El trabajo de Matías Bravo (27) se resume en recoger baldes de residuos orgánicos de las casas de sus clientes, y a cambio devolver una bolsa de humus de lombriz que da vida hasta al jardín más moribundo. Entre ambas acciones, eso sí, hay tres meses de distancia y un proceso de compostaje que la empresa Karübag realiza en la comuna de Lampa.
“Esperan ansiosos, les cuesta aguardar los 90 días. Una usuaria nos dijo que tenía una plantita que estaba muriendo y que, gracias al humus, al otro día la planta estaba como nueva”, cuenta el ingeniero comercial.
La principal complejidad de este servicio ha sido dar cobertura en 15 comunas de la Región Metropolitana y una docena en regiones. Hace apenas un año esta startup gestionaba cerca de 300 kilos de basura mensualmente, y la proyección es que este mes recogerán 15 toneladas.
“Cuando llega el residuo a la compostera es el último paso. Hay una logística gigantesca para hacer el retiro semanal a domicilio. Son mil baldes. Y esa cifra va aumentando constantemente, estamos con 30 clientes nuevos cada semana. Proyectamos tener 2500. Ese es el challengemás grande, que nos ha costado miles de dolores de cabeza y noches sin dormir”, añade Bravo.
“En un año hemos recolectado 60 toneladas, y la cifra ha ido aumentado exponencialmente. Comencé solo haciendo todo, después con un ayudante para trabajar en las inscripciones. Ahora somos dos ingenieros que nos encargamos de la logística, más dos ayudantes y cuatro choferes, dos personas que se encargan del compostaje en terreno y entre 10 y 15 ciclistas. Esto sin considerar al personal en las regiones”, profundiza.