Siguiendo la misma ruta de las bolsas, buscan prohibir a nivel nacional el consumo de plásticos de un solo uso en locales de comida
Iniciativa presentada en conjunto por las ong’s Oceana y Plastics Ocean, y un grupo de parlamentarios de distintas bancadas, busca disminuir el porcentaje de estos residuos que terminan contaminando el mar y las costas prohibiendo la entrega en locales de alimentos y bebidas de utensilios como bombillas, revolvedores, cubiertos y vasos de plástico o plumavit. Para la industria, uno de los puntos más cuestionables del proyecto de ley es la inclusión de las botellas plásticas, un producto -afirman- que hoy es perfectamente reciclable y se hace de manera creciente, lo que se verá incrementado además por iniciativas como la Ley REP.
En los últimos años, Chile se ha posicionado como una país pionero en el reciclaje del plástico, de la mano de la ley que prohíbe la entrega de bolsas plásticas en el comercio, pero también con el Pacto por los Plásticos impulsado por el Ministerio del Medio Ambiente, la Fundación Chile y un grupo de empresas líderes en esta materia, como Coca-Cola, Unilever, Mall Plaza o Nestlé, que buscan establecer a junio un conjunto de metas para que todos sus envases sean reutilizables, reciclables o compostables, entre otros desafíos.
A esto se suma una Ley REP próxima a entrar en operaciones en el sector envases y embalajes, que establecerá metas de recolección y valorización de una serie de productos que hoy son de consumo masivo -entre ellos el plástico-, y que además del reciclaje fomentará el ecodiseño de envases y el uso de material reciclado en estos.
Sin embargo, estas medidas podrían no ser suficientes, ya que si bien en teoría la gran mayoría de los plásticos son reciclables, en términos prácticos solo el 14% es reciclado a nivel global. ¿El problema? Muchos de ellos son demasiado pequeños o livianos, o su volumen es limitado, o bien tienen un bajo valor económico en comparación con sus elevados costos de recolección, clasificación y reciclaje.
Y allí la mirada apunta fundamentalmente a los plásticos de un solo uso, principalmente los que usamos a diario para comer en restaurantes, fuentes de soda, locales de comida rápida o simplemente en locales al paso.
Ante este escenario, un grupo de parlamentarios presentó un proyecto de ley que busca limitar la generación de productos desechables y regular los plásticos de un solo uso, en particular aquellos que se usan para el consumo de comidas preparadas y bebidas en distintos tipos de establecimientos. Una medida que ya había implementado la comuna de Providencia, y que siguiendo la misma lógica de la ley contra las bolsas plásticas, pasó desde las ordenanzas municipales y convenios particulares que ya habían establecido algunos locales y centros comerciales, a buscar una ley que tenga ahora alcance nacional.
“El proyecto presentado busca limitar el uso de los plásticos de escasa vida o de un único uso que rápidamente son basura y su utilidad no está económicamente justificada. No puede ser que por ignorancia o inconciencia estemos dañando el planeta, los mares y a nosotros mismos. Nos parece absurdo habiendo otras formas de embalaje, todas las industrias que usen plásticos no degradables tendrán que reemplazarlos por otros”, dice el senador Guido Girardi, presidente de la Comisión de Medio Ambiente del Senado y uno de los autores de la iniciativa.
Prohibiciones y multas
En lo esencial, el proyecto de ley ya presentado al Congreso establece a todos los establecimientos de venta de comidas y bebidas la prohibición de entregar a sus clientes y consumidores vasos, tazas, tazones, cubiertos, mezcladores, bombillas, platos, envases o bandejas de comida preparada y sus envases accesorios, tapas, botellas iguales o menores a medio litro, u otros que sean de plástico desechable o de poliestireno expandido (plumavit). De no cumplirse, el local se arriesga a multas de hasta 5 UTM ($243.000) por cada producto entregado.
