Junto con el Calle-Calle bañado por la luna, los temporales, la feria fluvial, el crudo, los torreones, el remo, los castillos españoles, el dúo Schwenke y Nilo y la hilarante canción de Sexual Democracia, Valdivia es reconocida por la calidad y frescura de su cerveza, herencia de la colonización alemana en el indómito sur de Chile.
Mucho se sabe de las variedades de la cerveza valdiviana, pero tanto menos de su real aplicación para generar nuevos productos que sirven a la industria agropecuaria como biofertilizantes. Esta fue la gran innovación que impulsó el crecimiento de la empresa Liquen Austral, cuya administración recae en tres socios que la fundaron en 2016: Alejandro Yacuzzi (gerente de administración y finanzas), Benjamín Díaz (gerente general) y Diego Hidalgo (gerente comercial).
“Somos una empresa valdiviana que busca aumentar la fertilidad de los suelos con bioinsumos provenientes de la agricultura agroecológica, regenerativa o natural. Desarrollamos biofertilizantes por medio de la revalorización de subproductos de la industria silvoagropecuaria. En el caso de la industria de la cerveza, trabajamos con el orujo o bagazo de la cebada, y la mezclamos con otros elementos. Así respetamos la lógica de la economía circular”, dice Alejandro Yacuzzi.
Los tres emprendedores llegaron a madurar la idea de incluir a la industria cervecera valdiviana en el proceso a partir de algunas experiencias de talleres de educación ambiental en colegios. Yacuzzi, Díaz e Hidalgo pertenecían a una cooperativa de reciclaje llamada Valdivia Sin Basura, y en esa cruzada empezaron a enseñar prácticas sustentables en los establecimientos. Les inculcaban el concepto de economía circular y qué diferencias insalvables tenía con la economía lineal. Al momento de querer diseñar un huerto, sin embargo, no tenían todos los elementos necesarios.
“La típica cáscara de plátano que dejaban por ahí en el recreo la llevábamos al compost o al vermicompost, y esperábamos que se degradara, para luego consumir las hortalizas generadas. Les enseñábamos todo el ciclo del alimento. Cuando montamos esa huerta, necesitábamos sustrato y abono para los almácigos. Empezamos a mirar nuestro ecosistema acerca de lo que había en Valdivia y dimos con los residuos de la industria cervecera. Partimos innovando desde nuestra necesidad”, añade Yacuzzi.
En tanto respetuosos de los ciclos naturales, los creadores de Liquen Austral desecharon tajantemente usar la turba, que pertenece a ecosistemas frágiles, explotados de forma indiscriminada en muchos rincones del planeta. Entonces, dice Yacuzzi, como esta situación no iba en nuestra línea, “nos decidimos a hacer algo nosotros y llegamos a la cervecería Kunstmann, la más grande de Valdivia”.