“Dunas de La Chépica-Gota de Leche”: el enorme valor ambiental y cultural del nuevo Santuario de la Naturaleza de la región de Valparaíso
Uno de los campos dunares más grandes de la zona central de Chile se ubica en la comuna de El Tabo, Región de Valparaíso. Se trata de las Dunas de La Chépica-Gota de Leche, un ecosistema donde convergen dunas, humedales, fauna y flora, destacando en particular la Astragalus Trifoliatus o Hierba de El Tabo, una hermosa especie endémica en Peligro de Extinción. Dos especialistas, la directora del Centro UC Observatorio de la Costa, Carolina Martínez, y el biólogo integrante de la agrupación “Salvemos Gota de Leche”, Nicolás Acuña, explican a País Circular el potente valor detrás de esta zona, hoy declarada Santuario de la Naturaleza, así como las amenazas que se buscan detener.


Hace menos de un mes, el 20 de febrero pasado, se publicó en el Diario Oficial el Decreto Nº 36 del Ministerio del Medio Ambiente, que oficializa la declaración de Santuario de la Naturaleza de las Dunas de La Chépica-Gota de Leche. La declaración había sido aprobada el 1 de septiembre de 2023, de forma unánime, por el Consejo de Ministros para la Sustentabilidad.
De este modo, queda protegido ese campo dunar de la comuna de El Tabo, el más grande de la provincia de San Antonio, que comprende 270,35 hectáreas de un valioso ecosistema integrado por dunas, humedales, diferentes especies de flora, y variados tipos de aves residentes y migratorias, además de mamíferos, reptiles y anfibios.
Detrás de este logro hay grandes esfuerzos, principalmente de la ciudadanía, según declara Nicolás Acuña, integrante de la agrupación “Salvemos Gota de Leche”.
“El 2019, en el contexto de las distintas manifestaciones y expresiones que se estaban dando en Chile con el estallido social, en El Tabo hubo un grupo de personas que se reunió en un cabildo ciudadano, en el campo dunar precisamente, con el objetivo de analizar estrategias a tomar para proteger este lugar”, relata a País Circular el también biólogo.
“Luego de ese cabildo se forma el equipo núcleo, integrado por vecinos, vecinas, profesionales de la educación ambiental, periodistas, biólogos marinos, biólogas marinas, geógrafos, geógrafas, entre otros. Y este grupo comienza con el desafío de elaborar un expediente para presentarlo al Ministerio del Medio Ambiente, lo que finalmente se concreta a comienzos de 2022”, detalla Nicolás Acuña.
En el texto, en el que participaron agrupaciones como “Salvemos Gota de Leche”, “Ecosta” y “Territorio Costero”, se expusieron todos los antecedentes necesarios para requerir que el campo dunar fuese protegido, conservado y declarado con la categoría de Santuario de la Naturaleza.
Un esfuerzo que también valora Carolina Martínez, directora del Centro UC Observatorio de la Costa y académica del Instituto de Geografía UC. “Esto surge de la voluntad de un grupo humano que se comprometió a defender el lugar y a generar, por autogestión, fondos para poder levantar el expediente. Es un tremendo logro ciudadano, porque también relevaron la génesis de este campo dunar. Es decir, que no es un ambiente costero que se creó hace pocos años, sino que lleva miles de años y que forma parte de los procesos evolutivos que tiene la costa, de su historia natural, y que ha ido también desarrollando flora y fauna adaptada. Eso fue gracias a comunidades organizadas”.
“Es bastante significativa esta declaración de Santuario de la Naturaleza”, señala por su parte Nicolás Acuña. “A pesar de que a nivel nacional estamos en una especie de transición, por la Ley del Servicio de Biodiversidad y Áreas Protegidas (SBAP), que cambiará la figura de Santuario de la Naturaleza por otra. Sin embargo, es importante porque ahora tenemos una herramienta más para poder regular las intervenciones o los distintos usos que se le quieran dar a lo que fue declarado Santuario de la Naturaleza. Sí o sí tendrán que pasar por un proceso de evaluación de impacto ambiental”, destaca el integrante de “Salvemos Gota de Leche”.
Cabe mencionar que, tras la promulgación de la Ley Nº 21.600, que crea el Servicio de Biodiversidad y Áreas Protegidas, los Santuarios de la Naturaleza serán reclasificados, en un plazo máximo de 5 años, en alguna de las nuevas categorías según corresponda: Reserva de Región Virgen, Parque Nacional, Reserva Nacional, Monumento Natural o Área de Conservación de Múltiples Usos.
“Los campos dunares mitigan la energía extrema de amenazas que son recurrentes en Chile, como los tsunamis, pero también la erosión costera y los eventos de marejadas que han sido bastante intensos en los últimos 5 o 6 años”.