“Hemos hecho un trabajo exhaustivo, desarrollando una línea de base sobre la situación de los plásticos en Chile, analizando las legislaciones de distintos países que han regulado los plásticos de un solo uso. Esta información fue crucial para la propuesta de ley que hoy ingresa, y que fue trabajada con distintos sectores y entidades”
De esta forma, solo podrán entregar estos productos si están hechos de materiales distintos al plástico, o bien son de plástico desechable certificado. Por esto se entienden aquellos productos plásticos que provengan de materias primas de origen renovable, que puedan biodegradarse en condiciones naturales en un período de tiempo no mayor a 180 días, y que el proceso de biodegradación no libere residuos tóxicos al ambiente.
“El proyecto se hace cargo de una problemática contingente, urgente y también se presenta como una oportunidad para que nuestros emprendedores y nuestro mercado se enfoquen cada vez más en la sustentabilidad y en el tránsito hacia la economía circular”, señaló el senador Felipe Kast, otro de los autores de la iniciativa
Proteger los océanos
El proyecto de ley presentado al Congreso tiene su origen en una propuesta elaborada por las ong’s Oceana y Plastics Ocean Chile, con el objeto de limitar la generación de este tipo de plásticos y evitar que parte importante de ellos terminen en el mar. Para ello realizaron un estudio que analiza la situación a nivel internacional, pero también la realidad en Chile.
“Hemos hecho un trabajo exhaustivo, desarrollando una línea de base sobre la situación de los plásticos en Chile, analizando las legislaciones de distintos países que han regulado los plásticos de un solo uso. Esta información fue crucial para la propuesta de ley que hoy ingresa, y que fue trabajada con distintos sectores y entidades”, explica Javiera Calisto, directora de Campaña de Contaminación de Oceana.
Hoy existe consenso en que el mal uso de los materiales plásticos es un problema ambiental global que amenaza la biodiversidad, principalmente en los océanos. Se han registrado impactos por plásticos en más de 800 especies marinas y costeras, y se estima que cada año 8 millones de toneladas de plástico van a parar a los océanos. Mientras en 1964 se producían 15 millones de toneladas anuales, hoy esta cifra se elevaba a 348 millones de toneladas, y se espera se duplique en 20 años. Hoy se estima que hay más de 150 millones de toneladas de plásticos en los mares.
Para Camila Ahrendt, directora científica de Plastic Oceans Chile, el principal problema son los plásticos “que se fragmentan en pequeños pedazos que traen consigo contaminantes asociados, afectando directamente a la fauna marina que los consume y, por consecuencia, al ser humano que se nutre de estos también”.
El plástico en Chile
¿Cuál es la situación en Chile? Según las últimas cifras entregadas este año por la Asociación de Industriales del Plástico (Asipla), cada año se consumen en Chile 990 mil toneladas de resinas plásticas, pero solo se reciclan 83.679 toneladas. Es decir, solo el 8,5% del consumo anual del país, y gran parte de ello corresponde a la industria, ya que a nivel domiciliario solo se recicla un 1,4% de los plásticos que se consumen en los hogares.
“Nosotros estamos a favor de todos los envases que sean reusables, reciclables o compostables. Lo que si nos parece que de ninguna manera debiera estar dentro de la ley son las botellas de 500 cc de PET, junto con su tapa, que es hoy día muy bien reciclada, de manera creciente (…) Hoy es un producto que tiene solución, que está siendo solucionado”
De acuerdo al estudio elaborado por Oceana y Plastic Oceans, considerando importaciones de resinas y productos manufacturados al país, y las exportaciones que se hacen al extranjero, se estima que unas 729.000 toneladas quedan en Chile después de su transformación a producto anualmente.
Pero reciclar no es la única salida. Según señala el mismo estudio, “la forma más clara de evitar que los plásticos de un solo uso terminen en vertederos o como basura en el ambiente es mediante la aplicación de los principios que rigen la materia, los que son evitar la generación de los plásticos de un solo uso, e incentivar la reutilización (…) Es necesario que se generen incentivos financieros para cambiar los hábitos de los consumidores y productores en torno a evitar los plásticos de un solo uso, y que naturalmente provoquen investigación e innovación para el desarrollo de materiales alternativos”.
