Los desafíos de la próxima COP26: cerrar la regulación de los mercados de carbono, que grandes emisores presenten compromisos ambiciosos, e impulsar finanzas climáticas
A fines de octubre se iniciará en Glasgow la cumbre global del clima que busca cerrar los capítulos pendientes del Acuerdo de París para iniciar su implementación, en un escenario donde la ciencia llama a actuar con urgencia. En el marco de la Semana del Clima, tres expertos analizaron los principales desafíos de la COP26, el papel de la recuperación post pandemia, la importancia de tomar decisiones basadas en ciencia, y el rol que tendrán las inversiones privadas en avanzar hacia un mundo bajo en carbono.
Periodista
Entre el próximo 31 de octubre y 12 de noviembre se desarrollará en el Scottish Event Campus (SEC) de Glasgow, Escocia, la 26ª Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP26), organizada por el Reino Unido en colaboración con Italia. Será la oportunidad de cerrar los puntos pendientes del histórico acuerdo firmado en 2015 en París durante la COP21 para combatir el cambio climático y acelerar -e intensificar- las acciones e inversiones necesarias para un futuro sostenible con bajas emisiones de carbono, e iniciar definitivamente su implementación.
De ahí que la COP26 aparece como una cita clave, donde se debiera cerrar lo que se conoce como el “libro de reglas” del Artículo 6 del acuerdo, que regula el funcionamiento de los mercados de carbono -y por tanto la vía a través de la cual el sector privado se incorpora al acuerdo- y el único asunto aún pendiente para iniciar la implementación. Un artículo que se intentó cerrar durante la COP25 presidida por Chile, pero del que solo se lograron aprobar algunas partes y el texto aún sigue en discusión.
Para Carolina Urmeneta, jefa de la Oficina de Cambio Climático del Ministerio del Medio Ambiente, al cierre del Artículo 6 se suman además una serie de desafíos, aseguró durante un seminario dedicado a esta cumbre en el marco de la Semana del Clima desarrollada la semana pasada. Entre ellos, uno de los más relevantes es que todos los países presenten sus Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional (NDC, por sus siglas en inglés), donde fijan sus compromisos de mitigación y adaptación, y que estas sean ambiciosas y alineadas con la ciencia. Y en particular, los grandes emisores.
“Seguimos viviendo una pandemia muy importante a nivel mundial y eso ha hecho que se retrasen muchos de los compromisos, pero no puede ser así. De los mayores 15 emisores a nivel mundial, que emiten a lo menos el 73% de los gases de efecto invernadero, son muy pocos los que cumplieron con presentar su NDC al 2020, que era el requisito del Acuerdo de París, y siguen siendo muy pocos los que la han presentado al 2021 (…) Ahí hay un desafío tremendo; se requiere que los grandes emisores presenten sus NDC en línea con lo que pide la ciencia, es necesario que esos compromisos sean transparentes y claros respecto a sus reducciones, y en ruta hacia la carbono neutralidad”, afirmó.
A esto se suman, planteó, otros cuatro temas relevante de cara a la cita en Glasgow: la transparencia, acordar cómo se van a reportar los avances de cada uno de los países respecto de los compromisos de su NDC; las finanzas, relacionado con los compromisos de los países desarrollados para el financiamiento climático para el período 2021-2025, y en adelante; y finalmente los temas de adaptación, y de pérdidas y daños, que cobran especial relevancia para los países más vulnerables a los efectos del cambio climático, y en particular para los países no desarrollados o en vías de desarrollo.
“Se requiere que los grandes emisores globales presenten sus NDC en línea con lo que pide la ciencia, es necesario que esos compromisos sean transparentes y claros respecto a sus reducciones, y en ruta hacia la carbono neutralidad”
“Estos seis temas, que son los principales de la negociación de la COP26, están todos muy ligados. El acuerdo de mercado tiene mucho que ver con que se logre financiamiento para la adaptación; la transparencia está muy relacionada con el cómo reportamos nuestros compromisos, y también el financiamiento; por lo tanto, es un paquete completo que se debe negociar en estos seis ámbitos principales que vamos a ver en la cumbre”, afirmó Carolina Urmeneta.
