Luis Lehmann: “El pilar de la economía circular es el nuevo homo circularis: un consumidor más responsable y consciente”
El licenciado en ciencia política y consultor en desarrollo sostenible argentino acaba de presentar en España su segundo libro “Cómo hacer clic hacia una nueva economía”, en el que, mediante un lenguaje cercano y familiar, entrega las claves para transitar a la economía circular en el contexto de la reactivación sostenible post pandemia. Aspira a lograr una revolución cultural con este nuevo ser humano que desecha el consumo irracional y es más empático con el entorno, rezagando al homo economicus, propio de la economía lineal y promotor de un consumo más irracional y depredador con el planeta.
Avecindado en Madrid, España, el licenciado en ciencia política argentino Luis Lehmann se abre paso como escritor en un tema tan sensible como la economía circular, concepto que asoma como determinante a la luz de la crisis climática que azota al planeta entero. Con experiencia en posiciones ejecutivas interactivas con organismos internacionales como el BID, el PNUD, GIZ, además de ejercer consultoría y promoción de desarrollo sostenible, Lehmann acaba de lanzar su segundo libro, titulado Cómo hacer clic hacia una economía: una revolución circular con el ser humano en el centro. Se suma así a su primera obra Economía circular, el cambio cultural (2019).
La nueva entrega nace a partir de los efectos de la pandemia de coronavirus en el mundo, y cómo la reactivación sostenible se debiera impulsar con un énfasis en la economía circular. En ese sentido, el libro, en un lenguaje cercano y familiar, desmenuza las claves de este concepto en el mundo de las grandes y pequeñas empresas, las políticas gubernamentales y la sociedad civil, centrando el punto en algo que Lehmann denomina homo circularis; es decir, un ser humano propio de la economía circular, nacido de una revolución cultural, que promueve modos de consumo más responsables y conscientes de su entorno, para superar al homo economicus, un ser humano de la economía lineal que va por la dirección opuesta.
Asimismo, el libro tiene una raíz bien anclada en Chile, toda vez que Gonzalo Muñoz, champion de la COP25, y Verónica de la Cerda, gerenta general de Triciclos, redactaron el prefacio. Adicionalmente, Lehmann reconoce dentro de las inspiraciones de su nueva publicación los avances que ha mostrado la economía circular en nuestro país.
-Da la impresión de que el libro se aboca a entregar un mensaje muy digerible respecto de la economía circular, que busca acercar el concepto al común de la gente para que ésta se lo apropie. ¿Hay algo de eso?
-Totalmente, esa es una de las prioridades. No es un libro técnico, no apunta a los expertos en economía circular, sino que es un intento para que más gente conozca la economía circular como una herramienta de transformación. Yo no soy un escritor consumado, soy un escritor novel. Pero traté de que los conceptos fueran lo más claro posible. Hice un cruce con otros autores contemporáneos, no necesariamente de economía circular, sino expertos en filosofía, geopolítica, no apuntando al nicho. La idea justamente era llegar a un público mayor.
-¿Qué viene a añadir esta nueva publicación a diferencia de tu primer libro?
-El primer libro de 2019 nace en un momento en que la economía circular, si bien estaba despegando en algunos ámbitos, todavía era algo muy reducido. El libro estaba muy acotado a la gestión de residuos, pero la nueva propuesta incluye la economía circular con una visión más holística, que abarca no solo los residuos, sino el conjunto de los recursos, la logística del agua, el suelo, la mano de obra, el conocimiento, el tiempo. Me pareció que el momento del clic hacia una nueva economía, como señala el título del nuevo libro, es ahora. En América Latina había que dejar de lado la mirada de la economía circular como una herramienta del medioambiente, para transformarse en una herramienta de desarrollo económico. Era el momento justo, cuando por la pandemia muchas economías se cerraron. Era una oportunidad para repensar, porque ahora viene el proceso de reactivación económica, y es el momento para permitir el desarrollo económico teniendo en cuenta la variable ambiental y social.
-¿Cuánto cambia la urgencia de instalar la economía circular en el contexto de la pandemia? ¿Se hace un imperativo? ¿Es más urgente ahora adoptar este concepto incluso antes de que llegara la pandemia?
