Envases biodegradables para la industria alimenticia permiten reemplazar el plástico convencional manteniendo altos estándares
La innovadora empresa de packaging Bioelements ha incorporado a su catálogo diversos tipos de empaques para alimentos tales como carnes, pescados, salsas, cereales, quesos y otros, que poseen las características óptimas de tensión, resistencia, flexibilidad, acabado y barreras que cada producto requiere. Valentina Ratmiroff, especialista en biopolímeros del laboratorio de Bioelements, explica que han logrado desarrollar fórmulas de biorresinas que responden a las más altas exigencias de barrera para oxígeno, vapor de agua y luz, sin sacrificar la biodegradabilidad que caracteriza a sus productos. Una de las empresas que utiliza estos envases es Australis Seafoods, cuyo gerente comercial, Eugenio Heiremans, comenta que el trabajo colaborativo con Bioelements les ha permitido “ir desarrollando nuevos formatos de empaque, adecuados a las necesidades de nuestros clientes alrededor del mundo”.
La inocuidad alimenticia es fundamental para evitar problemas a la salud de las personas que los consumen. Ingerir alimentos que no han sido debidamente manipulados o conservados puede producir infecciones o intoxicaciones eventualmente muy graves. Para evitar esta situación, antes de que los alimentos lleguen a nuestros platos han pasado por una serie de procedimientos que permiten comerlos con confianza. Uno de esos procesos es su envasado, el que debe considerar las características propias del mismo producto alimenticio así como del ambiente, para su empacado óptimo.
Hay 3 condiciones principales que pueden afectar la inocuidad de un alimento: la luz, el calor y el vapor de agua. Entonces, para evitar su efecto nocivo, los envases deben tener “barreras” para esas 3 condiciones, según explica Valentina Ratmiroff, especialista en Biopolímeros del laboratorio de Bioelements.
Para obtener esas barreras, en la historia del envasado se han probado distintos materiales, sin embargo, las últimas décadas los plásticos han entregado soluciones eficientes para esta labor. No obstante, el uso de los plásticos a nivel global ha causado una crisis de contaminación grave, al punto que si no se cambia el rumbo, en 2050 habrá más plástico que peces en el mar, de acuerdo a una estimación de la Fundación Ellen MacArthur.
Una transformación para evitar esa contaminación es la que propone la empresa Bioelements, que lleva una década desarrollando materiales para envases y embalajes cuyas propiedades les permiten la biodegradación a todo evento, es decir, tanto en el compostaje como en un relleno sanitario o, incluso, en el medio ambiente terrestre y acuático, en un máximo de 20 meses.
Bioelements, cuyas fórmulas están desarrolladas con una variedad de polímeros biodegradables, comenzó produciendo principalmente bolsas para retail, pero hace unos años empezó a incursionar en envases para alimentos, lo que ha significado un motivador desafío para las biorresinas -o resinas BioE- que desarrollan en sus laboratorios.
“Hacer un film biodegradable metalizado fue un buen hito en Bioelements. Eso significa que tiene un baño de óxido de aluminio y ese baño está en tan bajita proporción que no afecta la biodegradabilidad, ni es contaminante por metales pesados (…) El óxido de aluminio está en un porcentaje en torno al 2%, entones no migra, no afecta el alimento ni la biodegradación”.
Hasta el momento han creado al menos siete fórmulas diferentes de BioE para productos alimenticios: para salmón; para carne, queso cecinas; cereales, barritas de cereal; arroz, azúcar (estos envases están en el mercado mexicano y aún no se usan en Chile); salsas 1; salsas 2; manjar (está en desarrollo pero aún no sale al mercado). “Hay 2 formulaciones para salsas porque, por ejemplo, el kétchup es más ácido que la mayonesa, entonces son dos fórmulas diferentes”, explica la Biopolymer Specialist de Bioelements.
