Industria busca soluciones para los envases de polipropileno flexible, plástico que complejiza el cumplimiento de metas de la Ley REP
El PP flexible es usado de forma intensiva por la industria de alimentos para sus empaques. Altamente reciclable, y con un gran potencial de valorización, requiere sin embargo de una recolección segregada y que estos lleguen limpios por parte de los consumidores, lo que en la práctica implica que hoy, en Chile, casi no se recolecta ni se recicla. Ante ese escenario, Asipla y Sofofa crearon una mesa técnica que busca potenciar su circularidad involucrando a todos los actores de la cadena, cuyos primeros pasos son un programa piloto de reciclaje de PP flexible y generar información para determinar las cifras reales de esta materialidad en Chile, así como brechas y oportunidades existentes.
Periodista
En septiembre de 2023, comenzarán a regir las obligaciones de reciclaje de envases y embalajes plásticos -además de otros cuatro materiales- fijadas en el decreto de metas para este tipo de productos prioritarios en el marco de la Ley REP. Y si bien en Chile ya se registran avances en la capacidad de recolección e infraestructura para la valorización de varios tipos de resinas plásticas, lideradas por el PET, hay otras que aún presentan desafíos importantes y donde -por ahora- escasean las soluciones. Y quizás la principal de ellas es el polipropileno flexible (PP flexible).
Así quedó en evidencia en el marco del trabajo que desde hace poco más de un año realiza el APL de ecoetiquetado para envases y embalajes en Chile, que ya suma más de mil envases con el sello #ElijoReciclar en el país, y cuyo objetivo es incidir en la preferencia de compra del consumidor hacia envases reciclables y contribuir a las iniciativas de reciclaje de estos, facilitando el proceso para un fin de vida circular.
En este trabajo, se identificó que una de las materialidades que hoy no tiene una recolección específica en el país es el PP flexible, principalmente porque hasta ahora no se ha logrado obtener una disposición adecuada de los residuos de origen domiciliario de dicha materialidad. Y por esta razón, actualmente no existen canales de recolección estables y universales (por ejemplo, una boca específica para su disposición en los puntos limpios), lo que hace que su potencial de reciclabilidad sea cuestionado pese a que, técnicamente, se trata de un material altamente reciclable.
Se trata de un problema no menor, ya que se trata de uno de los materiales más usados por la industria alimenticia para el envasado -de hecho, los envases flexibles representan cas la mitad de los empaques- ya que su forma se adapta a los productos que contienen, tiene buenas propiedades de conservación de los alimentos y es cómodo para el transporte. Es el típico envase de un paquete de arroz o tallarines, de alimentos congelados o de snacks, por ejemplo. Y además es una buena opción para las empresas porque tiene un alto potencial de reciclaje y valorización. El punto es que no es fácil, pues para ello se necesita que se recolecten de forma segregada y limpios, y hablamos de envases en contacto directo con alimentos y grasa.
Ante este escenario, el APL de ecoetiquetado decidió crear una suerte de “spin-off” de su tarea principal y levantó una mesa técnica especial a fines del año pasado enfocada específicamente en los envases de PP flexible, co-liderada por Asipla y Sofofa, para convocar al círculo de valor de este material para potenciar la circularidad de estos envases a través de una adecuada gestión y valorización. Su primera medida fue crear un programa piloto de recolección y valorización con ocho puntos limpios -seis en Santiago, uno en La Serena y otro en Concepción- para entender bien la relación de los consumidores con este tipo de envases, así como sus vías de valorización.
“En el PP flexible encontramos una complicación, y es básicamente que a los valorizadores no les está llegando, o no lo están recibiendo, y la razón de fondo es porque el consumidor lo dispone mal, lo dispone con restos orgánicos, etc. Ahí dijimos acá hay un problema, porque hay una ruta. Si uno quiere, en Chile se puede reciclar PP flexible, hay gestores que los toman y los pre-tratan, y hay valorizadores que los valorizan, pero es una ruta bastante incipiente. Hay que buscarla. Y ahí nace este proyecto, que busca posicionar el PP flexible como un material reciclable y enseñar a reciclarlo, de manera que todos los puntos limpios puedan abrir esta opción (…) Lo que busca el piloto es saber qué material llega, y en qué condiciones”, explica Gonzalo Russi, director de Administración y Finanzas de la Sofofa.
Y el segundo paso de la mesa técnica para analizar este material, fue elaborar un paper que analice el reciclaje y valorización de envases flexibles en Chile y en el mundo, así como los principales desafíos existentes en el país, el que fue elaborado por Asipla y presentado públicamente la semana pasada.
Las cifras del PP flexible en Chile, brechas y desafíos
Para llegar a una cifra que fuera representativa de la realidad nacional, Asipla se basó en estudios pre existentes utilizados tanto para la elaboración de la Hoja de Ruta para la Economía Circular como en el decreto de metas de envases y embalajes, para aproximarse lo mejor posible a lo que realmente se pone en el mercado nacional cada año. Para ello, el cálculo del POM (put on the market) considera tanto la producción nacional como la importación directa e indirecta, menos las exportaciones.
