A ocho años de la primera consulta indígena para un proyecto de energía, los protagonistas coinciden en que el respeto fue clave
“Fue un proceso largo, de muchas conversaciones y diálogo”, recuerda Hortensia Lemus, entonces cacique de Chipasse Ta Tatara, la comunidad diaguita donde se realizó la consulta indígena en el marco del proyecto de transmisión eléctrica Cardones-Polpaico, a cargo de ISA Interchile. A su vez, el encargado de Relaciones Territoriales de la empresa, Rodrigo Bravo, comenta que a partir de entonces han realizado “un trabajo de fortalecimiento de la relación con la comunidad, de ejecución de proyectos que pongan en valor y en realce la cultura diaguita”.
La vida de la comunidad diaguita Chipasse Ta Tatara transcurre entre la cordillera y el mar de la zona sur de la región de Atacama, en un ir y venir constante vinculado a los ciclos de la naturaleza, que van determinando sus actividades.
“Somos trashumantes. Generalmente, casi todos los diaguitas bajan y suben, porque somos nómades; el diaguita se mueve en el territorio y también se mueve mucho a lo largo de su vida”, explica Hortensia Lemus, cacique anciana y anterior cacique de dicha comunidad. Esta forma de vivir y de entender el mundo, agrega, no siempre es entendida por los kaikas, es decir, los no diaguitas.
“Como nuestra cosmovisión es circular, nos vamos moviendo según la estación. Hacemos de todo, los que somos crianceros somos también agricultores, y también hacemos oficios tradicionales; somos una comunidad muy rica en tradiciones; tenemos huertas estacionales, donde se planta según la estación, porque se respetan los ciclos de la vida y de la creación”.
“Los que son algueros van a la playa, tienen ahí su majada -lugar tradicional que se construye para pasar un tiempo- y pescan, pero vienen a Tatara, viven en la comunidad, donde están las casas. Pero cada cierto tiempo se van a la playa, cuando es tiempo de pescar, tiempo de recolectar (…) otros tienen sus majadas donde llevan sus cabras, sus animales, están un tiempo según el pasto y el agua que haya cerca y después se cambian a otro lugar, es muy diverso”, relata Lemus.
Cuando se le pregunta si es difícil insertarse con el resto de la sociedad chilena, contesta que “a veces sí y a veces no”.
“A veces es muy distinto. Por ejemplo, cuando los niños tienen que ir a otra ciudad a estudiar les cuesta, porque en muchas ocasiones los discriminan por ser crianceros, algueros, por ser indígenas. Tenemos niños brillantes en la comunidad, pero les cuesta insertarse en un lugar donde todo es competencia, porque nosotros no competimos, vivimos. En el lado nuestro el niño es criado para que viva la vida, para que goce, para que sea parte del ecosistema, del cerro, del agua, del mar, del todo. Es muy diferente el concepto”.
En ese contexto, hace ocho años la comunidad Chipasse Ta Tatara y la empresa ISA Interchile debieron hacer frente al desafío de entenderse dentro de las diferencias. El proceso fue exitoso gracias al respeto mutuo, coinciden las partes.
Era 2014 y esta comunidad diaguita fue protagonista de la primera consulta indígena para un proyecto de energía en el país. Se trataba de la línea de transmisión eléctrica Cardones-Polpaico, cuyo trazado iba a pasar por sus tierras, en la comuna de Freirina, en la provincia de Huasco, 180 kilómetros al sur de Copiapó.
En ese entonces, Hortensia Lemus era la cacique de Chipasse Ta Tatara, un cargo que es elegido “para velar por el bien de la comunidad en el más amplio sentido de la palabra, porque hay que cuidar el territorio y a las personas que están en el territorio”, según explica.
Y como cacique, le correspondió encabezar el diálogo con ISA Interchile en representación de los 45 clanes familiares que componen la comunidad de Chipasse Ta Tatara.
“Las empresas llegan a un territorio donde ya hay personas, comunidades indígenas que son los dueños del territorio; las empresas vienen siendo como un vecino, pero tienen que acercarse a las comunidades a conversar porque eso lo dice el convenio 169 de la OIT. Es un derecho que tienen las comunidades indígenas en los territorios, derecho a ser consultados, a que nos expliquen de qué se trata el proyecto, cómo lo van a hacer”, recalca.