“Hay diferentes fórmulas porque depende de la barrera que se necesite y en la cantidad que se requiera. Hay tres tipos de barreras muy relevantes: la barrera al oxígeno, que básicamente es lo que oxida el alimento; la barrera al vapor de agua, tanto para la humedad del ambiente como para contener alimentos que puedan tener humedad; la barrera de la luz, también para evitar oxidación”, refiere Ratmiroff, ingeniera en materiales con mención en polímeros, titulada en la Universidad Simón Bolívar de Venezuela.
El producto alimenticio que más barrera exige son las carnes y pescados en general, debido a que “son una fuente de microorganismos, con humedad, una fuente proteica y, por tanto, altamente invadida por bacterias”, explica la especialista. Por tal razón, estos envases han sido un desafío importante para Bioelements. “En el envase convencional de carnes se utiliza un polímero que se llama EVOH -etileno vinil alcohol- que genera una muy alta barrera al oxígeno y al vapor de agua. Esta barrera tan alta en polímeros biodegradables solos no existe. Nosotros, dentro del mundo biodegradable, nos vimos en la necesidad de usar EVOH, pero controlando el porcentaje en el que lo utilizamos, para no sacrificar la biodegradación”. En las otras formulaciones logran la barrera a oxígeno y vapor de agua sin este polímero, pero en el caso específico de las carnes no hay reemplazo.
Luego de un intenso trabajo, comenta Ratmiroff, superaron el desafío y lograron una formulación que tiene esta barrera alta requerida usando menos de 5% de EVOH, lo que no altera la biodegradación. “Los microorganismos que se van a alimentar del envase van a consumir el EVOH impregnado en los biopolímeros biodegradables, debido a que está en un porcentaje muy bajito de toda la composición. Como no es tóxico -si lo fuera no se podría usar con alimentos-, el microorganismo lo va a ingerir y lo va a eliminar como biomasa”.
“Los envases de Bioelements son iguales a las bolsas de plástico existentes en el mercado, con los mismos estándares de tensión, resistencia, flexibilidad, acabado y barreras, es decir, no tienen diferencias apreciables para los clientes. Sin embargo, el impacto ambiental es muchísimo menor, ya que tardan 20 meses en degradarse -en contraste con el plástico que demora cientos de años-, ya sea en sistemas de compostaje domiciliario o industrial, así como en rellenos sanitarios e incluso en el mar”.
Tres años con Australis
La efectividad de estos envases con alta barrera para carnes y pescados ha sido comprobada por la empresa Australis, que trabaja con Bioelements desde hace tres años. Eugenio Heiremans, gerente comercial de Australis Seafoods, explica con orgullo que fueron la primera empresa salmonicultora en implementar empaques biodegradables y comenta que la labor conjunta con Bioelements comenzó en 2021, “con las pruebas necesarias para llegar a un producto de excelencia”.
“El balance hasta ahora es totalmente positivo, trabajamos colaborativamente y de manera muy fluida con Bioelements, lo cual nos ha permitido reforzar nuestra alianza e ir desarrollando nuevos formatos de empaque, adecuados a las necesidades de nuestros clientes alrededor del mundo”, señala Heiremans. Agrega que como compañía promueven la gestión responsable de los residuos, razón por la cual utilizan los envases biodegradables desarrollados por Bioelements para sus productos frescos y congelados.
“Los filetes de salmón fresco son envueltos en un empaque diseñado especialmente para conservar todas sus propiedades. Estos, se distribuyen en Chile, Latinoamérica, Estados Unidos, Europa y Asia. A la vez, utilizamos estos envases sustentables en nuestra Línea Mama Bear, es decir porciones y cubos congelados para el mercado nacional, que también se exportan a Estados Unidos. Adicionalmente, empleamos los empaques biodegradables en la línea Cosecha del Mar, que se encuentra en nuestras tiendas que llevan el mismo nombre y en góndolas de algunos supermercados nacionales e internacionales”, relata el gerente comercial de Australis Seafoods sobre la diversidad de packaging que Bioelements les provee y que están presentes alrededor del mundo.