A esto se suman otras preocupaciones que corren en paralelo a los acuerdos propios de la convención, como los impactos de la pandemia y la recuperación económica post crisis sanitaria. Para José Luis Samaniego, jefe de la División de Desarrollo Sostenible de la Cepal, el problema es que en este último ámbito, y frente a la necesidad de ejecutar recursos públicos para poder contener la pandemia y dinamizar la recuperación, no han primado las opciones verdes o las alineadas con la acción climática las que han primado.
“Al ver los gastos en recuperación, se gastó cuatro veces más en alternativas altas en carbono que en alternativas bajas en carbono: US$7.500 millones contra US$1.600 millones. Y este último monto representa apenas el 2% de los gastos declarados en recuperación”, dijo Samaniego al exponer en el mismo seminario.
Por ello, agregó, en el marco de la COP26 se debe hacer un trabajo importante para acompañar la negociación con la implementación de las políticas públicas en las áreas económicas de los gobiernos, “no tanto en las áreas ambientales sino que en aquellas que están tomando decisiones de gran repercusión ambiental por medio de lo que se llamaría políticas públicas ambientales implícitas: ministerios de economía, de obras públicas, de agricultura y otros que -a fin de cuentas- están definiendo el rumbo de la inversión”.
Un foco relevante de la próxima cumbre mundial del clima para los países no desarrollados y en desarrollo será la adaptación, en un contexto en que los mecanismos de apoyo financiero vinculados a la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC) como el GEF o el Fondo Verde del Clima han venido privilegiando la mitigación -y básicamente dos sectores que son transporte y energía-, y han ido dejando de lado la adaptación, dijo Samaniego.
“Vamos a lanzar en la COP26 una alianza internacional de comités científicos asesores, porque 20 o 30 países ya los han constituido; ya nos hemos estado juntando virtualmente (…) Creo que podemos acompañar a nuestros países en las decisiones que habrá que tomar e implementar, con la ciencia más actualizada”
“La próxima presidencia de la COP26 ha hecho muy público, y con mucho énfasis, que quieren balancear esa aproximación. Pero traemos un déficit muy grande en los aportes al fondo (…) La inversión en adaptación es muy parecida al enfoque keynesiano, ya que tiene multiplicadores económicos muy elevados y en general es muy intensa en empleo. Entonces, invertir en adaptación es también un mecanismo para dinamizar e incluir al mismo tiempo. Una cuestión que no está totalmente decidida y sigue en discusión es que no es lo mismo adaptar a las poblaciones vulnerables que a los sectores económicos vulnerables. Ahí hay una disyuntiva muy importante”, afirmó.
El rol de la ciencia, y de las inversiones
En las últimas COP, la información entregada por la ciencia ha ido adoptando un rol cada vez más crucial en relevar la urgencia de disminuir emisiones para evitar un escenario de calentamiento global que nos lleve a una catástrofe. Y la muestra más patente de ello fue el impacto que generó el último informe del Panel Intergubernamental de Expertos Sobre el Cambio Climático (IPCC) hecho público en agosto.
Para Maisa Rojas, climatóloga y directora del Centro del Clima y la Resiliencia (CR2), si bien estos informes científicos nos vienen alertando -con evidencia- de la crisis global desde hace casi 30 años, la forma en que se han empezado a comunicar sus resultados ha ayudado a incrementar la conciencia de la gravedad de la situación.
“Es cierto que este último informe produjo harto impacto, y eso espero que sea una buena noticia. Hubo un esfuerzo muy importante de comunicación sobre lo que contienen las 4 mil páginas de un informe técnico, complejo, muy amplio y que abarca una cantidad gigantesca de áreas, pero en su bajada hubo un esfuerzo bastante inédito para comunicar el nivel de urgencia. Creo que es ahí donde se diferencia de informes anteriores”, planteó.
