Fundación Ecolety: la cooperativa de costureras con perspectiva de género que trabaja en el reciclaje de jeans
Con 10 años de vida, este emprendimiento social, colectivo y sustentable apuesta por el suprarreciclaje o upcycling de los jeans que logran acopiar para luego convertirlos en bolsos. La venta de estos nuevos materiales les permite generar ingresos para la subsistencia de las cerca de 60 mujeres que integran el proyecto. Operativa en San Bernardo, la organización tiene varias redes a nivel territorial, siempre llevando como bandera el discurso contra la violencia de género, además del apoyo a organizaciones sociales y ollas comunes que resisten contra la pandemia.
A las 23.15 horas de ayer, Leticia Silva Valdés, vocera de Fundación Ecolety, se hallaba protestando por el crimen de la joven Ámbar Cornejo y por todas las mujeres víctimas de la violencia de género. Hace 10 años, esa situación de vulnerabilidad la llevó a ella y a otras mujeres a crear Fundación Ecolety, un proyecto de desarrollo sustentable con identidad de género y promotor del emprendimiento social que tiene domicilio en la comuna de San Bernardo.
“Nosotras somos mujeres que venimos con dificultades por el tema de la violencia. Es una realidad. Somos proletas, hijas de obreros. Nuestro objetivo era salir de la violencia económica a través de nuestros emprendimientos con herramientas colectivas, sustentables y amables”, recalca la fundadora, quien prefiere ser llamada como “La Pájara Valdés”.
Ecolety trazó su ruta a poco andar. Partió haciendo manualidades, pero de pronto surgió la necesidad de buscar materiales para poder funcionar y “no había capital para invertir, por lo tanto, ahí nace la idea de trabajar sobre lo reutilizado”, dice Valdés.
Así, optaron por recuperar jeans usados y desgastados, para luego desarmarlos y convertirlos en bolsos. A esa altura ellas no sabían que eso, en términos técnicos, se llamaba “suprarreciclaje” o “upcycling” en inglés, es decir, utilizar residuos para fabricar nuevos materiales más elaborados o de mejor calidad. “Para nosotras era un lenguaje súper nuevo, nosotros lo veíamos como un recurso”, añade la emprendedora.
“Teníamos que enseñar un oficio para que las compañeras pudieran salir de la violencia económica y generar ingresos”, comenta Leticia, para quien fue prioritario implementar un modelo de cooperativa para organizar y dividir los dineros, y transparentar las cuentas. Así, cada una de las mujeres que integra el colectivo recibe un porcentaje de ingresos por cada labor realizada en la cadena de producción desde los jeans hasta los bolsos.
“Nos especializamos en el jeans, siempre ha sido nuestra prenda, porque es una tela más resistente. Podemos hacer muchas cosas sin descoser tanto y eso lo hemos mantenido en el tiempo. Desarmamos el jeans: botones, cierres, pretinas, etcétera, para hacer bolsos, mochilas, chaucheras y carteras”-
Desarman 300 kilos de jeans por mes
Ecolety agrupa a cerca de 60 mujeres, 20 de ellas más activas. Si bien confluyen diferentes disciplinas de formación, prevalece el oficio de costureras. “Nos especializamos en el jeans, siempre ha sido nuestra prenda, porque es una tela más resistente. Podemos hacer muchas cosas sin descoser tanto y eso lo hemos mantenido en el tiempo. Desarmamos el jeans: botones, cierres, pretinas, etcétera, para hacer bolsos, mochilas, chaucheras y carteras”, complementa “La Pájara”. Ahora están empezando a recibir camisas y cortinas de casas para seguir trabajando en la costura.
Al principio de los tiempos, Fundación Ecolety se surtió de los aportes de las mujeres que conforman la cooperativa. Le pedían una prenda a la abuelita. Y luego empezaron a diseñar campañas para recolectar los jeans que la gente ya no usaba, y que seguramente irían a parar inexorablemente al vertedero. Montaron un centro de acopio, aún vigente, para dicha tarea. En paralelo, compraban los jeans a precios muy convenientes en las ferias libres. El último impulso llegó con el apoyo de instituciones y empresas como Ecocitex, Emaús y Fundación Mingako. Estas entidades donan a Ecolety los jeans que reciben en su depósito, de tal suerte que Ecolety logra reunir un volumen considerable de material para que las costureras puedan ejercer su oficio.
