Para extraer el corcho no es necesario talar el árbol. En tanto corteza que protege de las extremas condiciones del clima mediterráneo al alcornoque -especie repartida profusamente en Portugal-, el corcho se obtiene a través de una poda cada 9 o 12 años sin dañar el ejemplar. En ese proceso amigable con la naturaleza pensaron los hermanos penquistas Mario y Pablo Palma al momento de idear soluciones a través de este producto en el ámbito de la construcción.
En una estadía en Europa, precisamente, los hermanos Palma conocieron la industria del corcho y sus propiedades. Descubrieron que el 60 por ciento de la producción de corcho mundial se concentra en Portugal. Y que bien aplicado como un tipo de pasta sobre las fachadas podría llegar a ser un gran aislante térmico, además de servir como revestimiento en diferentes tipos de superficies.
Cuando volvieron a Chile, en 2010, ambos se dirigieron a la Cámara Chilena de la Construcción, pero notaron que había muy poca innovación al respecto. El escenario cambió tras el terremoto del 27 de febrero, desde el cual hubo mayor apertura hacia el desarrollo de nuevos productos. Y así nació Isolcork, con la idea en mente del corcho para recubrir las casas como pintura. Pero trabajaban en primera instancia con una empresa española que hacía algo parecido. Ellos querían amplificar el mensaje.
“Ahí fue donde nosotros dijimos que teníamos que desarrollar el producto en Chile, adaptándolo a las condiciones climáticas del país. Claro que teníamos que incorporar aditivos para que funcionara en cualquier parte de Chile. Y ahí nos apoyó Innova Biobío de CORFO y levantamos un capital semilla para hacer nuestro primer prototipo”, recuerda Mario Palma, gerente de Desarrollo de Negocios de Isolcork.
Con los fondos asegurados en 2012, Isolcork se atrevió a crear su propia receta para trabajar en el área de la construcción, a partir de resinas, polímeros orgánicos, aditivos y otros compuestos. Pero el corcho, por supuesto, es el ingrediente principal de la fórmula: entre sus ventajas se cuenta que el 88 por ciento de su volumen es aire, lo que le permite “ser un gran aislante térmico, ya que funciona como un panal de abeja. Si lo aplicas sobre un muro, y cuando llega el agua a la fachada, las cavidades se cierran”, agrega Mario Palma.