Consultado sobre las diferencias con los envases tradicionales que no son biodegradables, Heiremans explica que “los envases de Bioelements son iguales a las bolsas de plástico existentes en el mercado, con los mismos estándares de tensión, resistencia, flexibilidad, acabado y barreras, es decir, no tienen diferencias apreciables para los clientes”.
Sin embargo, subraya, “el impacto ambiental es muchísimo menor, ya que tardan 20 meses en degradarse -en contraste con el plástico que demora cientos de años-, ya sea en sistemas de compostaje domiciliario o industrial, así como en rellenos sanitarios e incluso en el mar. Ahí radica la gran diferencia, en que es una forma real de contribuir al cuidado del planeta y a una industria más sostenible, que es el objetivo final de esta iniciativa de la cual somos pioneros como empresa”.
Film metalizado biodegradable
Además del caso de carnes y pescados, otro desafío interesante enfrentado por Bioelements fue lograr la barrera a la luz en envases que se biodegraden, tanto en compostaje como en rellenos sanitarios y en el medio ambiente terrestre y marino, condición que es la característica de sus materiales.
En los empaques convencionales, explica la especialista en polímeros Valentina Ratmiroff, el bloqueo de la luz se hace mediante un film de aluminio y, “como es propiamente una lámina de aluminio, es imposible que se biodegrade y, además, es alto en metales”.
“Hacer un film biodegradable metalizado fue un buen hito en Bioelements. Eso significa que tiene un baño de óxido de aluminio y ese baño está en tan bajita proporción que no afecta la biodegradabilidad, ni es contaminante por metales pesados (…) El óxido de aluminio está en un porcentaje en torno al 2%, entones no migra, no afecta el alimento ni la biodegradación”, sostiene la Biopolymer Specialist de Bioelements y añade que esto es verificado por laboratorios externos mediante el análisis de toxicidad por metales pesados.
Todos los materiales que fabrica Bioelements poseen una certificación externa para salir al mercado, una vez que han pasado por distintas pruebas que garantizan, por ejemplo, que son inocuos y biodegradables. El desarrollo de las fórmulas pasa por un complejo proceso de investigación y experimentación en los laboratorios de la empresa, uno de los cuales fue recientemente inaugurado en Santiago y, posteriormente, son certificados por laboratorios independientes. En Chile, esto es realizado principalmente por el DICTUC de la Universidad Católica.
La especialista en polímeros Valentina Ratmiroff es enfática al explicar a qué se refiere con biodegradación pues, comenta, algunas veces no hay total claridad con el concepto. “La biodegradación significa que un material se transforma en nutrientes o alimento para microorganismos y las moléculas se convierten en dióxido de carbono, agua y biomasa. Es distinto a algunos procesos químicos que producen la fragmentación de los plásticos tradicionales, dejándolos tan pequeños que son invisibles al ojo humano, pero son micro plásticos muy contaminantes. Eso es degradación, mas no biodegradación”.
El proceso de biodegradación de los envases de Bioelements no se inicia una vez fabricado, aclara la experta, sino en cuanto se dan las tres variables necesarias: temperatura, humedad y microorganismos.
“Hemos verificado que si se mantienen de la forma en la que nosotros entregamos los palets, los envases se conservan hasta 24 meses sin que empiece la biodegradación”, señala Ratmiroff y añade que el proceso de degradación comienza cuando se generan las condiciones ya señaladas; a partir de entonces, la degradación biológica completa tarda entre 3 a 20 meses.
“Nuestros estudios dan cuenta de que la biodegradación comienza cuando los envases se descartan, es decir, cuando se echa al basurero, o al compostaje, o si se lo deja encima de un mesón en la casa, donde hay temperatura, humedad y microorganismos”, concluye la experta.