Alianza multisectorial coordina acciones para la valorización de residuos orgánicos en la Región Metropolitana
El 58% de los residuos sólidos municipales en Chile corresponde a orgánicos, es decir, restos de verduras, de frutas, de podas, entre otros. De ellos, solo un 1% se valoriza y el resto llega a los rellenos sanitarios o vertederos, donde pueden generar serios problemas ambientales. En ese contexto, mientras el Congreso está avanzando en la discusión de un proyecto de ley sobre este tema, diversas instituciones y empresas se movilizan en esa dirección. Es el caso de una amplia alianza público-privada destinada a gestionar este tipo de residuos en la Región Metropolitana para diversos usos, donde destaca la selección de productos que sirvan como forraje para animales.
La valorización de los residuos orgánicos es aún un asunto pendiente en el país. Existe una Estrategia Nacional de Residuos Orgánicos (ENRO), y en agosto pasado el Ejecutivo ingresó al Congreso un proyecto de ley al respecto, con el objetivo de prohibir paulatinamente la disposición final de estos desechos en rellenos sanitarios, entre otros aspectos. No obstante, en términos concretos los avances son escasos. De acuerdo a cifras del Ministerio del Medio Ambiente (MMA), cerca del 58% de los residuos sólidos municipales corresponde a materia orgánica provenientes de casas, ferias libres, parques y jardines -cerca de 5 millones de toneladas anuales en todo el país-, de los cuales se valoriza menos del 1%.
En medio de este panorama, en la Región Metropolitana se concretó una alianza multisectorial público-privada destinada a coordinar una serie de acciones destinadas a recuperar y valorizar esa fracción de la basura. En el acuerdo participan la Seremi de Agricultura, el Consorcio Santa Marta, la Fundación Realim, el Mercado Mayorista Lo Valledor, la Vega Central, la Confederación de Ferias Libres (ASOF), la Asociación de Municipios Rurales (AMUR) y KDM. La cooperación comenzó de manera formal hace tres meses y su finalidad es coordinar iniciativas como bancos de alimentos, incentivo al consumo de alimentos imperfectos, compostaje y uso de residuos orgánicos como complemento de forraje animal, entre otras medidas.
La gerente comercial de Consorcio Santa Marta, Andrea Viglino, explica que la alianza también considera coordinar apoyo en situaciones de catástrofes, emergencia, sequía u otras amenazas agroclimáticas, para llegar con ayuda inmediata a afectados ante los crecientes escenarios por crisis climática, alimentaria o meteorológica. Esta empresa gestiona los residuos domiciliarios (orgánicos e inorgánicos) del 30% de la Región Metropolitana mediante sus operaciones en las comunas de Estación Central, Lo Espejo, San Bernardo, El Bosque, San Ramón, Puente Alto, La Pintana, San Joaquín, La Granja, La Florida, Macul, Peñalolén, Pirque, San José de Maipo, Calera de Tango, Buin y Paine.
“Con la alianza multisectorial la idea es que estemos en constante comunicación para estar pendientes de las nuevas ideas y oportunidades que surjan a partir de esta importante alianza. Creemos que es muy relevante que todas las empresas y las personas tomen conciencia sobre las grandes cantidades de desperdicios alimenticios que tiramos a la basura y que pueden volver a ser utilizados como alimento para los animales o que pueden ser compostados o reutilizados de cualquier forma”, agrega Viglino.
“Creemos que es muy relevante que todas las empresas y las personas tomen conciencia sobre las grandes cantidades de desperdicios alimenticios que tiramos a la basura y que pueden volver a ser utilizados como alimento para los animales o que pueden ser compostados o reutilizados de cualquier forma”.
Forraje para animales
No sería descabellado pensar que los residuos orgánicos deberían volver fácilmente a la tierra y, por ende, no deberían ser un contaminante. Sin embargo, esa no es la realidad. Este tipo de desechos, al llegar a rellenos sanitarios o vertederos, produce una serie de externalidades negativas, tales como: proliferación de vectores sanitarios (moscas, aves y ratones), generación de lixiviados (líquido en descomposición) que infiltran los acuíferos, olores molestos y gases de efecto invernadero (GEI), particularmente metano, que contribuye en un 45% al calentamiento global.
