Inédita iniciativa de Enel Chile busca que sus trabajadores se transformen en consumidores conscientes más allá de las fronteras de la oficina
A fines de 2020, la compañía invitó a sus trabajadores a sumarse al “Viaje del Consumidor Consciente”, que buscaba promover estilos de vida sostenibles en su vida cotidiana.
Durante seis meses, 15 de ellos se impusieron metas y desafíos como el compostaje domiciliario, el consumo de alimentos orgánicos y el uso de productos libres de packaging. A raíz de esta experiencia, se creó una red de personas que hoy comparten sus experiencias, datos y se ayudan para sortear las dificultades y desafíos para avanzar hacia un consumo más responsable, y que busca ser ampliada al resto de la compañía. “El rol de la empresa en gran parte está descrito por las acciones de las personas que la conforman. Por esto es fundamental preguntarnos cuál es el propósito que nos mueve, cómo habitamos los espacios, cómo compartimos, qué acciones realizamos y cuáles son sus impactos”, dice Natalia Correa, head of circular economy de Enel Chile.
Periodista
“En este recorrido, aprendí que puedo reducir el impacto de mi alimentación comiendo menos carne y aprovechando frutas y verduras de temporada. Yo me sumé, ahora te toca a ti”. Las palabras de Luca Filosomi, especialista senior de economía circular de Enel Chile, dan cuenta de un viaje que se inició en noviembre de 2020 al interior de dicha empresa, buscando crear conciencia de sostenibilidad en sus trabajadores más allá del ámbito laboral y de los límites de sus edificios corporativos. La idea era llevar experiencias a su vida diaria, en el hogar, en la calle, con la familia; en sus compras cotidianas y en las múltiples decisiones del día a día, para crear consumidores conscientes. Una propuesta que cobra un mayor valor en este período de Navidad y fiestas de fin de año, donde el consumo se incrementa con mayor fuerza.
La iniciativa, que se denominó “El viaje del consumidor consciente”, se inició con un recorrido de 5 estaciones. A través de cinco videos explicativos de tres minutos cada uno se abordaron temáticas específicas: crisis climática, consumo consciente, alimentación consciente, alargar la vida útil de la ropa, y movilización consciente. En ellos, se mostraba con datos el impacto de nuestra vida cotidiana en el planeta. Cómo la producción de alimentos genera 8.400 millones de toneladas de gases de efecto invernadero al año, o que mientras la producción de ropa se ha duplicado en los últimos 15 años hasta alcanzar las 100 mil millones de unidades al año, su uso ha disminuido al 36%; es decir, compramos más ropa de la que usamos. Y que la población mundial utiliza hoy 80 mil millones de toneladas de recursos naturales al año, y produce 2 mil millones de toneladas de desechos. Hoy consumimos a tasas tan altas que los ecosistemas naturales no logran regenerarse, requiriéndose 1.7 Tierras para abastecer nuestra demanda de recursos. Estamos consumiendo los recursos de las futuras generaciones.
Los videos no solo mostraban el impacto negativo del modelo lineal de producción y consumo, sino también consejos prácticos para avanzar hacia un consumo más sostenible. Consumir más frutas y verduras por sobre las carnes rojas, por ejemplo, lo que puede disminuir hasta en un 58% las emisiones de carbono y un 75% el consumo de agua. Evitar el desperdicio de alimentos, compostar y reciclar los residuos, donar ropa usada y comprar solo la que se necesita, evitar envoltorios, reparar los objetos estropeados en vez de botarlos, o preferir los emprendimientos nacionales y productos de empresas responsables de sus impactos, por ejemplo.
A partir de ahí, una serie de voluntarios de Enel Chile trabajaron en sesiones creativas para definir compromisos a corto, mediano y largo plazo, y luego 15 participantes se desafiaron en una segunda etapa en el “Close the Loop Challenge” a cambiar sus hábitos de consumo. Para ello se les entregó una guía de consejos prácticos y herramientas para aprender haciendo. En línea con los principios de la economía circular se entregó en sus casas el servicio de compostaje domiciliario, artículos de higiene libres de packaging, y canastas de frutas y verduras orgánicas.
Natalia Correa, head of circular economy de Enel Chile, señala que el Proyecto responde a la estrategia de negocios sostenible de la compañía, que busca llevar adelante una transición energética justa, a través de la descarbonización de la matriz energética, la electrificación y desarrollo de las nuevas tecnologías poniendo a las personas al centro. “Todo nuestro plan de acción está orientado a contribuir a la acción por el clima y es urgente el compromiso de todos. Llevar a cabo los cambios que se necesitan requiere de un cambio de mentalidad, de consciencia sobre las acciones que cada uno realiza y sus impactos en el entorno, el planeta y la sociedad”, explica.
“La economía circular es un medio poderoso para el desarrollo sostenible, te plantea nuevas formas de consumo y producción, reduce los riesgos, impulsa a innovar y crea valor a la vez que permite la regeneración de los ecosistemas naturales. Enel se ha inspirado en la economía circular para rediseñar sus modelos de negocio y este trabajo colaborativo nos ha llevado a conversar sobre las ciudades que habitamos”
“Las ambiciosas metas que Enel se ha propuesto -agrega- no son posibles de lograr si nuestros colaboradores como individuos, en su día a día, no hacen también una reflexión activa de sus comportamientos de consumo y su contribución a la acción climática, porque es tarea de todos y desde los distintos roles que desempeñamos, en el trabajo, en el hogar, con nuestra familia, amigos, o como vecinos en nuestra comunidad”.