-Yo no tengo dudas de eso. No tenía dudas previo a la pandemia; lo que pasa es que la pandemia aceleró un momento de procesos y tendencias que hacen que la economía circular sea un modelo de futuro. Pero esa es una frase hecha: yo creo que es un modelo de presente. Es importante que cada vez personas conozcan la economía circular, porque ha crecido mucho en estos años, ha logrado un alto nivel de institucionalización y todos los sectores vinculados al Estado se están convenciendo de que es una herramienta imprescindible para encarar la transformación de la economía.
-¿Sientes que el concepto está siendo llevado a las grandes esferas de discusión? En la actual COP26, donde las negociaciones están bien entrampadas, no sé si hay tanto convencimiento de adoptar la economía circular como herramienta de transformación.
-Yo lo separaría en dos cosas. Hay grandes movimientos geopolíticos a nivel internacional, lo más claro es la confrontación entre Estados Unidos y China por el liderazgo económico internacional. De ahí para abajo hay un montón de movimientos y veo una gran polarización. Eso atenta contra la posibilidad de alcanzar consensos respecto de las áreas que interesan a la humanidad. Hay una disociación cognitiva: el 90 por ciento de las personas percibe al cambio climático como la gran amenaza para la humanidad, solo poco más del 40 por ciento está dispuesto a cambiar sus hábitos. O sea, menos de la mitad de los que reconocen el problema estaría dispuesto a hacer algo para evitarlo. Y respecto de la COP, lo que aporta la economía circular es una herramienta para el cumplimiento de las metas trazadas en el Acuerdo de París, en la COP21. Puede aportar mucho en función de resolver el problema: acortando las cadenas de suministro, por ejemplo. El clic de cambio que menciono en el libro es la sociedad. Necesitamos sociedades más conscientes. El consumidor responsable es el pilar de la economía circular, porque es él quien orienta los procesos de compra, qué se consume y qué no. En el libro yo destaco el rol de las nuevas generaciones (generación z), que nacieron con las pantallas y vienen con la tecnología incorporada desde la cuna. Hay estudios que le dan a esto un clic biológico, que activa los lóbulos prefrontales que tienen que ver con la colaboración, con el compartir, están mucho más desinteresados de lo que sucede en el barrio y mucho más preocupados de lo que sucede en el mundo. Por eso empiezan a levantar causas como las del cambio climático en el mundo.
-¿Cuál es el clic más importante que menciona el libro? ¿Cómo entra ahí este nuevo concepto de homo circularis?
-El clic más importante es el cambio cultural que haga que nazca una suerte de nuevo ser humano. Dentro del libro, y de forma un poco provocativa, yo creo un nuevo ser humano llamado homo circularis. La economía circular nace en contraposición a la economía lineal; así como el ser humano de la economía lineal es el homo economicus, que es un consumidor irracional activado por el marketing, necesitamos ir hacia un homo circularis que equilibre la balanza.
“Es cierto que en Europa está aumentando la tendencia del decrecimiento, pero yo pienso que habría que decrecer en algunas industrias como el petróleo, por ejemplo. Pero en tanto todavía gran parte del mundo está al debe de sus necesidades básicas, me suena bastante violento parar la economía. Tenemos que ir hacia una economía más consciente, más inteligente y más distribuida: ahí está la clave de la cuestión”.
-¿Te hace sentido el concepto de “decrecimiento” que se viene acuñando por el mundo científico?
-Yo creo que es un tema bastante delicado. Es cierto que en Europa está aumentando la tendencia del decrecimiento, pero yo pienso que habría que decrecer en algunas industrias como el petróleo, por ejemplo. Pero en tanto todavía gran parte del mundo está al debe de sus necesidades básicas, me suena bastante violento parar la economía. Tenemos que ir hacia una economía más consciente, más inteligente y más distribuida: ahí está la clave de la cuestión. Porque la economía crece, pero lo hace concentrada en determinados puntos. El desafío es ver cómo eso puede descentralizarse apostando por nuevas territorialidades. Yo prefiero hablar de desarrollo distribuido. Y sobre la economía circular, por algo se habla de transición. Los estudios internacionales sobre la brecha de circularidad, dicen de que el 9 por ciento de la economía mundial es circular, y que si logramos duplicarla para 2030, podríamos alcanzar los objetivos de no superar los 1,5 grados Celsius de temperatura. No es necesario el 100 por ciento de circularidad; con que mejoremos la forma de hacer economía hoy podemos lograr un montón de avances.
