En su rol de Champion Climático de la COP25, a Gonzalo Muñoz Abogabir la crisis por la pandemia del coronavirus lo encontró trabajando activamente con su par de la COP26, Nigel Topping, trabajando en una ambiciosa propuesta de objeticos para la cumbre global del clima que debía iniciarse en noviembre en Glasgow, Escocia. Sin, embargo, y ante la magnitud de la situación global, la Convención Marco de las Naciones Unidas contra el Cambio Climático (CMNUCC) determinó postergarla a una fecha aún por definir.
Si bien la determinación era razonable y bastante evidente, de alguna manera sorprendió -afirma Gonzalo Muñoz- la rapidez con que se tomó. Sin embargo, agrega, lo más importante de la decisión de la CMNUCC es que “pone en foco donde tiene que estar hoy, en la salud de las personas, la integridad de las comunidades, de todos quienes se están viendo más afectados por la crisis no solo en términos de salud, hay personas con tremendas dificultades cotidianas para acceder a recursos para mantenerse (…) Es tremendamente razonable que un organismo como la CMNUCC tome eso en consideración y diga que no están dadas las condiciones hoy para poder mantener el cronograma que teníamos”.
¿Afectará esto el impulso que traía la acción climática? En un escenario actual de total incertidumbre es muy difícil saberlo, dice Muñoz, pero “lo que se viene es una expectativa razonable de todos de que en algún momento las actividades se van a retomar, la economía se va a reactivar, y ahí si hay expectativas razonables de que eso juegue a favor de la acción climática a nivel global, en distintas dimensiones”.
Pese a la postergación, los países tenían que cumplir compromisos ambiciosos de mitigación, como la entrega de los NDC. ¿Eso se mantiene?
En principio, para una gran mayoría de los países que ya tenían planes en marcha, no creo que esto les impida llegar a fin de año habiendo cumplido con el objetivo de actualizar las NDC. Por supuesto, esto genera una situación en que hay que definir si hay plazos que se cumplen en 2020 o en la COP26. Todas estas definiciones las toma el bureau, y tenemos que esperar la nueva fecha de la cumbre para conocer cuáles son los compromisos que deben cumplirse este año, y cuáles deberán extenderse hasta la próxima COP. Dicho eso, la realidad es que hay muchos países que hoy tienen gran parte de sus energías puestas en resolver la crisis inmediata, y a continuación van a estar enfocados en la reactivación económica. Eso por supuesto deja siempre abierta la puerta -tanto positiva como negativamente- a cómo se pone el énfasis climático en esa reactivación. Y quienes estamos en un rol que tiene que ver con movilizar la acción climática, vamos a hacer todo lo que esté en nuestras posibilidades para que esa reactivación contemple aumentar la ambición climática incluso por sobre como estábamos antes de la crisis del COVID.
Entendiendo que no es la prioridad hoy, ¿cómo se puede mantener ese impulso a la acción climática en Chile? Es cierto que no es la urgencia inmediata, pero sí lo será en poco tiempo más
Sin duda, hay muchas personas y organizaciones que siguen trabajando sobre la urgencia que implica la crisis climática. Sigue siendo una situación no resuelta, por mucho que haya esta visión medio romántica de que hay ciertos ecosistemas que se han purificado. Efectivamente, las ciudades hoy tienen menos gases contaminantes de la combustión de vehículos, pero la crisis climática requiere no solo una acción más contundente sino que sostenida en el tiempo, y sabemos que hay muchos más elementos que solo un período de cuarentena para resolver la crisis climática. Todos esos temas van a volver, una vez que estemos en condiciones de salir de las respectivas cuarentenas para retomar nuestras actividades.
En ese sentido, hay una serie de oportunidades que se conectan. La primera tiene que ver con que habrá que desarrollar paquetes financieros de reactivación, y esos paquetes -como vimos el año pasado- tienen el potencial de posicionarse en economías limpias, sustentables, verdes. Los bonos verdes que lanzó Chile el año pasado representan en si mismos una oportunidad, donde podemos acceder a recursos financieros enfocados en fortalecer fundamentalmente aquellas actividades que estén alineadas con el desarrollo sustentable. Eso no está en ningún caso enemistado con el simple hecho -y la necesidad de reactivar- la economía. Pero después hay un detalle, que tiene que ver con todo lo que nos ha pasado, lo que hemos vivido, todo lo que de alguna forma hemos ido cambiando, donde creo que hay una oportunidad de posicionar lo que yo llamaría la economía del cuidado.
¿Cómo ves lo que está pasando hoy en el país, cómo hemos ido cambiando con esta crisis?
Sin duda hay una primera urgencia, que tiene que ver con todas aquellas personas en condiciones de tremenda vulnerabilidad; primero respecto del virus mismo, y segundo respecto de sus necesidades de subsistencia más básica. Eso es sin duda la primera prioridad, hay temas urgentes que resolver y facilitar que esas problemáticas se resuelvan de manera continua. Después, hemos visto cómo a todos nos ha golpeado el sentido de cuidado, el sentido de tener de una u otra forma mayor cantidad de consideración. Y aquí voy a poder un elemento que es central, que es la ciencia. Es muy sorprendente como hoy la conversación gira en torno a aspectos científicos tremendamente sofisticados, donde la gran mayoría de las personas no tiene la formación necesaria para haber tenido esas distinciones antes del virus.
Hoy estamos hablando de factores científicos, de aplanar curvas, del comportamiento de cada uno de los individuos respecto de cómo se comporta esa curva. Estamos hablando de cuánto de lo que yo hago le afecta al otro. De una u otra forma, se han incrementado también los niveles de empatía, que en algunos casos van directamente relacionados con el bienestar de la población más vulnerable -como los adultos mayores o personas con enfermedades crónicas-, pero también respecto de aquellas personas que se están quedando sin trabajo y que pueden entrar en una situación crítica. Ha cambiado nuestro rango de visión.