En un momento en que el uso del plástico está duramente cuestionado a nivel mundial por el impacto que genera en el medioambiente, la inversión en ese material parece una decisión arriesgada. Según los científicos su degradación tarda un mínimo de 100 años, aunque hay cálculos que cifran ese proceso incluso en 10 veces más.
Debido a esto, en varios países se le ha declarado la guerra. Sin ir más lejos, en Chile ya se prohibieron las bolsas plásticas en el comercio y se está avanzando en restaurantes con la eliminación del uso de bombillas. Según estudios internacionales, el 90% de la contaminación de los océanos es por basura plástica, la que actualmente está causando un daño gigantesco en el ecosistema marino.
La empresa chilena LUP, sin embargo, apostó por el plástico como su principal materia prima, a través de la recolección a baja escala y posterior transformación de los residuos en productos de decoración. “Nuestra propuesta es entender el valor del plástico como material, porque al final lo estamos ocupando mal. No se trata de ocupar la menor cantidad de plástico posible o de reciclar la mayor cantidad posible, sino de entender cuál es el mejor uso que se le puede dar a un material que dura cientos de años y que está llegando al medioambiente y haciendo daño”, plantea Rafael Salas, socio fundador de la firma que nació hace dos años y actualmente trabaja con artesanos de Chimbarongo y de San José de la Mariquina para elaborar productos de cestería combinados con el tradicional mimbre.
Esto se logra a través de un proceso de extrusión, donde el plástico se derrite y se convierte en una fibra que en la mayoría de los casos es flexible y moldeable, y que interactúa perfectamente con otros elementos más comunes en la artesanía.
Actualmente reciben los envases plásticos de Freemet, empresa de productos de limpieza sustentables e hipoalergénicos, y el resto lo compran a otras empresas que acopian y procesan el material. “En algunos casos hemos trabajado con otros envases, pero no es lo más óptimo por la calidad y limpieza del material, por eso con Freemet es más sencillo porque ellas se preocupan directamente de ese tema. A veces cuando hay un punto de recolección, la gente entrega directamente y no hay tanto control”, comentan.