Una de las formas más conocidas de valorización de estos desechos es el compostaje, para producir abono. No obstante, también es posible producir energía a partir de los residuos orgánicos. En el caso del Consorcio Santa Marta, en la Región Metropolitana gestiona gran parte de la fracción orgánica a través de la Central de Energía Renovable No Convencional, que utiliza como combustible el biogás que produce mediante la degradación de los desechos orgánicos.
Sin embargo, una de las formas más llamativas para gestionar residuos orgánicos proviene desde el trabajo que logran en conjunto con centros de abastecimiento como Lo Valledor y la Fundación Realim.
El director de Fundación Realim, Cristóbal Meriño, detalla que han podido rescatar más de 700 toneladas de materia verde, como hojas, tallos y otros residuos vegetales que se encuentran en buen estado, pero que no son consumidos por personas. Solo durante 2023 recolectaron 350 toneladas que permitieron alimentar a más de 5 mil animales.
“Gracias a esta iniciativa ahora tenemos un respaldo legal que nos ha permitido recolectar toda esta cantidad de materia con nuestra red de voluntarios, que son más de 600. Todos los jueves hacemos entrega de estos alimentos a sectores precarios, donde obviamente los recursos para alimentar animales son mucho más escasos. Usamos los camiones de Consorcio Santa Marta para poder recolectar los residuos y trasladarlos a las localidades donde son más necesarios”, precisa.
Meriño subraya el triple impacto de esta iniciativa, es decir, un impacto de mitigación del cambio climático al evitar que se genere metano; un impacto social al colaborar con las familias campesinas para que alimenten a sus animales, y un impacto frente a la crisis hídrica, mediante el aprovechamiento de productos alimentarios en cuya producción se utilizó gran cantidad de agua, y entregando forraje en zonas afectadas por la sequía.
Compostaje en Antofagasta
El tratamiento de residuos orgánicos tiene varios componentes para poder hacerse cargo de su gestión, los que van desde la educación, intentando reducir su generación entre la comunidad, hasta su manejo industrial o más “artesanal”. Se trata, asimismo, de un problema que alcanza a todo el territorio nacional.
Así, además de adherir a la alianza en la región de Santiago, el Consorcio Santa Marta también está avanzando en la gestión de residuos orgánicos en la región de Antofagasta, donde se ubica su Centro de Tratamiento de Residuos Chaqueta Blanca, lugar donde se realiza compostaje mediante la técnica del volteo.
Aunque en esa zona del norte del país aún no se ha implementado una recolección selectiva de residuos generados en domicilios, los vecinos de la comuna tienen la posibilidad de ingresar al Centro de Tratamiento y dejar allí sus desechos, los que se suman allí a los residuos provenientes de las podas y mantenimientos de las áreas verdes de la ciudad y residuos vegetales de La Vega y ferias libres.
El gerente de administración del Centro de Tratamiento Chaqueta Blanca, Pablo Walters, explica que el método de volteo consiste en pilas de aireación de los residuos orgánicos, los que se dan vuelta gracias a maquinaria pesada. La planta nortina cuenta actualmente con capacidad para procesar 14 pilas, cada una de 4 toneladas, aproximadamente.
La primera etapa del proceso es la recepción y selección de los residuos. En el caso de los más voluminosos, como ramas, son reducidos gracias a una chipeadora. Tras esto, las pilas se van conformando con capas, buscando una proporción de carbono y nitrógeno.
“Una vez logrado el armado de la pila comienza el monitoreo, mediante el cual se caracterizan las diferentes etapas del proceso de degradación, que tiene una duración entre 3 y 6 meses. Durante este proceso se realiza la humectación y volteo mecánico de forma periódica. Finalmente, la pila es cosechada, cernida y ensacada para la entrega a la Municipalidad de Antofagasta”, indica Walters.