Mimba: el alma pedagógica de un matrimonio de diseñadores que fabrica composteras para departamentos y casas
Paola Santoro y Cristián Guzmán crearon en 2009 la empresa Mimba Compost, la cual confecciona composteras para ser usadas en los espacios de la ciudad: en un pequeño jardín de una casa, el balcón de un departamento o bien en condominios. Partieron con apenas 10 unidades y hoy cuentan con al menos ocho modelos de vasijas para distintos públicos y necesidades, a quienes les enseñan los beneficios del compost para el medioambiente y para los suelos. “Antes era una utopía pensar en mejorar la tierra de tus plantas desde el décimo piso de un edificio”, dicen los emprendedores, que viven en Curacaví y desde allí sientan las bases de su negocio sustentable.
En 2009 quienes frecuentaban la Ecoferia del Encuentro, en la comuna de La Reina, hacían un alto en el puesto del matrimonio de Paola Santoro y Cristián Guzmán. “¿Qué es esto?”, preguntaban los curiosos respecto de unas vasijas de greda compactas que figuraban en el stand. “Son composteras”, respondía la pareja. La contrapregunta sobrevenía al instante: “¿Y qué es una compostera?”. Santoro y Guzmán explicaban sucintamente que era un objeto para reciclar y producir compost, es decir, un abono orgánico rico en nutrientes que se obtiene por la degradación de residuos orgánicos.
“Cuando nuestra empresa nació hace diez años había un desconocimiento total. La gente que más sabía era la que tenía tradición jardinera, o sea, cuya abuelita hacía esto. La evolución ha sido muy rápida: ahora la gente te pide una compostera como quien compra una juguera. Es un artículo que ya no se cuestiona”, dice Paola Santoro, cofundadora junto a su esposo Cristián de Mimba Compost, empresa que fabrica composteras de greda para ser utilizadas en jardines de casas o en los balcones de los departamentos.
La conexión con la tierra, sin embargo, partió mucho antes para estos dos diseñadores profesionales. En el sector La Aurora de Curacaví, donde aún viven, no había un sistema de retiro de basura, por lo que tenían que desplazarse tres kilómetros en auto para tirar las sobras. “Salían las bolsas de basura chorreando. Hay mucha gente que cree que la basura se extingue durante la noche, porque la dejan fuera de la casa o la echan por el shaft del departamento y no se ve más”, plantea Santoro, quien provenía de una familia enamorada de los viveros y que utilizaba tierra de hoja para sus cultivos.
“La evolución ha sido muy rápida: ahora la gente te pide una compostera como quien compra una juguera. Es un artículo que ya no se cuestiona”.
Estos dos factores fueron el gran impulso para empezar a compostar sus desechos orgánicos hace 22 años, antes de la creación de Mimba Compost. “Fue un cambio muy grande en nuestra relación con la tierra. Cambió el huerto, cambiaron los árboles, y lo que partió como un experimento se convirtió en una forma de vida. De devolverle a la tierra lo que extraemos de ella”, reflexiona Cristián Guzmán.
De esa convivencia campesina brotó la súbita idea sobre cómo el compostaje se podría expandir hacia las ciudades. “Cuando tienes una parcela puedes hacer un compost de cualquier forma: llegan ratones, pero no importa porque están lejos”, explica Santoro. Buscando por Internet, Paola dio casualmente con el dato de una empresa de India que fabricaba composteras de greda. Pensó que perfectamente se podían adaptar a espacios más reducidos y contactó a los ejecutivos de la marca india para saber cómo ella y su marido las podían vender en Chile. O directamente fabricarlas. La respuesta de la empresa fue asombrosa.
