Fundación Realim recupera excedentes orgánicos para alimentar animales en zonas de crisis hídrica
Cerca de 600 toneladas de residuos orgánicos para alimentación animal ha logrado rescatar esta fundación liderada por el emprendedor Cristóbal Meriño, compuesta por una red de 600 voluntarios. Semanalmente recupera 24 toneladas desde el mercado Lo Valledor para llevar el material orgánico a los crianceros de la comuna de Paine, específicamente en el sector de la Laguna de Aculeo. Han trabajado también con San José de Maipo y también apoyan a la comuna de Licantén -hoy afectada por las inundaciones- con restos rescatados de ferias, verdulerías y podas de pasto del mismo territorio comunal.
Recorriendo en bicicleta Rincón de los Valles, en la comuna de Til-Til, el ingeniero comercial Cristóbal Meriño vio numerosos animales muertos. Ese mismo día vio correr a mucha gente detrás de un camión aljibe que proveía de agua a la comunidad. Ahí mismo le contaron que hacía 10 años no tenían agua potable. “En ese minuto me puse a pensar que si no tenían agua para ellos mismos, menos iban a tener comida para los animales”, recuerda Meriño.
El emprendedor recuerda que traía consigo unos restos de manzana y una cáscara de plátano. Vio en la cima del cerro algunas cabras y caballos intentando, en vano, comer algún rastrojo de alimento en el suelo. Meriño les tiró la manzana y el plátano sobrantes, y los animales se los pelearon. La pregunta que se formuló fue: “¿Qué pasaría si usáramos los excedentes orgánicos como alimento para los animales en zonas de sequía?”. Meriño ya había tenido un ramo sobre modelos de innovación, que incluía tópicos de economía circular, por lo que tenía conciencia de la importancia de este concepto.
Visiblemente afectado por el problema, Meriño habló con vecinos de la comunidad de Til-Til y les prometió volver con alimentos para los animales. Las personas no creían. A la semana siguiente llegó con un auto prestado con excedentes orgánicos de una feria al mismo lugar que había visitado. La gente estaba feliz. “La semana siguiente fui con un amigo, y ya no era yo solo, sino dos; y después éramos dos, cuatro, seis, 20 y 25 autos, con el aporte de puras personas voluntarias”, expresa Meriño. Esa fue la matriz que determinó la existencia de Fundación Realim, nacida en el año 2019, antes del estallido social y de la pandemia.
La pandemia, específicamente, obligó a reformular el modelo de Fundación Realim. Con el confinamiento, las ferias estaban clausuradas y casi lo único que funcionaba más o menos normalmente era el mercado Lo Valledor. “Necesitábamos un lugar donde nos pudieran cargar muchos residuos, así que así llegamos a Lo Valledor, que nos podía proporcionar grandes cantidades de excedentes orgánicos”, apunta Cristóbal Meriño.
“Necesitábamos un lugar donde nos pudieran cargar muchos residuos, así que así llegamos a Lo Valledor, que nos podía proporcionar grandes cantidades de excedentes orgánicos”.
“Comprobé que había varias personas igual que yo que pensaban que los excedentes orgánicos se podían recuperar”, agrega el ingeniero comercial, cuyo objetivo justamente es hacer economía circular con estos excedentes orgánicos y, sobre todo, respetar las diferentes escalas de la pirámide de los residuos orgánicos. Vale decir, explica él, que “no todos los residuos orgánicos se vayan a compost, sino que aprovecharlos primero de otra manera: para consumo humano y para consumo animal. La idea es que se vaya a compost lo menos posible. Si no, estamos perdiendo el foco”.
En ese instante se produjo el otro hecho que signó la referencia del modelo con el cual hoy opera Fundación Realim: Meriño consiguió trabajo en el Consorcio Santa Marta, que administra el relleno sanitario homónimo. El gerente general de la empresa quiso participar directamente en Fundación Realim y aportó con camiones para poder cargar los excedentes orgánicos desde Lo Valledor, y trasladarlos a alguna comuna necesitada para sus animales.
Actualmente Fundación Realim trabaja con las municipalidades de Paine y Licantén (actualmente golpeada por las últimas inundaciones), y tiene stand by un trabajo iniciado con la municipalidad de San José de Maipo. En el caso de Paine, llegan hasta la zona de la Laguna de Aculeo, uno de los tantos sectores de la zona central azotados por la crisis hídrica.
Fundación Realim y su red de voluntarios (son cerca de 600, y el 90 por ciento son mujeres) se dirigen todos los jueves a Lo Valledor a recoger el cargamento de excedentes orgánicos. La labor de este grupo es fundamental porque logran limpiar y separar dichos residuos, de manera que sean aptos para consumo de los animales. Cada jueves rescatan aproximadamente 12 toneladas de excedentes, correspondientes a lo que los locatarios de Lo Valledor logran acopiar semanalmente.
“Pese a los grandes esfuerzos que hace Lo Valledor con sus contenedores verdes, los residuos que envía la gente igual vienen mezclados. Hace falta mucha educación ambiental para poder cargar los camiones de una forma más expedita”, dice Meriño. Este camión luego se dirige a la zona de Aculeo para hacer la entrega del material. En San José de Maipo, en tanto, el trabajo está en pausa -dice el emprendedor- porque dicho municipio no ha podido poner a disposición una maquinaria que ayude a descargar las donaciones, pero “esperamos retomar prontamente esa alianza estratégica”.
“Pese a los grandes esfuerzos que hace Lo Valledor con sus contenedores verdes, los residuos que envía la gente igual vienen mezclados. Hace falta mucha educación ambiental para poder cargar los camiones de una forma más expedita”.
En Licantén, mientras, el modelo opera de una forma distinta. Ahí el material orgánico se rescata desde ferias, verdulerías y podas de pasto dentro de la misma comuna maulina para entregar directamente la ayuda, en menor escala que en Santiago, a los crianceros para alimentación de sus animales. Cuando ocurren contingencias como la actual, ya sea por inundaciones, incendios u otro tipo de tragedias, Fundación Realim intensifica su trabajo, entregando apoyo en otro tipo de campañas colaborativas. “Tratamos siempre de llegar a sectores de la comuna donde las municipalidades no llegan”, aporta.
Al final de cuentas, Cristóbal Meriño -fundador y presidente de Fundación Realim- calcula que en total han logrado recuperar cerca de 600 toneladas de excedentes orgánicos para alimentación animal, lo que equivale a unos 25 mil fardos (cada uno de ellos cuesta unos 7 mil pesos).
Paralelamente a ello, otra línea complementaria de la Fundación es la educación ambiental en distintas instituciones (colegios, universidades) para, ante todo, aprender a separar los residuos orgánicos y hacer mucho más ágil el proceso en general. “Aunque no haya sequía, creemos que estos excedentes orgánicos se deben aprovechar”, acota Meriño, para quien el desperdicio de comida sucede en tasas alarmantes.
En el plazo cercano, Fundación Realim pretende dar pasos sustantivos para convertirse en un emprendimiento y poder llegar a la mayor cantidad de comunas posibles, porque Meriño siente que la sequía, en realidad, afecta a muchas comunas del país. Dice que tienen una muy buena relación con el actual ministro de Agricultura, Esteban Valenzuela, quien entiende la necesidad de aprovechar de mejor manera los excedentes orgánicos. “Ojalá podamos trabajar con todas las comunas”, cierra el presidente de Fundación Realim.