Carlos García: “Me di cuenta que es mucho más que reciclaje”
Su empresa se llama Capi Gourmet y a él lo conocen como Capi. Esta palabra es una manera simplificada de Carlos Pipe, como le decía una tía, y que eligió como su marca Carlos Felipe García Briseño, profesional de la hotelería que hace unos cuatro años decidió empezar a vender lo que antes compraba. Fue así como creó su comercializadora de artículos, equipamiento y uniformes para restaurantes y hoteles, donde destaca una línea de productos compostables, biodegradables, reciclables y reutilizables.
Su rubro ha sido de los más afectados a causa de las restricciones adoptadas para evitar los contagios del virus que causa el Covid-19. “Me duele ver lo que están sufriendo los restoranes. Todos mis clientes cerraron, yo me fui a cero completamente y empecé a reinventarme pensando en preparar todo para cuando el rubro vuelva a funcionar; así que empecé a comercializar productos covid (sanitizadores, escudos faciales, mascarillas, pediluvios, etc.), lo que me ayudó a venderle a otras empresas y con lo que me he mantenido”.
Si bien se ha tenido que diversificar, la pasión de Capi es la hotelería y es ahí donde quiere seguir creciendo, y de forma cada vez más “verde”.
Cuenta que fue en 2006 cuando entendió que había que hacerse cargo de la basura que genera su rubro, especialmente en los lugares más apartados. En esa época administraba un complejo hotelero en Huilo Huilo, localidad conectada en esos años por un camino de tierra con la ciudad más cercana, Panguipulli, a una hora y media, lo que complicaba las compras y el retiro de basura. “Desde entonces me quedó la bala pasada, dije por acá tiene que ir la mano. Uno de los problemas, por ejemplo, es el aceite que se usa para freír, que quién lo retira, cuando se lo llevan, que a veces no iban a buscarlo…”, explica a modo de ejemplo.
Carlos comenta que siempre busca cursos y capacitaciones y así encontró a Kowork Araucanía, empezó a participar en sus actividades, hasta que un día lo invitaron al “Camp de Economía Circular”.
“No había oído hablar de Economía Circular, y cuando lo vi pensé que se trataba de reciclaje, pero ahora me di cuenta que es muchísimo más”.
“Aprendí muchas cosas, pero lo más potente, lo más ¡guau! para mi es el objetivo de cero desperdicios. Primero parece imposible, pero luego entendí que hay que partir de esa base. Quiero llegar a eso”.
“Todo lo que aprendí fue revolucionario, y todo tiene lógica: que todo viene desde el diseño y vamos a bajar costos. Yo he administrado muchos establecimientos y sé que lo que más importa son los costos, entonces hay que entender que esos costos se pueden bajar con una economía circular, hay que modificar esa visión antigua de desechar todo, hay que cambiarla para ver riqueza en la basura”.
“Eso es lo bueno del curso, que te abre los ojos. Antes yo lo único que tenía claro era que tenía que vender cosas que fueran ecológicas, pero en el Camp empecé a ver nuevas opciones, yo veo que en los problemas hay oportunidades”.
“Creo que este modelo de economía va a pegar muy fuerte. Yo he visto una evolución en los clientes y en los productos. Cuando creé la línea más ecológica, hace tres años, tenía que hacer un gran esfuerzo por convencer a los clientes, no entendían porque todo lo veían como un costo extra, me decían por qué tengo que pagar 50 pesos más por ese producto. También había personas interesadas y dispuestas a comprar, por eso me pareció bueno para negocio, pero era difícil. En este rubro se atiende a muchos turistas extranjeros, que prefieren verde, y eso a mis clientes les importa, porque significa dólares, así que usé ese argumento. Ahora hay más normas y el último año he visto un cambio de conciencia. Paralelamente, los productos se han ido perfeccionando y bajando de precio”.
“Hay que entender que cuando uno invierte en algo así no solamente baja los costos, sino que van a venir muchas otras cosas buenas, muy buenas. Incluso, puedes empezar a ganar más por otro lado”.
El empresario de Temuco cuenta que cuando comenzó el programa de formación en Economía Circular no sabía cómo aplicar el modelo en su empresa, porque pensaba que quien tenía que preocuparse era el que fabricaba o el que importaba los productos. Incluso, pensó montar otra empresa para aplicar los conceptos que estaba aprendiendo.
“Pero a medida que avanzaba empecé a ver muchas posibilidades. Al principio fueron ideas solo en mi cabeza y ahora ya tengo tres proyectos andando, en proceso de análisis y con ayuda de la gente del curso (AC2025). Las tres ideas consisten en aprovechar sobre lo que vendo, para que pueda tener un retorno y generar nuevas líneas de negocios”, cuenta Capi. En algunos casos se trata de una inversión más alta, pero Carlos sabe que existen alternativas de financiamiento y está dispuesto a buscarlas.
Todos sus proyectos son innovadores y parten desde el diseño con un modelo de circularidad. Piensa fabricar productos que apuntan a satisfacer necesidades del mercado, con un valor agregado, a partir de “residuos” o “desechos” de su rubro, como la ropa de cocina usada, los cuchillos gastados, el aceite de fritura e incluso las cenizas.
“El curso te enseña que donde hay un residuo hay una solución”, resume Capi.