Acuerdo global contra la contaminación por plásticos: los desafíos para alcanzar una implementación con impacto real y ambicioso
A inicios de marzo, 175 países firmaron un acuerdo multilateral poner fin a la contaminación por plásticos y forjar un acuerdo internacional legalmente vinculante para 2024. La idea es apuntar a una acción global rápida, ambiciosa y significativa para frenar el problema, lo que implica incorporar diferentes puntos de vista para llegar a un marco que nos permita cumplir con una gama de objetivos económicos, sociales y ambientales. ¿Cómo hacerlo? Tres expertos analizan los desafíos de implementación, donde se destacan los avances de Chile en la materia.
Periodista
El pasado 2 de marzo, en Nairobi, la Asamblea de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (UNEA 5.2) firmó una resolución histórica, quizás el acuerdo multilateral más importante en términos ambientales desde el Acuerdo de París: poner fin a la contaminación por plásticos y forjar un acuerdo internacional legalmente vinculante para 2024. Dicha resolución, que fue firmada por 175 países -entre ellos Chile- reconoce la contaminación por plásticos como un problema ambiental serio, que requiere de cooperación internacional para resolverlo adecuadamente.
El problema ya estaba diagnosticado hace años. En 2016, un estudio presentado en el Foro Económico Mundial reveló un dato que cambió la forma en que vemos nuestro consumo de plástico e impulsó una serie de regulaciones a nivel global para limitar -o hacer más responsable- su uso: en 2050 habrá más plástico que peces en el mar. Elaborado por la Fundación Ellen MacArthur y la compañía McKinsey, el informe no buscaba demonizar a la industria de los plásticos, sino mostrar una realidad y evidenciar los puntos débiles del sistema de producción, consumo y reciclaje, y al mismo tiempo abrió un debate que marcó el impulso de la economía circular en el mundo.
Este año, pocos días antes de la cita en Nairobi, una nueva revisión realizada por WWF advirtió que, para fines de siglo, áreas marinas de más de dos veces y medio el tamaño de Groenlandia podrían exceder los umbrales ecológicamente peligrosos de concentración de microplásticos, ya que la cantidad de microplásticos marinos podría aumentar 50 veces para entonces.
De hecho, un número importante de empresas e instituciones financieras líderes a nivel global ya habían pedido a la ONU impulsar este tratado, argumentando que resulta crucial para establecer un alto estándar de acción común que todos los países deben cumplir, y para impulsar la transición a una economía circular para los plásticos a nivel mundial y a escala. “Esto requiere que los gobiernos se alineen con las medidas regulatorias que cubren todo el ciclo de vida de los plásticos, sin limitar el alcance de las negociaciones para abordar solo los desafíos de la gestión de desechos”, plantearon entonces.
Ahora, alcanzado el compromiso de implementar el acuerdo para 2024, el desafío es cómo llevarlo a cabo. “La resolución 5.2 de la UNEA representa un momento histórico, pero es solo el comienzo”, plantea Luisa Santiago, líder de la Fundación Ellen MacArthur en América Latina.
“Las negociaciones -agrega- tendrán que crear un tratado que pueda tener un impacto real y ambicioso hacia una economía circular para el plástico. Este nuevo acuerdo debe ofrecer una visión global con definiciones comunes y normas armonizadas para reforzar la coordinación global y regional. También es importante, especialmente para América Latina, que los recicladores informales y sus cooperativas sean considerados entre los actores estratégicos de estas negociaciones, con el fin de garantizar un enfoque integral e inclusivo para acabar con la contaminación por plástico”.
“En términos de acciones nacionales para combatir la contaminación por plástico, Chile es un país pionero. Fue el único en la región en firmar y formar parte de la red Pacto del Plástico de la Fundación Ellen MacArthur, comprometiéndose con la transición a una economía circular para los plásticos, en la cual ellos nunca se convierten en residuos o contaminación”
Según planteó Inger Andersen, directora ejecutiva del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, el alcance de este instrumento mundial lo decidirán los Estados miembros en un marco multilateral. Por lo pronto, se creará un Consejo Intergubernamental de Negociaciones que trabajará en el desarrollo del tratado, cuyo trabajo debiera estar listo a fines de 2024.
“Buscamos una acción global rápida, ambiciosa y significativa para frenar el flagelo de la contaminación por plásticos, y esto significa incorporar diferentes puntos de vista para llegar a un marco que nos permita cumplir con una gama de objetivos económicos, sociales y ambientales”, afirmó Andersen.
Por su parte, el vicepresidente senior de WWF Latinoamérica y el Caribe, Roberto Toya, indicó tras el acuerdo que en los últimos años “hemos visto muchas iniciativas públicas y privadas en América Latina destinadas a abordar la contaminación plástica, pero estas respuestas pueden estar fragmentadas y sin reglas y obligaciones comunes a lo largo del ciclo de vida completo del plástico, por lo que esta resolución de UNEA 5.2, permitirá acercar la brecha de responsabilidad en la gestión global y regional de plásticos”.
La búsqueda de soluciones implica tomar acciones desde la fuente hasta el mar, que aborden todas las fuentes de contaminación a lo largo de todo el ciclo de vida, desde la producción hasta la eliminación y la reducción de la fuga de plástico existente actualmente en el ecosistema global.
