La crisis hídrica en nuestro país se ha agudizado en los últimos años, y esto se ve reflejado en las cifras. Según la Dirección General de Aguas (DGA) a febrero del 2018 un total de 61 comunas se habían visto afectadas por este problema, y desde mayo del año pasado a la fecha, en la DGA se cuentan 11 decretos vigentes de declaración de zona de escasez hídrica, la mayoría para comunas y provincias de las regiones de Coquimbo, Valparaíso y Metropolitana.
Frente a una sequía que se ha prolongado por casi una década en el país, se han planteado una serie de soluciones para abastecer de agua a las zonas bajo escasez hídrica. Entre ellas se encuentran las plantas desaladoras, que ya están funcionando en el norte del país, y las carreteras hídricas. Estas últimas, que aún se encuentran en etapas preliminares, pretenden trasladar agua desde sectores donde abunda este recurso hasta lugares donde es insuficiente. En Chile hay tres proyectos en esta línea, dos de los cuales ya fueron presentados al Ministerio de Obras Públicas (MOP).
“Este tipo de iniciativas son de gran interés a nivel nacional, dada la realidad actual de desertificación del norte y centro de Chile. No obstante, éstas requieren de una gran inversión y de la factibilidad de poder concesionarlas y desarrollarlas abordando los diversos ámbitos que involucran, por lo cual se debe evaluar su interés público”, precisan desde la Dirección General de Concesiones (DGC) del MOP.
Uno de estos proyectos es “Vía Hídrica del Norte de Chile. Proyecto Alternativo sin Energía Solar”, ingresado en octubre de 2016 a DGC por Euro Engineering Group Chile (EEG). Y hoy el consorcio chileno-español busca acelerarlo, y para ello el próximo mes retomará las conversaciones con las autoridades para revisar la propuesta y ver su factibilidad.
Se trata de un servicio de transporte de agua por trazado terrestre, paralelo a la Ruta 5, que enviará el recurso hídrico a través de una tubería matriz de 3 metros de diámetro y de una longitud de 2.400 km, desde los puntos de captación en la desembocadura de los ríos Biobío, Maule y Rapel hasta la región de Arica y Parinacota, con una inversión estimada para el proyecto de US$ 6.078 millones.
En los últimos tres años esta carretera hídrica ha sido modificada según las solicitudes que le ha hecho la DGC, y hoy su materializació comprende cuatro fases, donde la primera iría desde la región del Biobío a la de Valparaíso, lo que permitiría la disponibilidad de agua para complementar o asegurar el suministro a más de cinco millones de personas y la recuperación de 100 mil hectáreas de producción agrícola.