Pese a cultivar en teoría y práctica un pensamiento ecologista, Tomás Hofman descubrió espontáneamente el sentido de su emprendimiento. En 2019 fue a celebrar el paso a la final de su equipo de fútbol de liga con algunos amigos, y él y su polola pidieron comida aparte por ser vegetarianos. Todo el resto pidió sushi y ahí, en el frenesí mismo del banquete, advirtió cómo era el impacto que generaba usar tantos y tantos palitos de sushi que al final se iban al tacho de la basura, con restos de comida y todo.
“En ese momento cuando vi el festín que se estaban dando mis amigos, visualicé que los palitos debían ser comestibles. Yo pese a tener una orientación ecológica, el origen de la idea fue así, muy orgánico, no estaba trabajando ni nada eso. Visualicé la solución antes que el problema”, cuenta Hofman, cofundador de Paleatos, la empresa que surgió tras materializar la idea.
A poco andar a Hofman le llegó un correo de una incubadora de una universidad: el Laboratorio de Fabricación Digital de la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas de la U. de Chile (FabLab). Junto a otro amigo, se embarcaron en darle forma a la idea y participó en la postulación, analizando variables como el mercado, la propuesta de valor y las externalidades negativas. Llegaron a la conclusión de que el proyecto tenía viabilidad técnica y económica.
Gracias a la obtención de un fondo de Corfo llamado Súmate A Innovar, más la colaboración decisiva del Centro Regional de Estudios en Alimentos Saludables (CREAS), alojado en Curauma (Región de Valparaíso), Paleatos llegó a un prototipo de palitos de sushi hechos con harina, 100 por ciento comestibles y 100 por ciento veganos. Duran unos 20 minutos sumergidos en el líquido (en este caso, por ejemplo, una salsa de soya) hasta su consumo final.
Por ahora el producto se encuentra ad portas a salir al mercado. Ya existen conversaciones previas con algunas tiendas y restoranes de sushi que podrían ocuparlos, lo que “representaría un cambio de paradigma a cómo estamos funcionado”, dice Hofman. De hecho, según estimaciones, al año se talan 20 millones de árboles para fabricar palitos de sushi, habiendo algunos países que contribuyen más negativamente a este recuento que otros. Esto tiene grandes implicancias en términos de la lucha contra el cambio climático, por cuanto al derribar tamaña cantidad de árboles, se emiten cerca de 500 mil toneladas anuales de CO2 a la atmósfera. De la misma manera, por cada árbol cortado se generan 4.000 pares de palitos de sushi.