Informe de la WWF advierte que aumento vertiginoso del consumo está acabando con los recursos naturales
Nuestro país registra una de las mayores huellas ecológicas de consumo en la región. Desde WWF Chile afirman que es imprescindible contar a la brevedad con un Servicio de Biodiversidad y Áreas Protegidas, para garantizar la necesidad de garantizar un manejo efectivo de las áreas protegidas terrestres y marinas.
“El aumento vertiginoso del consumo humano conduce a la sobreexplotación y al crecimiento vertiginoso de la Agricultura”, por lo que la creación de un sistema más sostenible requerirá de grandes cambios en las actividades de producción, distribución y consumo. Esa es una de las principales alertas que emanan del “Informe Planeta Vivo 2018”, elaborado por World Wildlife Fund (WWF) en conjunto con más de 50 expertos de la academia, las políticas y organizaciones internacionales de desarrollo y conservación.
Allí, la organización plantea que en una época de cambios acelerados y sin precedentes, nuestro consumo cada vez mayor, y la mayor demanda de aguas, tierra y energía dependen en gran parte de los servicios que nos suministra la naturaleza sustentada por la biodiversidad -valorados en US$125 billones anuales-, pero ambas están desapareciendo hoy a un ritmo alarmante.
De acuerdo al Índice Planeta Vivo (IPV) presentado en el reporte, que monitorea la abundancia mundial de vida silvestre, las poblaciones globales de peces disminuyeron en promedio un 60% entre 1970 y 2014, año con los datos más recientes. Este IPV abarca 16.704 poblaciones de un total de 4.005 especies monitoreadas, de las cuales cerca de 50 son chilenas.
Y es en América del Sur y Centroamérica donde se ha producido la disminución más dramática: 89% de pérdida en las poblaciones de vertebrados en los últimos 44 años, un promedio de 4,8% anual.
Las principales amenazas a la biodiversidad están determinadas por las actividades humanas, principalmente por la sobreexplotación (un tercio de la pesca global de especies del mar está representada por solo 10 especies de las 1.500 que se capturan) y la agricultura (casi el 20% de la Amazonía ha desaparecido en solo 50 años), pero además de estas viejas amenazas se vislumbran otras nuevas, indica el reporte: “el cambio climático está desempeñando un papel cada vez mayor y ya ha empezado a tener efectos sobre ecosistemas, especies e incluso a nivel genético”, alerta.
El informe también entrega un mapa de la huella ecológica del consumo a nivel mundial, la que muestra que nuestro consumo de recursos naturales se ha incrementado en casi un 190% en los últimos 50 años. A nivel de Sudamérica, Chile tiene una de las huellas per cápita más altas junto a Argentina y Paraguay. Este parámetro está determinado por los estilos de vida y patrones de consumo, incluyéndo la cantidad de alimentos, bienes y servicios consumidos por los habitantes, los recursos naturales que usan y el dióxido de carbono (CO2) emitido para suministrar estos bienes y servicios.
Para Ricardo Bosshard, director de WWF Chile, los datos del Informe Planeta Vivo 2018 nos piden con urgencia cambiar la forma en que nos relacionamos con la naturaleza y el valor que le damos, algo indispensable para la sobrevivencia de la humanidad. “Este informe muestra que es urgente establecer un nuevo acuerdo global por la biodiversidad y las personas, lo que esperamos se concrete en noviembre durante la próxima Conferencia de las Partes de la Convención de Biodiversidad (CDB), donde esperamos que Chile refuerce su compromiso con la protección de nuestros ecosistemas y especies”, señala.
“Chile necesita terminar con la actual fragmentación institucional y de políticas respecto a la conservación de su diversidad biológica, además de garantizar la eficacia de los recursos invertidos en ella y la participación de comunidades locales e indígenas. Por ello, es imprescindible contar a la brevedad con un Servicio de Biodiversidad y Áreas Protegidas, iniciativa que ya se arrastra por varios gobiernos”, agrega Bosshard, apuntando también a la necesidad de garantizar un manejo efectivo de las áreas protegidas terrestres y marinas, y avanzar en un acuerdo nacional de restauración, considerando que hemos perdido el 42% de nuestros bosques nativos y existe casi un 80% de tierras degradadas, un 21% de ellas en proceso de desertificación.