Álex Godoy, revisor del informe IPCC: “Los cambios de comportamiento de la población deben ser apalancados con políticas integrales”
El académico de la Universidad del Desarrollo pone énfasis en la “gestión de la demanda” relevada por el informe del Grupo III de Trabajo que abordó el tema de la mitigación del cambio climático. Dice que la evidencia es clara con respecto a que los cambios en los patrones de consumo de la ciudadanía pueden tener un gran impacto en la reducción de emisiones para una transición justa. Tanto, como adoptar energías renovables en vez de combustibles fósiles.
Siguiendo la tendencia de los últimos tiempos, el último informe del IPCC, publicado el 4 de abril, fue lapidario en sus conclusiones. El Grupo de Trabajo III del Panel, cuya orientación se enfocó en la mitigación de las emisiones de gases de efecto invernadero, sostuvo que para limitar el alza de temperaturas globales a no más de 1,5° C es necesario alcanzar el punto máximo de las emisiones antes de 2025, y que disminuyan en un 43% a más tardar en 2030.
Si no hay acciones concretas aquí y ahora, es muy probable que el planeta llegue a un escenario inhabitable en el año 2100, con un alza en el calentamiento global a 3,2° C. Otra de las dramáticas conclusiones es que la década de 2010-2019 registró las emisiones anuales promedio de GEI más altas que cualquier década anterior, con 59 gigatoneladas de dióxido de carbono.
En este último informe le tocó representar un papel importante al director del Centro de Investigación en Sustentabilidad de la Universidad del Desarrollo, Álex Godoy, quien cumplió un rol como editor revisor del capítulo 13 del documento, sobre políticas nacionales y subnacionales. El experto desglosa con País Circular las principales implicancias de este reporte.
-¿Cuál es su mirada general al respecto? ¿Es así de catastrófico el escenario o hay espacio para alguna salvación?
-El informe viene a corroborar lo que hemos visto en otros informes: no estamos en el track de los 1,5 grados que nos hemos propuesto de cara a los compromisos multilaterales. Y para alcanzar esos 1,5 grados, tendríamos que llegar a un peak de emisiones al 2025 y eso se ve difícil. Hemos visto que las emisiones se han ralentizado, es decir, han aumentado más lentamente; eso hace que el peor escenario ya no sea lo más problemático. Estamos en la idea de que podríamos alcanzar un 2,2°, un 2,5° o un 2,7°. El peak debíeramos alcanzarlo en 2025, pero nos vamos a atrasar. Si nos atrasamos con la fecha, podemos volver atrás, pero nos va a costar mucho más. Cualquier herramienta de mitigación de emisiones de gases de efecto invernadero en términos de inversiones va a salir mucho más barato que el hecho de mitigar emisiones en 10 o 20 años más. Porque será mayor la cantidad de emisiones acumuladas y, por lo tanto, tendrá que ser mucho más grande el esfuerzo que vamos a requerir en algunos años más con respecto a lo que requerimos hoy. Sobre el 50 por ciento de la batería de acciones totales que se pueden hacer, valen hoy 20 dólares la tonelada de carbono, es decir, es bajo. Los beneficios económicos son más altos en términos futuros, porque en la medida en que nosotros restringimos las emisiones, los impactos derivados del calentamiento global son menores, y eso debemos tenerlo claro aquí y siempre.
“Que la gente se esté moviendo a un cambio de dieta, a una movilidad sostenible usando bicicletas, o caminatas, debería ir acompañado de la reformulación de la estructura de ciudad: en la electrificación del transporte público y que la ciudad se haga accesible a este cambio de comportamiento”.
-¿Qué elementos se deberían reforzar a nivel de ciudades para enmendar el rumbo y transitar por una senda correcta?
-El reporte no dice qué se tiene que hacer; dice qué ha funcionado y qué no ha funcionado. Hemos visto que la evidencia muestra que los cambios de actitud y de comportamiento de la población deben ser apalancados con políticas más integrales, por lo tanto, no podemos desconectar unas con otras. Que la gente se esté moviendo a un cambio de dieta, a una movilidad sostenible usando bicicletas, o caminatas, debería ir acompañado de la reformulación de la estructura de ciudad: en la electrificación del transporte público y que la ciudad se haga accesible a este cambio de comportamiento. Debe ir acompañado por una rápida electrificación de numerosos procesos que todavía no usan estas energías renovables que, además, han bajado ostensiblemente sus precios como la energía eólica, solar o las baterías. Pero también debemos movernos rápidamente al sector industrial en el cual la electrificación es muy difícil que llegue. Entonces no es que debamos apuntar a una por sobre la otra, sino que cada país debe buscar el mix de políticas que les permita, de acuerdo a sus particularidades, ir avanzando en reducir emisiones a través de distintas dimensiones.
