónica De La Cerda- porque va a garantizar que exista un sistema para recoger y reciclar aquello que es reciclable. Probablemente productos como las botellas se pusieron en la ordenanza porque molestan o se ven en lugares inapropiados, pero una vez que esté implementado un sistema de recolección y reciclaje, fomentado por el financiamiento de los productores en el marco de la Ley REP, no va a existir este problema porque van a estar los incentivos para que este producto esté en una planta de reciclaje”.
En esa línea, agrega, “llamaría a los municipios a considerar, en términos ambientales hay que hacer un análisis bien profundo y técnico, y hay que tener cuidado en que una solución no vaya a generar un problema ambiental peor. Entonces llamo a ponerse a disposición para que la ley REP se acelere y funcione. En temas de envases y embalajes estamos justo en el momento en que se están discutiendo todos los temas claves para implementarla”.