Felipe Arrigorriaga predica con el ejemplo. Camina por el Drugstore de Providencia con unas zapatillas de su propia producción, y asegura que los miembros de su clan más cercano también utilizan el producto diariamente. Lo mismo ocurre con sus dos socios, Cristóbal Arancibia y Benjamín Moreno, cuyas respectivas familias también calzan Kruza.
“La zapatilla es la prenda de vestir más importante porque nos conecta con la Tierra”, cuenta Arrigorriaga, cofundador de Kruza, justo en el marco del Día Internacional del Reciclaje. Él y sus dos amigos conformaron la primera empresa chilena de zapatillas sustentables, fabricadas a partir de la reutilización o reciclaje de materiales que otras industrias desechan.
Mientras muestra la línea de zapatillas de temporada otoño-invierno, disponibles en Espacio Guerrero del Drugstore de Providencia, Arrigorriaga cuenta que Kruza nació hace un año, y que el aliciente para el trío de amigos surgió al constatar que, a raíz de los tratados de libre comercio suscritos principalmente con China, el calzado chileno estaba en picada. “Llega el calzado a muy bajo precio y las empresas chilenas han ido cerrando en los últimos 30 años”, dice Arrigorriaga, titulado de ingeniería comercial. Arancibia ejerce la misma profesión, mientras que Moreno es publicista.
Cuando dejaron sus respectivos trabajos y se embarcaron en su proyecto propio, pensaron en qué podría ser un elemento diferenciador. Y descubrieron el tremendo impacto ambiental que produce la industria de la moda a nivel global. “La moda es una de las 10 industrias más contaminantes del planeta y todo de la mano del fast fashion, que es producir a bajo costo en países con leyes laborales bien precarias. Además la gente cada vez consume más ropa, pero la ocupa menos veces. Solo se recicla el 1% de la ropa”, declara Arrigorriaga, y entonces el foco de su naciente empresa debía procurar “ser más amoroso con el medioambiente”.