Esto es justamente lo que plantea la Fundación Ellen McArthur, que lleva el liderazgo a nivel global en el impulso a la denominada Nueva Economía de los Plásticos. Para ellos, la estrategia para empezar a salir del problema debe ser reciclar el 50% de los plásticos y reusar otro 20%, pero hay un 30% que debe ser profundamente rediseñado mediante la innovacción.
Y es ahí -dicen los expertos- donde el foco debe ponerse en los plásticos, en envases y empaques que hoy no tienen una solución práctica, que son caros o complejos de reciclar o reutilizar, como los de un solo uso, pero no en todos. Primero, porque muchos de ellos son fundamentales para la vida moderna, y reemplazarlos por otros materiales implicaría altos costos y grandes consumos de energía. Y segundo, porque muchos de ellos tienen ya una cadena de reciclaje bien desarrollada. Y es el caso de las botellas de plástico o PET, que también fueron incluidas en el proyecto de ley.
El riesgo de “satanizar” el plástico
Según señala el mismo estudio de Oceana y Plastics Ocean, en Chile se reciclan los plásticos PET, PEBD, PEAD y PP. “Del material recuperado, el 76% se destina a producción nacional y 24% a la exportación. Ahora bien, ¿en qué ahorramos cuando reciclamos el plástico? Una tonelada de plástico reciclado ahorra 5.774 kWh de energía, 2.604 litros de petróleo, 98 millones de btu’s de energía y 22 metros cúbicos de espacio en un relleno sanitario. Producir plásticos a partir de materiales reciclados genera 80% a 90% de ahorro en energía comparado con lo que se necesita para producir plástico a partir de materiales vírgenes (petróleo y gas)”, afirma el estudio.
Por eso, para Marcos Segal, presidente del Comité de Economía Circular de Asipla, afirma que como organización “entendemos la preocupación de los parlamentarios que están ingresando este proyecto de ley, en el sentido de querer regular y hacerse cargo de un problema que existe en todo el mundo”, pero que “nos parece que una prohibición en vista de que la Ley REP está a punto de publicar su reglamento en pocos días más, y que también se va a hacer cargo de los envases, nos parece que se podría haber esperado ver el reglamento que va a salir antes de tener una prohibición”.
“Nosotros -agrega Segal- estamos a favor de todos los envases que sean reusables, reciclables o compostables. Las bombillas, revolvedores, son cosas que ya están siendo sustituidas por otros elementos, de otros materiales o compostables. Lo que si nos parece que de ninguna manera debiera estar dentro de la ley son las botellas de 500 cc de PET, junto con su tapa, que es hoy día muy bien reciclada, de manera creciente y con pilotos en varias partes, Providencia ya inició un plan de recolección separada en hogares. No debiera ser prohibida porque hoy es un producto que tiene solución, que está siendo solucionado”.
Por su parte, para el gerente comercial de TriCiclos, Tomás García, el proyecto de ley va en la dirección correcta, “porque hay una serie de elementos que entran en la regulación de la Ley REP ni de otras normativas, y nos parece súper importante que sí sean reguladas para poder poner los incentivos adecuados para que como sociedad nos movamos hacia un uso más inteligente de nuestros recursos. Está alineado también con lo que plantea la Nueva Economía del Plástico”.
Sin embargo, dice García, hay que evitar que este tipo de iniciativas “satanicen” al plástico, porque el riesgo es que “la transición directa sería moverse hacia un elemento que es el polipapel, que no son una buena opción. Es la peor opción hacia la que se podría mover, entonces hay que tener ojo con las soluciones que parecen no ser de plástico cien por ciento, pero si lo son, y terminan siendo un dolor de cabeza para el reciclaje”.
García, además, se declara contrario a prohibir las botellas de medio litro, ya que son el producto plástico que más se recicla. “No me hace mucho sentido, a menos para bebidas. Para el caso del agua es otro tema, ya que si la gente tuviera acceso a agua potable rica, no habría excusa para no andar con la reutilizable cada uno”, cierra el gerente comercial de TriCiclos.