Insect Revolution: granjas urbanas de insectos que convierten los residuos orgánicos en proteína animal
Aún en fase de laboratorio, esta pyme -que mezcla mecánica y biotecnología- instalará plantas modulares de fabricación chilena en cuyo interior habrá larvas de la mosca soldado negro que transformarán los desechos orgánicos depositados por determinada comunidad en alimentos para la industria avícola y salmonera. El modelo de negocios involucra una recompensa económica por cada kilogramo de residuo que los vecinos y vecinas vayan a dejar a las máquinas. Actualmente Insect Revolution compite en la iniciativa Transformación Tecnológica para Nuevas Economías Metropolitanas.
Con apenas algunos meses de vida, la empresa Insect Revolution pretende, como lo indica su nombre, lograr una verdadera revolución a partir de los insectos. La pyme, que se encuentra aún en una fase preliminar de laboratorio, aspira el próximo año a masificar por la Región Metropolitana -y luego por todas las zonas del país- su propuesta de granjas urbanas de crías de insectos que convierten residuos orgánicos en proteína animal.
La idea nació a partir de un match entre dos áreas de estudio que en este emprendimiento se conjugan. Por una parte, uno de los socios de la empresa, mientras trabajaba en el extranjero, fue testigo de cómo se hacían cultivos de insectos y llegó a comentar cómo funcionaba la proteína resultante.
“Al unir ambas experiencias vimos una oportunidad para montar plantas modulares de insectos donde mezclásemos la mecánica con la maquinaria industrial para procesar los residuos orgánicos, y usar la biotecnología para trabajar con este insecto que se come bastante rápido el residuo orgánico y sirve como proteína para alimentar animales”, sostienen en Insect Revolution.
Así, conjugando el factor urbano y el factor biotecnológico, los creadores de Insect Revolution armaron un modelo de negocios con un potente ingrediente social que se expresa en la participación determinante de la comunidad. Apalancada por la Estrategia Nacional de Residuos Orgánicos (ENRO), la gestión urbana de residuos a través de estas granjas de insectos propone recompensar económicamente a vecinos y vecinas mediante la recuperación y valorización de cada kilogramo de residuos orgánicos depositado en la planta modular.
El insecto que produce la transformación a la proteína es la larva de la mosca soldado negro, que tiene una alta capacidad para consumir el residuo orgánico aportado por los clientes, para luego convertirlo en pulpa. La proteína final se piensa utilizar en la industria avícola, salmonera y, en general, en ganado de todo tipo. La planta, por su parte, está pensada para ser incluida al interior de un container.
“Al unir ambas experiencias vimos una oportunidad para montar plantas modulares de insectos donde mezclásemos la mecánica con la maquinaria industrial para procesar los residuos orgánicos, y usar la biotecnología para trabajar con este insecto que se come bastante rápido el residuo orgánico y sirve como proteína para alimentar animales”.
Made in Chile
En contraste con varias empresas que importan las máquinas de procesamiento de residuos orgánicos, los artefactos que dan vida a Insect Revolution son de fabricación chilena y, por lo tanto, entrañan generación de empleo a nivel local.
“Eso es algo muy destacable porque los hornos, las trituradoras y la máquina en general es de confección nacional, es decir, podemos producir máquinas en Chile para llevarlas a otras partes del mundo. La generadora de la pulpa final que se transforma en proteína también es chilena. Esperamos protegerla intelectualmente, porque nos interesa producir en forma local”, dicen en la empresa.
Con todas estas virtudes, Insect Revolution postuló a la iniciativa Transformación Tecnológica para Nuevas Economías Metropolitanas, desarrollada por el Centro de Innovación en Ciudades de la Universidad del Desarrollo (UDD) y financiada por el Fondo de Innovación para la Competitividad del Gobierno Regional Metropolitano (FIC-RM). Este proyecto busca fomentar nuevas soluciones digitales que aporten al desarrollo e implementación de sistemas económicos sustentables y de escala humana en las ciudades. Por estos días se conocerán las cuatro pymes ganadoras que recibirán 20 millones de pesos para desarrollar la idea madre.
“El llavero token con un identificador electrónico se lo entregamos al vecino, quien puede pesar el residuo y acumular puntos canjeables. Ahí hacemos la conversión en dinero para pagarles a fin de año”.
El premio para el vecino
Aunque tienen una fábrica en Lampa, el servicio no ha podido aún ser probado en terreno, con los vecinos y vecinas. La primera prueba de fuego serán los puntos limpios y juntas de vecinos de la comuna de Quilicura, para luego expandirse por toda la RM.
Pero, sin duda, el incentivo mayor y que constituye la máxima innovación del modelo de negocios es la integración de la comunidad al sistema de granjas urbanas. En ese sentido, a través de la aplicación de internet de las cosas (IoT), Insect Revolution le pagará a cada vecino o vecina que se acerque a la junta de vecinos o al punto limpio por cada kilogramo de residuo orgánico que aporte. El aparato mágico será un llavero token que le permitirá al vecino acumular puntos y, a fin de año, ser convertido a dinero.
“El llavero token con un identificador electrónico se lo entregamos al vecino, quien puede pesar el residuo y acumular puntos canjeables. Ahí hacemos la conversión en dinero para pagarles a fin de año”, dicen en la empresa. José del Solar (CEO de la pyme y biotecnólogo), Javiera Valenzuela (diseñadora industrial), Pablo Ruz (ingeniero civil mecánico), Valentina Muñoz (biotecnóloga), Daniel Troncoso (biotecnólogo) y Rocío Espinosa (encargada de comunicaciones y relaciones) conforman el equipo detrás de Insect Revolution.
Por ahora, las plantas serán supervisadas por personal de la empresa, pero a futuro, y en la misma línea social y de relacionamiento con la comunidad, la idea es que sean los mismos vecinos y vecinas que tengan una fracción de la planta modular para darle mayor sostenibilidad en el tiempo.