Zonas protegidas por este Santuario de la Naturaleza
En las Dunas de La Chépica-Gota de Leche, que se extienden entre el balneario de Las Cruces y el balneario de El Tabito, en la comuna de El Tabo, se identifican varios objetivos de conservación.
“Tenemos las dunas propiamente tal, como formadoras de ecosistemas de hábitat, los humedales costeros, hay un estero asociado, tenemos más de 230 especies de vegetación y esa lista va cada vez en aumento. Tenemos aves playeras que nidifican en las costas del campo dunar, como son el Pilpilén, los Playeros Blancos y distintas especies de Cholos también se han visto en las costas de Gota de Leche. Entonces, el valor en términos de biodiversidad es muy elevado”, comenta Nicolás Acuña.
“Y tenemos también la Astragalus Trifoliatus o Hierba de El Tabo, que es en el único lugar en el mundo donde se puede encontrar. Por eso tiene endemismo comunal y por eso está declarada por el Ministerio del Medio Ambiente en Peligro Crítico de Extinción. Porque uno podría presumir que en el futuro, si se sigue afectando a las dunas, si seguimos con las sequías, con el problema de las lluvias, esta hierba que es única en el mundo puede verse afectada en su población. Además de la amenaza que implica la circulación constante de vehículos motorizados, como motos o jeeps”, subraya el biólogo.
“Se conoce muy poco sobre esta Hierba de El Tabo que crece en la arena. Sabemos que tiene una hermosa flor morada con blanco, que se puede observar desde septiembre hasta noviembre-diciembre. En algunos momentos de su vida, de su desarrollo, puede estar asociada solamente a la parte inferior de las dunas, no visible. Pero en otras ocasiones se ve su hoja con pelitos, por eso se llama Astragalus Trifoliatus, porque tiene pelos en su hoja. Es completamente inconfundible”, recalca el experto.
Además de su valor biológico, las Dunas de La Chépica-Gota de Leche también alojan vestigios arqueológicos, lo que se traduce en una herencia cultural del tránsito que tuvieron los pueblos originarios por la costa de Chile.
De acuerdo a distintos levantamientos de información que se han realizado en el lugar, se han encontrado importantes restos como conchales, restos cerámicos o piedras “Tacitas”, que son horizontales, planas y con horadaciones. Se trata de sitios arqueológicos pertenecientes a las culturas Bato, Lolleo y Aconcagua, que habitaron la zona del litoral durante el Periodo Alfarero Temprano, hace unos 3.000 años atrás.
“Proteger este campo dunar es fundamental para apuntar a un desarrollo humano más integral, pero también para una economía que toma un nuevo paradigma, como es la economía de la biosfera. Es decir, el ser humano formando un todo con la naturaleza”.