Por ejemplo, entre las 16 provisiones mencionadas en la resolución, se pone un énfasis especial en la importancia de la transición hacía una economía circular y busca promover el diseño sostenible de productos y materiales para que puedan ser reutilizados, remanufacturados o reciclados y, por lo tanto, retenidos en la economía el mayor tiempo posible. Además, reconoce que algunas obligaciones jurídicas requerirán creación de capacidad y asistencia técnica y financiera para que los países en desarrollo y los países con economías en transición las apliquen de manera eficaz.
En Chile ya hay avances en materia de regulación de plásticos, como por ejemplo la ley que prohibe la entrega de bolsas plásticas en el comercio, y la ley que regula los plásticos de un solo uso. A esto se suma el trabajo público-privado que se está haciendo desde el Pacto Chileno de los Plásticos.
“Estamos convencidos de que un mayor entendimiento sobre este tratado por parte de la sociedad civil y el sector privado va a resultar en un plan de acción nacional ambicioso que en su base considera la colaboración activa de los distintos sectores de la sociedad civil, logrando así una solución real y hecho a medida de Chile”
“En términos de acciones nacionales para combatir la contaminación por plástico, Chile es un país pionero. Fue el único en la región en firmar y formar parte de la red Pacto del Plástico de la Fundación Ellen MacArthur, comprometiéndose con la transición a una economía circular para los plásticos, en la cual ellos nunca se convierten en residuos o contaminación, y tiene una Ley de Responsabilidad Extendida del Productor para envases que, además de ser esencial para ampliar el sistema de reciclaje para mantener los plásticos en circulación, es la primera en considerar los recicladores en su texto”, dice Luisa Santiago.
En esa línea, plantea que “necesitamos que avances como estos se repliquen por América Latina. La resolución aprobada insta a los países a continuar e intensificar sus actividades, pero el Tratado de las Naciones Unidas representa la oportunidad de coordinar y apoyar a otros países de la región para que tomen acciones en la misma dirección”.
Mark Minneboo, director ejecutivo de Plastic Oceans Chile, afirma que “el voto a favor de esta resolución demuestra que los países miembros de la ONU están conscientes de que existe una crisis ambiental global, causada por el mal uso y gestión incorrecta del plástico por décadas. Los contenidos de la resolución nos sorprendieron bastante, por ser tan completos, incluyendo muchos elementos que fueron solicitados por la sociedad civil en los últimos años”.
Como fundación, agrega, han participado en diálogos internacionales sobre este tratado desde 2021, expresando entre otras cosas la necesidad de incluir todo el ciclo de vida de este material y no solo su gestión final. Este año, Plastic Oceans Chile ya empezó a organizar diálogos multisectoriales en el país para conversar este tratado global y lo que podría significar para Chile.
“La primera sesión en enero contó con más de 80 participantes, y esperamos un interés aun más grande para la siguiente sesión a fines de marzo. Estamos convencidos de que un mayor entendimiento sobre este tratado por parte de la sociedad civil y el sector privado va a resultar en un plan de acción nacional ambicioso que en su base considera la colaboración activa de los distintos sectores de la sociedad civil, logrando así una solución real y hecho a medida de Chile”, afirma.
“El Pacto Chileno de los Plásticos continuará trabajando en apoyar este tratado global y en liderar iniciativas que permitan avanzar hacia una economía circular de los envases y embalajes plásticos que son puestos en el mercado chileno, lo que incluye el impulso de cambios regulatorios, del ciclo de valorización de plásticos, de la concientización ciudadana”
Por su parte, la directora del Pacto Chileno de los Plásticos, Fernanda Valdivieso, plantea que la importancia y necesidad de generar un nuevo Tratado de la ONU para abordar la contaminación por plásticos está dada porque “los acuerdos voluntarios por sí solos no son suficientes para alcanzar la escala que necesitamos para resolver urgentemente esta crisis”.
Por ello, destaca el trabajo realizado por la Fundación Ellen MacArthur, entre ellos el documento “White paper: A new UN treaty to address plastic pollution”, que describe la razón política por la que se necesita un nuevo Tratado de la ONU sobre los plásticos y algunos elementos estructurales que son cruciales que los estados miembros de la ONU consideren al momento de discutir su alcance y nivel de ambición.
“En cuanto a las razones políticas, se indica que un nuevo tratado de la ONU permitiría a los gobiernos abordar la contaminación plástica tal como lo ha hecho El Acuerdo de París por el cambio climático y el Protocolo de Montreal por el agotamiento de la capa de ozono. Se desataca también que el avanzar hacia una economía circular de los plásticos es es crucial para abordar el cambio climático, y la pérdida de biodiversidad”, afirma.
En ese sentido, agrega, “el Pacto Chileno de los Plásticos continuará trabajando en apoyar este tratado global y en liderar iniciativas que permitan avanzar hacia una economía circular de los envases y embalajes plásticos que son puestos en el mercado chileno, lo que incluye el impulso de cambios regulatorios, del ciclo de valorización de plásticos, de la concientización ciudadana, entre otros”.