Así, se determinó que de las casi 700 mil toneladas de envases y embalajes plásticos en Chile, la mitad -342 mil toneladas- corresponden a envases flexibles. Y si bien de ellos un gran porcentaje son polietilenos de baja densidad (60%) y otros plásticos (18%), hay 37,6 mil toneladas anuales de PP flexible puestas cada año en el mercado.
En 2018, una nueva directiva de la Unión Europea aumentó las tasas de reciclaje mecánico de los plásticos a un 50% como mínimo para 2025 (hoy el reciclaje mecánico es de un 30%, y el 70% restante va a valorización energética o WTE). Esto ha incrementado el conocimiento técnico para la circularidad de los plásticos, incluyendo el pre-tratamiento y la clasificación, lo que podría ayudar al reciclaje del PP flexible a partir de nuevas soluciones tecnológicas.
¿Cuánto de esto se está valorizando en Chile? De acuerdo al estudio, actualmente la cifra alcanza las 27 mil toneladas anuales para envases flexibles en general -tanto de posconsumo domiciliario como industrial-, lo que representa un 7,9% de lo que se pone cada año en el mercado.
Respecto del PP flexible, la situación es más compleja. Para realizar sus estudio, Asipla contactó a una serie de empresas y actores claves de la cadena de valor para tener información fidedigna y ajustada a la realidad local. De ellas, cuatro declararon gestionar o valorizar PP flexible de origen domiciliario o puntos limpios, lo que se traduce en un máximo posible de 384 toneladas anuales que se gestionan y 264 toneladas anuales que se valorizan de PP flexible posconsumo domiciliario en Chile. Y este análisis habla de un máximo, aclara el mismo paper, “ya que estas empresas señalaron también gestionar y valorizar PE flexible y/u origen industrial, por lo tanto, se desprende que en Chile la gestión y valorización de PP flexible posconsumo domiciliario es mínima, cercana a cero”.
Hoy las principales barreras para el reciclaje flexible, agrega, están determinadas por problemas de recolección y separación en origen, lo que provoca posteriores problemas en la etapa de valorización, “como por ejemplo la recepción de fardos que contienen impurezas, lo cual evidentemente obstaculiza el proceso de valorización y desincentiva la demanda de parte de valorizadores”.
A ello se suma la necesidad de que el consumidor acuda al punto limpio con este tipo de envases -lo que confirma la necesidad de desarrollar una mayor cultura de reciclaje en el país-, así como mejorar el etiquetado de los envases para ayudar a la ciudadanía a identificar el PP flexible, en un escenario donde además es complejo el acopio domiciliario porque muchas veces se trata de envases que por su pequeño volumen y bajo peso hacen complejo que se pueda acopiar un volumen significativo en las casas.
Los desafíos del PP flexible, en tanto, están presentes en toda su cadena de valor, pero es en la recolección donde se identifica el principal “cuello de botella”. Por ello se requiere desarrollar estrategias de recolección tanto en puntos limpios como de retiro segregado en los mismos domicilios, y a futuro encausar esta recolección limpia y separada por materialidad a través de un sistema de acondicionamiento y separación, que cuente con la capacidad de clasificación que permita que permita separar todas las materialidades. Esto último, sin embargo, requiere de costosa infraestructura.
“Se requiere de un sistema de acondicionamiento y separación. En mi opinión, no solamente la recolección en casa es importante, porque si no hay una buena separación no hay valorización. Un sistema eficiente de acondicionamiento y separación es el corazón del sistema de reciclaje, no solamente lograr que los consumidores junten en sus casas y pongan sus envases a disposición de un sistema de gestión. En Chile hay un proyecto pero está en un cajón, no está implementado, y sin un proyecto de pretratamiento y separación no vamos a llegar a cumplir las metas, va a ser muy difícil”, plantea Marcos Segal, presidente del Comité de Economía Circular de Asipla.
Para Nathalia Silva, miembro del equipo técnico del proyecto SIG de AB Chile, hoy el desafío que tiene el país “es tremendo” principalmente porque el reciclaje domiciliario prácticamente no existe en el país, por lo que el desarrollo de este tipo de proyectos ayuda tanto a la estrategia de resolver el cumplimiento de las metas como a ir desarrollando un mercado aún inexistente. Y en particular sobre el PP flexible, agrega, dependerá de cómo va a responder el mercado ya que se partirá reciclando materiales que no solo tienen un espectro de valorización, sino que además tienen una demanda de salida posterior.
“En el flexible va a depender mucho de cómo logremos transmitirle fácilmente al ciudadano el invitarlo a participar de esto, porque dependemos de la participación ciudadana; sin ello no logramos tener las tasas de reciclaje que vamos a tener que cumplir. Y por otro lado, hay que tener muy claras las estrategias de cómo vamos a ir generando este tiraje y esta demanda. La Ley REP va a traer financiamiento, vamos a tener la posibilidad de financiar estos mercados que se tienen que necesitar, y ojalá exista un privado que quiera hacer una planta con tecnología de punta. Lo importante es que sí va a haber alguien que la pague, y eso es lo relevante de la Ley REP”, afirma.