Y esto implica también, dice Natalia Correa, un nuevo compromiso de las empresas: “El rol de la empresa ha evolucionado en diversos frentes, hoy debemos ser parte integral de la sociedad y su desarrollo, en este sentido las personas que conforman Enel son también ciudadanos y queremos que nuestra visión de ‘We Empower Sustainable Progress’ sea transformadora y movilice las acciones más allá del sector energético, que permee en las acciones cotidianas”.
Cerrando el círculo
Los 15 trabajadores de Enel Chile que se inscribieron como voluntarios para el “Close the Loop Challenge” fueron parte activa de todo este proceso, reflexionando de manera conjunta y a través del aprendizaje experiencial identificaron las acciones sostenibles que podían realizar en su vida cotidiana explica Sofía Díaz, analista de economía circular de Enel Chile.
“Los compromisos que más se repitieron fueron alimentarse mejor, consumir menos carne, comprar productos libres de packaging, compostar, reparar muebles o electrónicos que tenían en desuso, regalar experiencias y no consumir de manera impulsiva”, explica. A partir de ahí se definieron tres desafíos concretos a los participantes, para que los experimentaran en familia: consumir frutas y vegetales orgánicos, de temporada y locales; uso de shampoo, bálsamo, desodorantes y cremas sin packaging; y el compostaje de sus residuos orgánicos. En los seis meses de duración del desafío, en los domicilios de los 15 participantes se compostaron casi 3 toneladas de residuos orgánicos, se consumieron 225 kilos de alimentos orgánicos, y se evitó el consumo de cerca de 180 botellas plásticas de productos de aseo personal.
La experiencia resultó altamente reveladora para sus participantes. “En mi círculo cercano, el ‘recorrido del consumidor consciente’ fue una experiencia muy enriquecedora en lo que se refiere al compostaje, cambiando incluso mi estilo de vida hacia el minimalismo y el consumo saludable. Los invito a que asuman este desafío con sus familiares y sus amigos”, dice Pablo Retamal, buyer de Enel Chile.
“No es necesario realizar cambios tan extremos como algunos piensan, la transición hacia un consumo más consciente y responsable puede ser paulatino, mejorando cada día. Sin ponerse presión, disfrutando, aprendiendo y compartiendo en el proceso. El reflexionar respecto de la forma en que consumimos y hacerlo en grupo ha sido una experiencia muy enriquecedora”
Para Gabriela Soublette, senior merchant lines de Enel Generación, en su caso lo interesante de este desafío “es que logramos incorporar a personas que yo no tenía pensado que le iban a gustar los productos, como el bálsamo y shampoo sólido. Por lo tanto, la invitación es a atreverse, porque los productos son buenos, y no solo para el medioambiente sino que también para uno”.
El que esta experiencia se realizara durante la pandemia y con gran parte de los voluntarios en sus casas, dice Sofía Díaz, también ayudó a potenciar actividades en familia y a que se incorporaran trabajadores de distintas localidades del país.
“Se creó una red de personas que hoy comparten sus experiencias, datos y se ayudan para sortear las dificultades y desafíos para avanzar hacia un consumo más responsable. Aunque el objetivo inicial era instalar la conversación y entregar un espacio nutritivo donde desafiarnos hacia un consumo consciente, nos sorprendimos de los resultados y de cómo acciones individuales se amplifican cuando se aplica a una familia y se conforma una red de colaboración. Los beneficios, en términos personales y contribución al medio ambiente, nos sorprendieron”, afirma.
¿Es posible “cerrar el círculo” en nuestro consumo cotidiano? A la luz de esta experiencia, Sofía Díaz plantea que es más fácil de lo que las personas pudieran pensar. “No es necesario realizar cambios tan extremos como algunos piensan, la transición hacia un consumo más consciente y responsable puede ser paulatino, mejorando cada día. Sin ponerse presión, disfrutando, aprendiendo y compartiendo en el proceso. El reflexionar respecto de la forma en que consumimos y hacerlo en grupo ha sido una experiencia muy enriquecedora, y sin duda buscaremos formas innovadoras para ampliar este trabajo a toda la compañía”, afirma.
El rol de las empresas será clave en esto, y este tipo de experiencias comienzan a marcar una nueva pauta respecto de su responsabilidad con la sociedad, más allá de los límites físicos de los lugares de trabajo en que se desarrolla su labor. Apuntar a la transformación del ciudadano y consumidor, roles que todos cumplimos en nuestra vida diaria.
“La economía circular es un medio poderoso para el desarrollo sostenible, te plantea nuevas formas de consumo y producción, reduce los riesgos, impulsa a innovar y crea valor a la vez que permite la regeneración de los ecosistemas naturales. Enel se ha inspirado en la economía circular para rediseñar sus modelos de negocio y este trabajo colaborativo nos ha llevado a conversar sobre las ciudades que habitamos. Espacios urbanos donde se consume gran cantidad de recursos (materiales, agua, energía) y se desechan toneladas de materiales valiosos diariamente, un modelo insostenible”, plantea Natalia Correa.
“Desde aquí -agrega- debemos preguntarnos el rol de la empresa, que en gran parte está descrita por las acciones de las personas que la conforman. Por esto es fundamental preguntarnos cuál es el propósito que nos mueve, cómo habitamos los espacios, cómo compartimos, qué acciones realizamos y cuáles son sus impactos”.