Relata que trabajaron en una mesa “de igual a igual. La empresa con sus profesionales y nosotros con los nuestros, para evaluar el proyecto y ver los alcances y llegar a un acuerdo”.
“Fueron casi dos años de consulta (…) Fue un proceso largo, de muchas conversaciones y diálogo, no quiero decir ni complicado, ni malo, ni bueno, quiero decir un proceso largo de conversación y diálogo”.
A juicio de Lemus, una diferencia palpable es que “los kaikas priorizan una cosa por sobre otra”, en cambio, “en la cosmovisión indígena una cosa no tiene más valor que la otra, el territorio es uno y en ese uno hay agua, aire vegetación, animales, personas. (…) En el contexto indígena esto es circular, es un todo, entonces había que velar por la protección de ese todo”.
Entonces, dice la cacique anciana, “la relación entre un kaika y un indígena debe basarse en el respeto, en el diálogo, en detenerse a escuchar al otro, respetar al que tiene una mirada diferente, que es igualmente válida (…) Han venido kaikas que han sido pésimo, pero también han venido otros que respetan”.
En este caso, gracias al respeto mutuo la consulta indígena pudo avanzar y concluir exitosamente.
Al pedirle una evaluación de ese proceso y los resultados, Lemus sostiene que los compromisos se han ido cumpliendo y “es lo que en ese momento queríamos y necesitábamos, no digo que fue mejor o peor, sino lo que en ese momento queríamos y necesitábamos”.
“La relación ha sido con todo respeto de las dos partes. Mientras ellos nos respeten, nosotros tenemos que respetar de igual forma. Es lo que fue y lo que sigue siendo”, subraya la líder indígena.
Poner en valor
Producto de la consulta, en 2015 se alcanzó un Protocolo de Acuerdo Final (PAF), donde se estipuló que ISA Interchile adoptaría dos medidas de compensación: Diseño y construcción de una sede comunitaria con pertinencia cultural indígena diaguita, en terreno emplazado dentro de los límites de la Comunidad Indígena Chipasse Ta Tatara; y Programa de Fortalecimiento Cultural de cinco talleres basados en usos y prácticas tradicionales del territorio, en las temáticas de totora, cerámicas, telares, artesanía en metales y artesanía en cuero. Además, la empresa asumió en el PAF otros cinco compromisos: Confinamiento del ganado caprino en la Quebrada Tatara; Elaboración y edición de un libro sobre la cultura Diaguita en la Quebrada Tatara, comuna de Freirina; Protocolo de comportamiento para contratistas–afectación de tránsito cotidiano; Protocolo de comportamiento para contratistas–celebraciones tradicionales Diaguitas; y Cesión predio La Cuica, que contempla la cesión del predio y del derecho de aguas a la Comunidad.
Rodrigo Bravo, encargado de Relaciones Territoriales de la dirección de Sostenibilidad de ISA Interchile, ha estado a cargo de la implementación de esas medidas, y comenta que se trata de “un trabajo de fortalecimiento de la relación con la comunidad, de ejecución de proyectos que pongan en valor y en realce la cultura diaguita”.
“Primero que todo, son pueblos originarios, hay que respetar sus tradiciones, su cultura”, señala Bravo y agrega que “nuestra infraestructura, que es lineal, pasa por territorios que son ancestrales y por ende debe haber un permanente respeto, junto con ir cumpliendo cada uno de esos compromisos que fueron asumidos en la consulta indígena y que quedaron plasmados en la Resolución de Calificación Ambiental (RCA) del proyecto de línea de transmisión eléctrica”.
Con satisfacción, el ejecutivo relata que encabezó el proyecto de la elaboración del libro “Chipasse Ta Tatara, el renacer de un pueblo”, cuyo lanzamiento se realizó a principios de agosto en un evento donde asistieron diversas autoridades de la región.