“Ellos nos dieron una licencia que nos autorizaba a replicar las composteras que ellos hacían o modificarlas. Y al mismo tiempo, la empresa india puede tomar nuestros diseños y venderlos allá. Nunca nos cobraron nada. Ellos ya tienen un diseño de compostera creado por nosotros. De nuestro catálogo replicaron el modelo Tita (una compostera ideal para personas que viven solas o en pareja) con algunos cambios”, revela el matrimonio, que dirige su negocio sustentable desde su propia casa en Curacaví, donde viven “con dos hijas, dos gatos, un perro, una cacatúa y un caballo”, aclara Guzmán. “Antes era una utopía pensar en mejorar la tierra de tus plantas desde el décimo piso de un edificio”, razona Cristián.
“La empresa india nos dio una licencia que nos autorizaba a replicar las composteras que ellos hacían o modificarlas. Y al mismo tiempo, la empresa india puede tomar nuestros diseños y venderlos allá. Nunca nos cobraron nada”.
Las primeras 10 vasijas
La empresa estaba dando sus primeros pasos en el mercado y solo diseñaron 10 unidades de un solo modelo. “Nos demoramos unos meses en tener un prototipo aceptable y se las encargamos a una familia de artesanos de Melipilla, con quienes todavía trabajamos”, narra Paola. A ese modelo lo bautizaron como Kamba y aún figura el catálogo de venta. Es una compostera para máximo cuatro personas, tiene tres cuerpos y una capacidad aproximada de 80 litros, con la ventaja además de cumplir la función de vermicompostera, es decir, permite el uso de lombrices para generar humus. “El compost es un mejorador del suelo y el humus es un abono a partir de los desechos que generan las lombrices”, grafica Cristián Guzmán.
Después el volumen aumentó, de la mano del conocimiento que fueron adquiriendo sobre las familias chilenas. La misma Tita fue creada como una compostera más chica, ya que “detectamos que para la gente de la tercera edad era muy pesada”. Luego notaron que en el barrio alto santiaguino, por citar un caso, requerían una unidad pensada para familias numerosas, de seis a siete personas. A ese nicho apuntaron cuando nació la compostera y vermicompostera Donna, en cuya voluminosa base el compost avanza velozmente en la maduración y se transforma en un gran contenedor de lombrices. También se adapta a las necesidades de las personas vegetarianas, que generan muchos residuos orgánicos.
Un párrafo especial merece otra unidad pensada para clientes que, a diferencia del anterior ejemplo, producen pocos residuos orgánicos. Se trata de la vermicompostera Dellwi, que genera humus a partir del uso de lombrices. El método es diferente al resto, ya que se entierra completa, hasta el cuello. “Esta es ideal para ser usada en departamentos, es una solución para personas que trabajan, que no almuerzan en su casa y que cocinan poco. Tiene una capacidad para 12 litros y es un cilindro de greda que se entierra y se usa con lombrices. Estas circulan hacia dentro y hacia fuera de la vasija, y producen humus para fertilizar el suelo”, asegura Paola, quien además cuenta con un postítulo en arquitectura del paisaje.
En la página del emprendimiento www.mimbacompost.cl detallan que es importante “vigilar la humedad” para la correcta degradación de los residuos. Según Cristián Guzmán, el hito posterior se produce cuando tras un par de meses el humus –o el compost- se puede cosechar. “Después que ves resultados, te vuelves fanático y quieres compostarlo todo. Más que compostar cada tres meses es mejor cosechar una o dos veces al año”, dice él.
El gran impedimento para quienes viven en departamentos es que se requiere instalar las composteras en las terrazas, y no en el interior. Uno de los elementos que es clave para producir compost es el oxígeno y por eso la ventilación de la vasija juega un papel relevante. “Hemos tenido casos de clientes que no tienen balcón y han pedido permiso a los administradores del edificio para poner su compostera en un espacio común, al lado del estacionamiento”, revela Guzmán.
“Hemos tenido casos de clientes que no tienen balcón y han pedido permiso a los administradores del edificio para poner su compostera en un espacio común, al lado del estacionamiento”.
