El Forest Stewardship Council (FSC, o Consejo de Administración Forestal en español), tiene su origen en un grupo de usuarios y comerciantes de madera, representantes de organizaciones ambientalistas y de derechos humanos, que se reunieron por primera vez en California en 1990, ante la necesidad de contar con un sistema que pudiera identificar creíblemente que bosques bien manejados eran el origen de productos de madera fabricados responsablemente. Pero tuvieron que pasar cuatro años para su constitución formal como una organización no gubernamental de acreditación y certificación que hoy tiene su sede en Bonn, Alemania. Hoy, a 27 años de ese hito, se conmemora el tradicional “FSC Firday”, que este año se celebra bajo el lema “Salva el bosque, salva el clima”, debido a su importancia como reguladores climáticos y, por lo mismo, la necesidad de cuidarlos.
“El FSC nace con la misión de detener la deforestación en el mundo, esa es la preocupación original: cómo asegurar que el producto tiene un origen que no proviene de tala ilegal o destrucción de bosques. De ahí surge la necesidad de crear un sistema de origen del producto, y el concepto de manejo forestal responsable”, dice Regina Massai, directora ejecutiva de la organización en Chile y que en esta entrevista analiza los avances y la importancia de esta certificación.
A propósito del lema de este año del “FSC Friday”, en un escenario climático donde los bosques tienen un rol clave, ¿cómo se concilia la protección de los ecosistemas naturales con las plantaciones del sector productivo?
El estándar, los principios de manejo forestal responsable, incorporan aspectos sociales, ambientales, de gestión y económicos, y dentro de los aspectos ambientales, y de las acciones no permitidas por el FSC, está precisamente la sustitución de bosque nativo por plantaciones. Todo esto obviamente post 1994, que es cuando nace la organización. Entonces, ahí hay una señal muy clara de cuáles son las actividades que no son admisibles, como la tala ilegal, la sustitución de bosques y aspectos que tienen que ver también con las comunidades. Y después, en las prácticas de manejo que promueve el FSC, muchas de ellas tienen que ver con la protección de ecosistemas, de los bosques de alto valor de conservación. En las actividades de manejo forestal tienes que velar porque eso esté protegido, y que las comunidades tengan acceso a ellos.
La captura de carbono por parte de los bosques hoy es un elemento de mitigación fundamental, ¿Cómo este tipo de cuestiones climáticas se insertan hoy en la certificación?
Uno podría decir, desde el punto de vista del bosque, que tiene que ver con conservar, proteger y aumentar esa masa boscosa, y al final con la capacidad de captura de stock de carbono. Como decía, hay indicadores y criterios que apuntan a la conservación de ecosistemas, pero además en 2018 en FSC se creó un nuevo procedimiento -que se ha ido profundizando y mejorando- para certificar y verificar impactos positivos de los servicios ambientales. Se priorizan cinco servicios del bosque: captura de carbono, conservación de la biodiversidad, agua, suelo y recreación, y están todos interrelacionados. Entonces, desde el momento en que contamos con este nuevo procedimiento, las empresas que están certificadas pueden mejorar la calidad de ese certificado profundizando, por ejemplo, en la conservación de biodiversidad. Y si se adquiere ese compromiso, debe velar porque esa masa se mantenga o se mejore. Esto también nos abrió la puerta a otros sectores que también tienen bosques, como las viñas. Un caso emblemático que tenemos es Concha y Toro, que tenía un programa de conservación de bosques en torno a los viñedos, e identificaron esta oportunidad con FSC de hacer esta certificación con fines de conservación. Está el parque Oncol también certificado en este momento como FSC Servicios Ecosistémicos.
¿Cómo se traduce esto en una señal para los inversionistas, por ejemplo, que hoy están tomando cada vez en mayor consideración estos atributos ambientales, sociales, de ASG?
Ahí tenemos una contribución importante, porque si los inversionistas quieren invertir para contribuir al cambio climático a través de la conservación, son todos efectos de mediano y largo plazo; cómo le aseguro hoy a un inversionista que en el futuro ese impacto va a ocurrir. Entonces, eso se hace a través de un procedimiento de certificación que implica que monitoreas todos los años y te comprometes con un plan de acción, que en el fondo son indicadores de proceso para lograr un impacto futuro. Además, con la flexibilidad que se requiere, con una auditoría de seguimiento puedes ir también actualizando esas actividades, porque va cambiando el entorno, y puede que tengas que hacer más actividades para lograr esa meta a medida que pasa el tiempo. Entonces se juega un rol importante ahí por el lado del monitoreo, porque estamos trabajando en un ámbito donde los efectos son de largo plazo, particularmente cuando se trata de conservación, donde pueden pasar muchas cosas entremedio, como un incendio.