La empresa Travieso se inspira en el trueque para reutilizar el 100% de la ropa de guagua
Con poco más de un año de existencia, el emprendimiento creado por Rosario Hevia se ha convertido en una solución para quienes buscan regalar las prendas que sus hijos ya no utilizan y quienes necesitan adquirir ropa infantil a precios económicos. El intercambio es así: ella ofrece una especie de “crédito” por cada prenda donada que llega a la tienda. La parte que Travieso no alcanza a vender, la destina a instituciones que trabajan en contextos de pobreza. Así logró conformar un proyecto de sólida vocación social y de respeto por el medioambiente, evitando que toneladas de ropa usada vayan a parar a los vertederos.


Lo primero que salta a la vista al entrar a la tienda de Travieso, en el paseo General Holley de Providencia, es la división de la ropa de guagua: al fondo se lee “Sector Premium”, a la derecha “Sector Segunda” y a la izquierda “Línea con sentido”. En eso aparece por el pasillo Rosario Hevia, la artífice de este emprendimiento que reutiliza el 100 por ciento de la ropa de bebés que llega mediante un sistema colaborativo y recíproco.
Con poco más de un año de existencia, Travieso Ropa ya cuenta con una clientela fija, toda vez que ofrece una solución a dos tipos de personas: quienes no saben donde dejar la ropa de guagua que ya no les sirve y quienes necesitan adquirir vestuario infantil a bajo costo. De paso, la empresa evita que esas prendas vayan a parar a los vertederos, como sucede normalmente: la industria textil, sin ir más lejos, es la segunda más contaminante del mundo.
Esa mirada a favor del cuidado del planeta fue adquirida con el tiempo por Rosario Hevia. Al principio, dice, su “necesidad de mamá” la llevó a emprender. Cuando supo que el segundo bebé que esperaba en su vientre sería hombre -Matías, hoy de un año y medio de edad-, Rosario advirtió que la ropa de su primera hija, Emilia (tres años y medio), no le serviría. En vano buscó un lugar donde canjearla por prendas que le sirvieran a su segundo hijo: no había nada.

“¿Cómo no puede haber una parte donde reciban todo esto?, me preguntaba yo. Así que empecé a publicar por redes sociales: cambio la ropa de mi hija por ropa de hombre. Y finalmente me la cambió una persona que tenía un hijo hombre y necesitaba ropa de mujer”, recuerda Hevia, sentada al lado de una ventana que mira hacia General Holley, en pleno Barrio Suecia.
Esta interacción espontánea produjo un doble efecto en Hevia: comenzó a esbozar una idea de negocio con múltiples beneficios y, además, se apropió del concepto del trueque como el corazón de la futura empresa. De hecho, en Travieso, una de las maneras de acceder a los productos de Travieso es a través de este sistema: el cliente dona sus prendas a cambio de un “crédito” por cada una de ellas.
“Los clientes me traen lo que no necesitan y yo lo valorizo en el momento mismo. Ponen la ropa acá en montones y yo a cada una le asigno un precio. Doy entre 100 y 2.000 pesos de crédito por prenda, y además ellos tienen descuento de hasta un 25 por ciento en accesorios y ropa fuera de temporada”, explica Rosario, cuya única exigencia es que la ropa llegue lavada.
“Los clientes me traen lo que no necesitan y yo lo valorizo en el momento mismo. Doy entre 100 y 2.000 pesos de crédito por prenda, y además ellos tienen descuento de hasta un 25 por ciento en accesorios y ropa fuera de temporada”.
Con ese crédito, mamás y papás pueden acceder a la línea Premium y de segunda mano a un costo menor. En un inicio, Travieso partió trocando toda la ropa Premium, que corresponde a aquella que llega en perfecto estado. Luego, Rosario advirtió que había una necesidad por comprar ropa de segunda mano a precios muy económicos y abrió la nueva línea.
“La ropa premium la vendemos entre un 30% y un 70% más barato que en el retail. Y la ropa de segunda mano es aquella que se les nota el uso, que tienen algún pequeño detalle y están a un precio mucho más barato. Incluso los viernes vendemos ropa a 250 pesos. Quienes necesitan llevar un ajuar completo para el invierno, lo puede encontrar acá”, cuenta la emprendedora.
La tercera línea del proyecto se denomina “con sentido” y corresponde a la conversión de toda la ropa infantil que llega en mal estado, manchada o rota. De esas telas nacen peluches, caballos, atrapasueños y otros accesorios. “La utilidad de esta línea va a la persona que confecciona estos productos”, explican en la página web de la empresa www.travieso.cl. También tienen Instagram y Facebook (@travieso.ropa).

