“En Chile hay 220 comunas rurales, todas en situación precaria. Hay cerca de 220 mil pequeños predios, que son familias, y el 60% de ellos no alcanzan a tener un ingreso mínimo mensual. Y en Latinoamérica son 16 millones de predios que viven en situación de precariedad y pobreza. Nosotros queremos cambiar y mejorar sus condiciones de vida”, dice Manuel Ríos, fundador de Alfaseta.
Ríos habla con la convicción del que ya ha recorrido varias veces el camino de avanzar tras un objetivo que impacte en el entorno. Y con la experiencia de más de diez años emprendiendo, desde que siendo aún un estudiante de medicina veterinaria de la U. Austral intentó levantar una planta faenadora de jabalíes para apoyar a pequeños agricultores de Panguipulli, y que luego logró poner en funcionamiento una planta de biogás a partir de los purines de le lechería.
En el proceso fracasó varias veces y se vio en quiebra cuando todavía no salía de la universidad, pero siguió adelante y también conoció el éxito. En 2016, tras varios años trabajando en bienestar animal y buscando soluciones para mejorar la producción de cerdos, creó Swinsmart, un software de gestión que permite trazar todo el ciclo de vida de un animal, su inocuidad y bienestar, desde la granja a la mesa.
Fue una idea que le costó instalar en Chile, pero que afuera fue bien recibida. Tras ser finalista del Nutreco Feed Tech Challenge desarrollado en 2018 en Holanda, licenció la tecnología que hoy opera en España, Holanda y Canadá, y actualmente forma parte del directorio de la compañía. Pero hoy está de vuelta en Chile impulsando un nuevo desafío: Alfaseta.
Es una idea que inició con un amigo en 2017, y que inicialmente tenía como objetivo ayudar a la pequeña agricultura creando cultivos de champiñones dentro de un container, en un ambiente controlado. La idea original era mandar el container completo, con todo el ecosistema y las setas vivas en su interior, en un barco a los mercados asiáticos, para que el consumidor en China lo abriera y cosechara. Mientras hacía un MBA en Vancouver, aprovechó de viajar a China, Singapur, Hong Kong, vendiendo la idea.
“Mientras estuve afuera, mi socio se contactó con la red de jóvenes rurales, le metió fuerte el tema de la economía circular, de los circuitos cortos de comercialización, y construyó un modelo precioso. Cuando llegué a Chile a fines de 2018 me di cuenta que el modelo era distinto, y me subí al carro, le dije tienes toda la razón: la idea era ayudar a la pequeña agricultura, ser parte de la solución climática, y utilizar este módulo autónomo que mantendría a las setas vivas para la exportación para traspasarlo a nuestros asociados”, explica Manuel Ríos.