“Como Ecocitex trabaja con lana, el jeans no les servía porque la mezclilla es una tela muy dura. Entonces nos llamaron, en plena pandemia, para donarnos los jeans. Además, ellos nos compran objetos que luego nosotras confeccionamos”, asegura la vocera de Fundación Ecolety, quien calcula que desarman 300 kilos de jeans al mes. La proporción es: por cada jeans recuperado nacen dos bolsos y una chauchera.
En el último tiempo, además, Ecolety también programa un día a la semana para realizar servicio de retiro de jeans y textiles a domicilio en toda la provincia del Maipo, compuesta por las comunas de San Bernardo, Buin, Paine y Calera de Tango. “Si quieren donarnos jeans pueden pasar a dejarlos a nuestro taller y si es una cantidad grande las retiramos a domicilio. Nos pueden contactar a través de nuestras cuentas de Facebook o Instagram, a través de las cuales también vendemos nuestros bolsos. Lo que más nos conviene es vender al por mayor”, informa Valdés.
El taller textil, eso sí, es solo una de las variadas áreas de trabajo de la cooperativa. Otro tanto lo conforman las áreas de levantamiento de proyectos, la de charlas motivacionales en organizaciones sociales la de Tienda La Trama, la plataforma física en la que venden los bolsos fabricados a partir de los jeans. Hace tres años, y gracias a un convenio con la Municipalidad de San Bernardo, cuentan con un espacio en el Mercado Municipal de dicha comuna, pero en estos momentos, debido al coronavirus, se encuentra cerrado.
En el taller, aclara Valdés, no solo se desarma la mezclilla para hacer los bolsos. También hay una línea importante que consiste en remendar los jeans que llegan hasta el centro de acopio o que reciben de manos de las instituciones amigas. “Nuestra consigna es reparar la ropa para que la gente deje de consumir textiles. De hecho, queremos levantar un proyecto para arreglar máquinas de coser y también ser zapateras”, detalla la fundadora de Ecolety.
“Si quieren donarnos jeans pueden pasar a dejarlos a nuestro taller y si es una cantidad grande las retiramos a domicilio. Nos pueden contactar a través de nuestras cuentas de Facebook o Instagram, a través de las cuales también vendemos nuestros bolsos. Lo que más nos conviene es vender al por mayor”.
Apoyo a ollas comunes: de jeans a mascarillas
Ecolety cuenta con varias figuras administrativas: cooperativa, fundación, empresa colectiva con personalidad jurídica ante el Servicio de Impuestos Internos. Esta amalgama de opciones les permite postular a diferentes tipos de proyectos, según su naturaleza. Un grupo de cinco a seis mujeres aborda gestiones administrativas, pero “el resto de las compañeras cumple responsabilidades igualmente importantes”, dice “La Pájara Valdés”.
El sueño de la socia de la fundación es seguir creciendo, al punto de crear a futuro un gran centro de acopio textil para toda la provincia del Maipo. Del mismo modo, con los excedentes del material que ocupan para hacer los bolsos, pretenden conformar un banco de residuos de jeans para vender a otras costureras a bajo costo y sean aprovechados. “A veces ocupamos la pura pierna del jeans y dejamos ahí las hebillas y los cierres. Si hacemos un banco vamos a ponerlo a disposición de las costureras”, agrega.
El mensaje social que propugna la organización tiene su correlato en los productos que realizan a partir de su impronta sustentable. Con los retazos de los jeans comenzaron a fabricar mascarillas. Pero, a la inversa de lo que se pudiera creer, esta opción no se inició en la pandemia sino el 19 de octubre, un día después del estallido social. “Estuvimos en la calle desde el principio y salimos a vender las mascarillas hechas de jeans, porque básicamente era para combatir los gases lacrimógenos. Podías humedecerla con bicarbonato. Cuando llegó la pandemia, tuvimos que combinar el jeans con materiales más resistentes porque teníamos que evitar que el virus se propagara. Pero cuando el coronavirus empezó, nosotros ya habíamos empezado a hacer mascarillas”, cuenta la representante.
De la venta de esas mascarillas -algunas de las cuales tienen diseño serigrafiado- florecen recursos para todas las mujeres que participan en la cadena de confección. La que desarma el jeans, la que corta, la que cose, la que vende. Una vez resuelta esa necesidad económica, un porcentaje de las ventas se destina a apoyar a ollas comunes de San Bernardo. Del mismo modo, también han sacado un margen para ir en ayuda de comunidades mapuches. “Nosotras tenemos una historia política bien marcada, nos conectamos con la Red Chilena contra la Violencia hacia las Mujeres, siempre estamos moviéndonos, pero en el tema político no le creemos a nadie. Creemos en el cooperativismo como solución a través de las organizaciones sociales”, cierra “La Pájara”.