“La evidencia está ahí -agregó-, y ahora lo que toca es tomar acciones respecto de la evidencia. El año pasado no hubo COP por la pandemia, y la pandemia también fue un ejemplo de países que toman decisiones con evidencia científica logran enfrentarla de mejor manera. Eso debiera ser un llamado de que para tomar buenas decisiones en un mundo tan complejo como el que estamos viviendo, se haga en conjunto con la ciencia. Y para eso nosotros también tenemos que aprender a comunicar mejor. Esta es una alianza que por suerte tenemos en Chile, que creo que hay que reforzar, mantener, y estoy segura que va a traer muchos beneficios”.
“No puede seguir siendo más barata la producción de energías fósiles (…) No podemos ser omisos a la regulación que habilita la penetración de los vehículos eléctricos, a los materiales reciclados en la economía, para que también se mande una señal de que esos son los nuevos nichos de inversión, y que queremos ir en ese rumbo”
Un ejemplo de ello, dijo Carolina Urmeneta, está en la construcción de la última NDC presentada por nuestro país ante Naciones Unidas. “El apoyo y la participación activa que tuvimos de los científicos en Chile para poder actualizar nuestra NDC fue clave. La NDC es transparente respecto de su meta, y es una meta en presupuesto de carbono -es decir, respecto de la cantidad de gases de efecto invernadero acumulado entre 2020 y 2030-; no hay especulación ahí, es un número que es fijo, que está establecido, y que es ambicioso. Y a la vez nos comprometimos a bajarlo a los sectores productivos, que es lo que estamos haciendo ahora y que vamos a entregar en la COP26, cuando presentemos la estrategia climática de largo plazo del país”, afirmó.
En ello incidió el trabajo del Comité Científico creado en el país para la COP25 presidida por Chile, que concluyó en un documento elaborado por más de 600 científicos nacionales para enfrentar los impactos del cambio climático en el país. Esto proceso, dijo Maisa Rojas, también se ha observado en otros países, por lo que en la próxima COP26 se lanzará una alianza internacional de comités científicos asesores de los gobiernos.
“Hay cerca de 20 o 30 países en el mundo que ya los han constituido, nos hemos estado juntando virtualmente, y reconocemos que nuestros roles pueden ser muy beneficiosos particularmente en esta década que se nos viene. Sabemos que tenemos que llegar a ser carbono neutrales a 2050, y que a 2030 debiéramos estar en la mitad de las emisiones. Es un desafío gigantesco, y creo que podemos acompañar a nuestros países en las decisiones que habrá que tomar e implementar, con la ciencia más actualizada para poder tomar las mejores decisiones”.
Para Samaniego, otro actor relevante en las discusiones que se vienen será el mundo financiero, de las inversiones. “Si en la COP26 se logra resolver el problema de las reglas y del Artículo 6, y no centrarse en los pequeños defectos de moverse del mundo del Protocolo de Kioto al mundo del Acuerdo de París, eso permitiría cerrar el acuerdo de las reglas y eso culminará también con la cuestión de pérdidas y daños, las principales tareas legislativas de la convención. Creo que ahora las principales tareas para el cumplimiento de los objetivos de la convención se mueven a los otros actores: los mundos regulatorios, y los mundos de las finanzas, y de los incentivos a la inversión”.
Y en ello serán claves instrumentos como las estrategias climáticas de largo plazo de los países, ya que una vez que queden asignados los presupuestos de carbono sectoriales va a ser inevitable que se alineen las finanzas públicas, la política tributaria y la política financiera para que cada uno de los sectores se mantenga dentro de su respectivo presupuesto de carbono, y que esto además sea coherente con las NDC.
“No puede seguir siendo más barata la producción de energías fósiles, o subsidiar su producción o consumo, que el apoyo a las energías renovables. Y no podemos ser omisos a la regulación que habilita la penetración de los vehículos eléctricos, a los materiales reciclados en la economía, etc., para que también se mande una señal a los potenciales inversionistas de que esos son los nuevos nichos de inversión, y que queremos ir en ese rumbo”, afirmó.