Prestaciones de la naturaleza y amenazas
Dunas de La Chépica-Gota de Leche es un ecosistema único en la región de Valparaíso, de los pocos con alto grado de naturalidad y posible de conservar para futuras generaciones.
No obstante, más allá de la riqueza ecosistémica que salta a la vista en sus paisajes, los campos dunares y humedales también cumplen funciones específicas que benefician a los seres humanos.
“Los campos dunares mitigan la energía extrema de amenazas que son recurrentes en Chile, como los tsunamis, pero también la erosión costera y los eventos de marejadas que han sido bastante intensos en los últimos 5 o 6 años. Por lo tanto, el campo dunar está llamado a prestar lo que se denominada servicio ecosistémico, que es una valoración de lo que entrega la naturaleza al ser humano; en términos de economía local, provisión de agua, regulación del clima o acceso a recursos bioculturales que necesitan ser gestionados para su protección”, explica Carolina Martínez a País Circular.
“Entonces, proteger este campo dunar es fundamental para apuntar a un desarrollo humano más integral, pero también para una economía que toma un nuevo paradigma, como es la economía de la biosfera. Es decir, el ser humano formando un todo con la naturaleza”, agrega la directora del Centro UC Observatorio de la Costa.
Sin embargo, indica la especialista, los campos dunares están en degradación hace muchas décadas, debido principalmente a la extracción desmedida y sin regulación de arena por parte de empresas, para la industria de la construcción y otras actividades. Pero también porque son objeto de interés para inmobiliarias, lo que en muchos casos termina con campos dunares totalmente explotados o reducidos.
En cuanto a los humedales, que son reservorios de agua que se forman a través de drenaje local, con el campo dunar constituyen un sistema integrado. Y, por tanto, su restauración y conservación también forman parte de las denominadas soluciones basadas en la naturaleza para hacer frente a eventos extremos del cambio climático.
“Los humedales son áreas de alta biodiversidad, porque son cuerpos de agua, porque desarrollan suelos, porque permiten también la interconexión cuando ciertas condiciones estacionales lo permiten. Representan, de alguna manera, pasadizos por los cuales la vida va circundando e interactúan con el mar. Y eso también impacta a la flora”, detalla la académica del Instituto de Geografía UC.
“Entonces, dependiendo de la naturaleza de los humedales, estos pueden tener una conexión libre con el mar y formar sistemas marinos, como ocurre en las desembocaduras, por ejemplo, de las cuencas costeras. Pero, en general, el drenaje que tienen estos campos dunares es activado principalmente por lluvias de invierno. Y estos drenajes se interconectan también de manera subterránea cuando hay súperhabit de precipitaciones. Por eso que las quebradas parecen secas, pero son reservorios de agua que se activan cuando las condiciones estacionales lo permiten y, por lo tanto, tienen más vegetación y concentran flora, fauna y, en el fondo, más vida”, expone.
“En general todos los ecosistemas marino-costeros, pero en especial los humedales, forman parte de objetivos de conservación para elevar la resiliencia de la costa. Especialmente, para proteger la vida humana de estos grandes desastres que están siendo muy recurrentes en el mundo”, agrega Carolina Martínez.
No obstante, pese a la importancia de conservar estas reservas de agua, muchas veces se invisibilizan porque son objeto, por ejemplo, de microbasurales, los que van alterando y perjudicando su dinámica.
Así lo apunta la especialista, quien, en conjunto con el Observatorio de la Costa, hace 3 años está impulsando una Ley de Costa, con el fin de relevar el rol y la protección, a la vez de armonizar los usos de la costa con la fragilidad que tienen estos ecosistemas marino-costeros. Si bien hay una moción que se ingresó a la Comisión de Medio Ambiente del Senado, en noviembre de 2022, patrocinada por 5 senadores, hasta la fecha la discusión está detenida. “Y también se entregó una propuesta de Ley de Costa al Ministerio de Bienes Nacionales, que también está detenida, por lo que pareciera ser que no hay un interés, ni del Parlamento ni del Ejecutivo, por proteger la costa”, se lamenta la especialista.
“Lo que viene ahora es intentar convencer y volver a acercarnos a los propietarios de estos terrenos, para que nos sumen a nosotros como agrupación a la futura administración del Santuario. (…) Últimamente hemos tenido buenos acercamientos con algunos propietarios, que están de acuerdo o, al menos, que no tienen proyectos de intervenir, sino que de conservar el lugar”.

Papel de los propietarios de los terrenos
El Decreto Nº 36 indica que los propietarios de terrenos particulares, sobre los que recae este Santuario de la Naturaleza, deberán velar por su debida protección. Es decir, denunciar a los órganos competentes aquellos daños que se produzcan por causas ajenas a su voluntad.
Pero además, se les permite solicitar la administración de Dunas de La Chépica-Gota de Leche, ya sea de forma directa o a través de una fundación o corporación que estos constituyan, contando con el consentimiento de todos.
De ahí que Nicolás Acuña ponga énfasis en este punto: “Lo que viene ahora es intentar convencer y volver a acercarnos a los propietarios de estos terrenos, para que nos sumen a nosotros como agrupación a la futura administración del Santuario. O sea, ellos como dueños podrían perfectamente dejarnos afuera, así que depende mucho de la capacidad de diálogo que podamos generar con ellos y de su voluntad de integrarnos. Pero últimamente hemos tenido buenos acercamientos con algunos propietarios, que están de acuerdo o, al menos, que no tienen proyectos de intervenir, sino que de conservar el lugar”.
“Aunque, de todas maneras, cualquier tipo de intervención que se quiera hacer en el lugar, por temas de legislación, tiene que pasar por un sistema de evaluación de impacto ambiental. Entonces, a pesar de que los propietarios no quieran trabajar con nosotros, al menos tenemos esa salvedad de que tienen un gran ‘pero’ para intervenir o construir en el lugar”, añade el miembro de la agrupación “Salvemos Gota de Leche”.
Por su parte, el Ministerio del Medio Ambiente dispone de un plazo de 24 meses, desde la publicación del Decreto, para elaborar una propuesta de plan de manejo del Santuario de la Naturaleza, el que contendrá acciones concretas para que se cumpla la protección y conservación del área.
Y a esto se suma el importante rol que asumirá la Municipalidad de El Tabo, en su departamento de Medio Ambiente liderado por Amelia Clavijo, que desde ya trabaja en cómo asumirán este desafío en términos de fortalecer su gestión, recursos, seguridad pública y fiscalización, entre otros factores.
“El 2019, en el contexto de las distintas manifestaciones y expresiones que se estaban dando en Chile con el estallido social, en El Tabo hubo un grupo de personas que se reunió en un cabildo ciudadano, en el campo dunar precisamente, con el objetivo de analizar estrategias a tomar para proteger este lugar”.

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