En el mundo de los negocios y las finanzas, donde la rentabilidad es el objetivo N°1 de toda empresa, no es usual que alguien quiera poner en el centro de sus prioridades a las personas y al medio ambiente, relegando a un segundo plano los beneficios económicos. Por eso, cuando el catalán Joan Melé habla sobre su forma de concebir la actividad financiera, pareciera que se trata de un filántropo y no de un baquero con más de 40 años en el rubro.
Melé preside la Fundación Dinero y Conciencia y es el principal impulsor de la Banca Ética Latinoamericana, un movimiento que promueve el financiamiento únicamente de empresas y proyectos sustentables a través de instituciones modernas y transparentes. Su principal referente es Triodos Bank, entidad de Países Bajos fundada en 1980 con sedes en Alemania, Bélgica, Reino Unido y España, entre otros. En Chile están próximos a iniciar sus operaciones como un banco formal.
¿Qué es exactamente la banca ética y cómo surge?
Este adjetivo de “banca ética” nos lo adjudicaron los clientes de Triodos Bank, banco de origen holandés en el que yo trabajé en España durante 10 años. Surgió este concepto a finales de los años 60, principios de los 70, cuando un grupo de personas se preguntaron por qué no usar el poder del dinero para transformar la sociedad de forma positiva, financiando aquellas empresas o proyectos que aportan valor a la humanidad y que son respetuosos con los derechos humanos y con el medio ambiente, y no financiando proyectos que, aunque podrían tener una alta rentabilidad, no son respetuosos ni con las personas ni con el medio ambiente. Ese fue un primer fundamento. Y el otro es, teniendo en cuenta que los bancos no tienen dinero sino que simplemente gestionan el dinero de los clientes, parece de sentido común que los clientes tengan el derecho y podríamos decir también la responsabilidad de saber qué se hace con su dinero mientras no lo usan, por lo tanto un banco debe tener transparencia. Por primera vez en muchos siglos de economía moderna se puso a los seres humanos y a la Tierra por delante de las utilidades o de los beneficios económicos. La banca ética sigue este criterio, una banca moderna, independiente y estando en el mercado con las otras. No es una ONG, no es una fundación. Estamos haciendo negocios y estamos demostrando que se puede hacer negocios de una forma respetuosa con la Tierra y con las personas.
¿Cómo funciona en la práctica? Además de financiar proyectos o empresas, ¿ofrecen productos o servicios para las personas?
No, la banca ética se enfoca principalmente en financiar pequeña y mediana empresa, no microfinanzas. Algunas bancas éticas sí están enfocadas en las microfinanzas, pero no la que estamos promoviendo nosotros ahora en Latinoamérica, porque ya hay muchas empresas de microfinanzas. Son necesarias, colaboraremos con ellas, pero nosotros queremos dedicarnos a la pequeña y mediana empresa, porque también en Latinoamérica hay un sobreendeudamiento de las familias. Desde los propios bancos se ha fomentado que la gente pida préstamos para comprar cosas que muchas veces no necesitan, simplemente seducidos por un consumo y porque hay un malestar en la vida y la gente cree que comprando cosas estará mejor, y también a veces por falta de cultura financiera entran en unas financiaciones de préstamos o de tarjetas de crédito que claman al cielo. Nosotros no vamos a entrar ahí, ni voy a juzgar. Que cada uno haga lo que quiera, pero no se puede aprovechar esta falta de conocimiento de la gente. He visto cómo en Latinoamérica hay gente que tiene que pedir préstamos para pagar otros préstamos y luego a final de mes tienen que pagar el préstamo con la tarjeta de crédito. Se te va el 50% de tu salario o más pagando intereses, esto no puede ser.
Joan Melé asegura que los potenciales clientes serán quienes impulsen proyectos con impacto positivo en áreas como la cultura, el desarrollo social y el medio ambiente, pero que además tengan interés en un cambio. “Nos estamos dirigiendo a gente que cualquier banco les financiaría, pero les decimos ¿estás seguro que quieres trabajar con un banco? Si eres un agricultor orgánico, por ejemplo, una persona que defiende el medio ambiente ¿vas a trabajar con un banco que al igual que financia esto financia transgénicos o pesticidas? Si queremos cambiar este mundo tenemos que empezar a ser coherentes”, apunta.