-¿Se refiere a esta mitigación del “lado de la demanda” más que “del lado de la oferta” relevada por el informe como novedad?
-Claro, hoy se apunta que la demanda de la gestión energética es relevante. Lo novedoso es que hoy tenemos la evidencia de que esa gestión de demanda permite acoplarse a los esfuerzos de suministros de energías más verdes. Ya no es solamente energías verdes, sino que podemos abarcar el tema de la mitigación por medio de la demanda. Me explico: si antes el objetivo era cambiar todos los combustibles fósiles por energías renovables, hoy sabemos que ya no es solo eso: que si gestionamos la demanda podemos tener un impacto muy grande también; en el fondo, con menos energías renovables y reduciendo el consumo.
-¿Qué contenidos tuvo que revisar en el capítulo que le correspondió revisar? ¿Hay alguna referencia a la región latinoamericana o a Chile?
-Nosotros hablamos en términos específicos de las grandes áreas, no de países. Lo que nosotros vemos en términos de políticas nacionales y subnacionales, es que cada vez con más frecuencia, los países que abarcan más del 50 por ciento de las emisiones de gases de efecto invernadero tienen algún tipo de ley o regulación que afectan dichas emisiones, y que apoyan las reducciones continuas en el tiempo. Eso requiere de instituciones al interior de los países que permitan crear políticas de mitigación, y eso crea un cuadro legal que permite o hace más factible la implementación de políticas de ciudades. Hemos visto que los países tienen un alto nivel de acuerdo acerca de que las instituciones puedan crear paquetes de políticas para una transición baja en carbono.
“Cualquier herramienta de mitigación de emisiones de gases de efecto invernadero en términos de inversiones va a salir mucho más barato que el hecho de mitigar emisiones en 10 o 20 años más”.
-¿Y en ese sentido cómo ve la llegada de la ministra Maisa Rojas a Medio Ambiente, siendo que su tema central es el cambio climático?
-No podemos opinar sobre lo que hacen los países, a pesar de que nos conocemos con Maisa. Sí podemos decir que los países tienen los mix de políticas y que el desafío de Chile como el de otros países es ver cómo las instituciones crean esa estructura para que se pueda hacer una transición baja en carbono. No es solo tarea de un ministerio de medio ambiente, sino que es un desafío del país completo, tanto para Chile como para el resto de los países.
-¿Le sorprendieron las declaraciones tan duras del secretario general de la ONU, António Guterres, quien incluso acusó de mentirosos a los tomadores de decisiones?
-Las opiniones vertidas por Guterres responden a su rol en la ONU y a movilizar a los países en términos multilaterales. Obedecen a una reacción en torno a lo que los distintos informes ya venían diciendo: que ya se nos agota el tiempo para cumplir con las metas climáticas; que en vez de ser autocomplacientes, debiésemos ser un poco más autoflagelantes. Hay muchos que insisten en que vamos bien, en hacer un verano a partir de una gaviota, cuando la evidencia dice que no, que no estamos avanzando.
-Con tres informes del IPPC publicados de forma continua, ¿qué podemos sacar en limpio o cuáles debiesen ser los temas puestos en la mesa para las futuras COP?
-Lo que hizo este informe es ratificar de que hay evidencia suficiente de que el cambio climático está siendo conducido por el ser humano, no hay dudo de eso. Segundo: que los compromisos climáticos no se han cumplido por ninguna parte y que, pese a que hemos reducido la velocidad del incremento, no estamos llegando a lo que nos hemos comprometido en años anteriores. Tercero: el incremento de las temperaturas a nivel global va a traer muchos costos, que no son lineales, es decir, entre 1,5 grados a 2 grados no es lineal, sino que los impactos son mayores a los que habíamos pensado. La inacción ahora tendrá costos futuros de mitigación muy grandes, y los beneficios van a ser más restringidos.