-El libro habla de una “revolución circular”, pero hay quienes plantean que para hacer una verdadera revolución que implique acabar con la depredación del planeta, habría que acabar con el capitalismo. ¿Qué visión tienes al respecto?
-A ver, ahí yo identifico tres fases: un primer punto de aproximación a la economía circular, vinculado a la economía del residuo y reciclaje, donde América Latina está más cerca; otra que corresponde a un estadio más abarcativo, que no tiene solo en cuenta los residuos, sino todos los recursos que pueden haber en una economía, donde está situada Europa; y, por último, la identificación de la economía circular en contraposición a la economía lineal, pasa a ser una tercera etapa, donde nadie está aún en condiciones de ingresar. Los pasos de la economía circular podrían ayudar a crear una nueva forma de hacer economía. Yo me paro desde ahí porque creo que es la que está mejor fundamentada, la que más ha logrado institucionalizarse, la más adaptativa, y la que está en boca del común de la gente. No sé si me atrevo a luchar contra tantos años de capitalismo, pero no tengo duda en que tanto en su primer como en su segundo estadio, por lo menos le intenta aportar muchas mejoras al capitalismo.
-Ya que dices que la economía circular es un modelo de presente, ¿qué pasos sustantivos del presente se podrían dar para aspirar a este ser humano nuevo del homo circularis?
-Yo hago hincapié en que por primera vez en la evolución no tenemos que esperar a que pase mucho tiempo, sino que tenemos todas las herramientas, tecnología, conocimiento y financiamiento para hacer un clic consciente. Muchas empresas se dieron cuenta de que la sociedad estaba empezando a cambiar y se adelantaron. Las que se adelantaron optaron por cambiar sus cadenas de suministro, abogando por generar cambios en sus ecosistemas, retroalimentando a la sociedad. Y cuando no se alcanza el cambio, la sociedad presiona a los actores gubernamentales para generar estándares más altos.
-¿Sientes que el subtítulo del libro, es decir, aquello de poner en el centro al ser humano, se contradice con la visión del mundo ambiental que pregona un enfoque mucho más ecocéntrico? ¿Hay una dicotomía ahí?
-No creo que deba ser una dicotomía. Parte de la necesidad de la revolución cultural es que la naturaleza y las necesidades del ser humano estén alineadas. Y eso se logra a través del cambio en los modelos de producción y consumo, con las capacidades de regeneración de la naturaleza. No es un homocentrismo en que para mejorar su calidad de vida, el ser humano le produce daño al medio ambiente; es que para mejorar su calidad de vida tiene en cuenta al medioambiente y toma solo lo que necesita.
-¿Se podría hablar de un nuevo antropocentrismo?
-Sí, podría ser, un antropocentrismo consciente con la naturaleza.
-Por último, ¿qué aportes reconoces en los chilenos Gonzalo Muñoz y Verónica de la Cerda, quienes hicieron el prefacio de tu libro?
-Me gustaron mucho como speakers. Escuché muchas de sus charlas el 2019 y 2020 y pensé que ellos se alineaban con el contenido. Además, tengo que destacar que fue muy inspirador el avance que ha tenido Chile en economía circular, siendo referentes en América Latina. Tiene mucho dinamismo y un componente enfocado a la territorialidad. En el libro hay un capítulo dedicado a la gran empresa, que tiene mucha fuerza para imponer hábitos de consumo, pero también hay otro dedicado a las pymes, que pueden generar cambios muy relevantes a través del fomento de la innovación y creatividad. Ahí Chile pone mucho énfasis en la pyme, a través de Corfo. Eso es muy relevante.