Luisa Santiago, quien lidera las operaciones de la Fundación Ellen MacArthur en América Latina, viajó a Santiago en una misión de tres días para lanzar las metas del Pacto por los Plásticos “Circula el plástico” en nuestro país, pero también para ver los avances en Chile en materia de economía circular, y reunirse con representantes del gobierno en busca de posicionar esta temática entre los principales lineamientos de la COP25 que se desarrollará en diciembre.
Su rol en el proceso para impulsar el pacto en Chile -el primer país en firmarlo en el mundo- fue velar porque los integrantes del pacto se pusieran metas ambiciosas, pero también que estas sean construidas de manera colectiva y colaborativa con actores claves del mercado
“Chile es el primer país de las américas en lanzar un pacto del plástico bajo esta ley global que tenemos, en la que Reino Unido y Francia ya son parte, y hay conversaciones con países en todos los continentes. El centro de mi misión es este evento, porque tiene una importancia muy clave para el desarrollo del pacto. Como fundación nos interesa que las metas sean ambiciosas, paralelo a los niveles de ambición de las metas de otros países, porque nosotros consideramos que pone al país en marcha en el sentido de una economía circular”, afirma
Junto con ello, dice, la importancia de este evento es “abrir el llamado a otras empresas, a otros actores, que se involucren en esta iniciativa que ya tiene un número interesante de socios, pero aún es insuficiente para cambiar el sistema”.
¿Qué se consideró para la construcción de esas metas en Chile, cuáles fueron las exigencias mirando la realidad del país?
Los cuatro puntos son claves y comunes a todos los pactos. La eliminación de los empaques problemáticos o innecesarios, y que el 100% de los empaques que son necesarios sean reciclables, reutilizables o compostables a 2025 están en todos los pactos. Las otras dos metas son adaptables a los contextos, y la organización que lidera el pacto en cada país tiene que articular con los actores para definir que es realista, y a la vez ambicioso, para el mercado local. En ese sentido, Chile se comprometió con que un tercio de los empaques en el mercado sean efectivamente reciclados, reutilizados o compostados; y que un 25% del contenido de los empaques sean de material reciclado. Nosotros tenemos una barrera mínima que son los dos primeros puntos, no queremos nada menos que eso, pero en los otros dependen de los mercados. Por eso son articulados por actores locales, pero sí tienen que estar -por supuesto- más allá de lo que la ley pide.
¿Por qué estos pactos ponen el énfasis en el compromiso de los actores privados, de las empresas, buscando ir más allá de le regulación de cada país?
Es un compromiso que tiene un protagonismo de la industria, porque es la industria la que transforma, produce y comercializa los empaques plásticos. Pero es sumamente importante que el gobierno esté involucrado. Para nosotros es un requisito básico que exista un número interesante de empresas para lanzar un pacto, en términos de mostrar un momentumpara el tema y se pueda abrir a otros, pero debe haber una organización líder local que tenga más neutralidad, capacidad de actores, y que el gobierno esté involucrado formalmente como parte de los socios fundadores.