Respecto a los protocolos de comportamiento, Bravo señala que son muy importantes y los han realizado a través de una consultora en gestión social. “Como compañía involucramos a nuestros trabajadores que van al territorio y a la subestación, para que ellos sepan de la cultura diaguita, sus tradiciones, sus costumbres. Es fundamental tener una relación que vaya más allá de lo obligatorio o de lo políticamente correcto. Debe haber una coordinación permanente porque nuestros proveedores, los contratistas, las empresas que hacen mantenimiento, tienen que acceder por esos territorios y deben hacerlo con el permiso correspondiente y respetando el territorio, el ganado, la vegetación, etc.”
No obstante, más allá de esos compromisos, la generación de confianzas y de lazos con la comunidad ha permitido a ISA “hacer cosas adicionales para poder difundir su cultura”, dice el encargado de Relaciones Territoriales.
Por ejemplo, el año pasado lanzaron un video que hizo la BBC de Londres sobre la comunidad Chipasse Ta Tatara, luego que ISA postulara esta experiencia territorial ante el Consejo Mundial de la Energía para su difusión.
Además, cuenta, están trabajando en otros programas de difusión y puesta en valor de la cultura diaguita, tanto dentro de la empresa como generando alianzas con otros actores públicos y privados.
Diversidad de culturas
Sin duda, el proceso de consulta entre la comunidad Chipasse Ta Tatara e Isa Interchile marcó un hito para los proyectos de energía en el país y también ha sido muy relevante para la región.
La Seremi de Energía de Atacama, Cecilia Sánchez Valenzuela, comentó que “para avanzar en mitigar y adaptación al cambio climático debemos reconocer el aporte que entrega la diversidad de culturas que tiene nuestro país y, en ese sentido, el Ministerio de Energía valora el aporte de los pueblos indígenas como agentes de cambio”.
En cuanto a la región de Atacama, dijo la autoridad, “cuenta con la riqueza del pueblo diaguita, colla y chango. Un sello particular de nuestra región es la presencia de la cultura diaguita, que según el censo de 2017 alcanza a una población de 26.318 personas, significando un 47,6 % de la población indígena de la región. En particular, la comunidad Chipasse Ta Tatara es una comunidad participativa, respetuosa de las jerarquías, dialogante y una fiel guardiana de sus tradiciones y cultura”.
Asimismo, consultada sobre la relación que se ha establecido entre ISA Interchile y dicha comunidad, los acuerdos alcanzados y el cumplimiento de los compromisos, Sánchez dijo que consideran “importante que las empresas tengan relacionamiento comunitario”.
“En este caso, no solo se está cumpliendo con los compromisos suscritos en la Resolución de Calificación Ambiental, asociada al proyecto de transmisión eléctrica 2×500 kV Cardones- Polpaico, sino que adicionalmente se ha visto una preocupación por desarrollar iniciativas significativas para la comunidad y el territorio, como la publicación del libro “Chipasse Ta Tatara, el renacer de un pueblo”, que busca poner en valor y divulgar la historia y el patrimonio cultural de esta comunidad. Solo rescatando nuestras tradiciones, las tradiciones de las primeras naciones, es que, como Estado, podemos situarnos en el presente y proyectarnos con esperanza hacia el futuro”, concluyó la seremi de Energía de Atacama.
En esa línea, Rodrigo Bravo de ISA Interchile subraya que tanto para él como para la empresa este proceso ha sido de gran aprendizaje, y que algo primordial es conocer y reconocer las diferencias. “En el pueblo Tatara tienen una orgánica, un consejo diaguita, una directiva, un cacique, cada uno de ellos cumple un rol fundamental y uno debe tener mucha precisión de en qué momento va a hablar con ellos, qué rol tienen dentro de la directiva, para ir abordando ciertos temas. Hay que respetar su estructura, su forma de organización”.
“Hemos trabajado día a día con la comunidad para ser buenos vecinos”, concluye Bravo.
A su vez, Hortensia Lemus reitera la necesidad de diálogo: “Vivimos en un pedazo de tierra que nos pertenece a todos, pero no tenemos la misma forma de ver esta tierra que tenemos, esta creación que tenemos. (…) El que llega debe respetar el territorio, las personas, la vida y lo que hay en el territorio, y eso se hace conversando”.