Educación para el compostaje
Otro sello de la empresa viene entregado por la elaboración de manuales de usuarios disponibles en cada compra de composteras. En esos documentos Santoro y Guzmán enseñan el correcto uso de los objetos, de manera que no se produzca mal olor y el compostaje en greda sea eficiente y productivo. “Igual nosotros siempre dejamos nuestros contactos por si los clientes tienen dudas y les ayudamos al óptimo uso de sus composteras. No se trata solo de venderlas, sino de enseñar a usarlas”, explican los socios.
“No nos sentimos pioneros en esto, pero sí creemos que le hemos enseñado a mucha gente”, opina por su parte Paola Santoro, quien enfatiza la impronta educativa del proyecto con su marido. En ese sentido, ella entrega todo tipo de herramientas para la total comprensión del concepto compost y sus beneficios para el medioambiente.
“El compost se produce por la combinación de elementos y compuestos químicos: oxígeno, agua, carbono y nitrógeno. El carbono está en los residuos secos como los provenientes de los árboles como aserrín o papel; en los residuos frescos hay nitrógeno y el agua. Y el oxígeno se obtiene revolviendo la vasija o a través de sus poros. La greda es mejor que el plástico para compostar porque es porosa en toda su superficie: absorbe el exceso de agua y lo evapora, y a la vez entra oxígeno. Es un proceso maravilloso. Con el compost no solo evitas mandar basura al vertedero, sino que pasan cosas muy bonitas en el suelo”, se explaya Paola Santoro, quien al igual que su esposo, insiste en que el oxígeno es el factor esencial para el éxito de ciclo completo.
Por su parte, Guzmán ilustra sobre cuáles residuos se deben incorporar a la vasija y cuáles definitivamente no. “Tallos de verduras, cáscaras de frutas obviamente. Rollos de confort, cartón y servilletas son un material muy rico en carbono. Casi todos los restos de vegetales, salvo limones o naranjas. Si trabajas con lombrices, evita las cebollas. El único producto de origen animal que puedes echar son las cáscaras de huevos: hay que sacarle bien las claras y la integras molida a la vasija. Nunca echar grasa, lácteos, carne o huesos porque es otro proceso de degradación. Y el compost no puede atraer moscas ni tener mal olor”, recomienda él.
Si se usan lombrices, complementa Santoro, ellas “resisten bastante el frío y menos el calor. En el verano hay falta de humedad y hay que echarle agua. Pero las composteras de adaptan a cualquier clima de Chile, porque la greda tiene la particularidad de que es térmica. Hemos mandado productos desde Arica hasta Chiloé. A Punta Arenas no hemos enviado, pero no creo que habría problema con su uso”.
En estos momentos, Mimba ofrece su stock a través de la tienda online www.compostera.cl, y también mediante trato directo con Santoro y Guzmán en Curacaví. Ellos tienen también entrega presencial en la oficina de Santiago donde trabaja Guzmán en otro rubro. Donde sí se encuentran fijos es sábado por medio en la misma Ecoferia del Encuentro de sus inicios. Las fechas exactas aparecen en el sitio web de la empresa, junto con una detallada explicación de cómo aprender a compostar y de las propiedades y ventajas de cada producto.
Quizás la alternativa que más encarna este espíritu pedagógico de la compañía es la vermicompostera Niki K, ideada especialmente para niños y niñas. Es una minicompostera de dos cuerpos de greda, con 350 cc de capacidad cada uno, donde ellos y ellas aprenden a muy temprana edad a separar sus residuos orgánicos y reciclarlos con la ayuda de una pequeña colonia de lombrices. Incluso Niki K trae un manual explicativo escrito como cuento.
“Es una compostera que tiene otra función. Es más didáctica, porque los niños y las niñas ven todo lo que está pasando con los residuos que echan a la vasija. Ven el trabajo de las lombrices. Es increíble, pero en general se relacionan mejor con las lombrices que los adultos. ¿Por qué? Porque yo creo que son niños. Todos cuando chicos tuvimos la misma relación con la tierra, jugábamos con ella, y por una y otra razón con el tiempo nos distanciamos de ella”, cierra Paola Santoro.