“La ropa premium la vendemos entre un 30% y un 70% más barato que en el retail. Y la ropa de segunda mano es aquella que se les nota el uso, que tienen algún pequeño detalle y están a un precio mucho más barato. Incluso los viernes vendemos ropa a 250 pesos”.
La vocación social de Travieso
Este emprendimiento circular reutiliza todos los artículos textiles que recibe en su tienda. “En realidad nosotros recibimos mucha más ropa de la que podemos vender”, acota Rosario Hevia, quien en medio del camino también pensó cómo darle vida a todo ese excedente. Cita el caso del exceso de ropa de recién nacido y hasta seis meses. “Por eso el trueque lo hacemos con ropa de nueve meses en adelante ”, agrega.
Buena parte de esas prendas hasta seis meses, por ejemplo, constituyen el otro sello de Travieso: las donaciones hacia instituciones que trabajan en contextos de pobreza. “Nos propusimos donar el tercio de la ropa a niños y niñas en situación vulnerable. Todas las semanas lo hacemos. El único problema que tenemos es unos mini retazos que sobran. En seis meses apenas hicimos una bolsa de basura grande de puros retazos, pero pensamos ocuparlas como rellenos de los topes de puertas”, revela la ingeniera civil.
“Antes hacíamos donaciones a particulares, pero como a veces son entre 10 y 30 bolsas grandes a la semana, optamos por regalarla a gente que la pueda distribuir. Trabajamos con una institución vinculada a migrantes. También donamos a mamás que se juntan por Facebook, a jardines infantiles, a la Corporación de Nutrición Infantil (CONIN), a la UDP, que trabajan con niños y niñas abandonados en neonatología, etcétera”, añade Rosario.

“Antes hacíamos donaciones a particulares, pero como a veces son entre 10 y 30 bolsas grandes a la semana, optamos por regalarla a instituciones que la puedan distribuir a niños y niñas en situación de pobreza”.
Recién el 14 de mayo pasado, Hevia abrió la tienda de General Holley 170, ubicada a pasos de la salida de la Línea 6 del Metro Los Leones. Cuenta con una sala de juegos, para que niños y niñas se puedan divertir mientras sus papás o mamás hacen las compras. Ese rincón, además, es ofrecido como vitrina a otros emprendedores que trabajan con productos infantiles. Por ahora la venta es solo presencial, aunque actualmente se está implementando un espacio online en marcha blanca para vender los productos. Si resulta bien, dice Rosario, esa plataforma se mantendrá.
No obstante el espíritu del proyecto, advierte, hay clientes que entienden de modo indebido el sistema de trueque. “Hay gente que se va muy feliz sabiendo que yo les doy algo a cambio y que mis precios son baratos. Un pilucho te puede costar 1.200 pesos haciendo el cálculo. Pero también hay otra gente que no lee muy bien: quiere buscar en el trueque una forma de maximizar la parte económica. Si llegan con una chaqueta de 40 mil pesos, esperan que yo les dé 20 mil pesos, y no. Mi concepto de tienda va más ligado a la reutilización. Si la gente quiere maximizar el valor de su ropa, este no es el lugar”, cierra rotundamente.