Happy Bag: las bolsas compostables para hacer despachos sustentables
La empresa de la arquitecta Valentina Bernales nació en 2020, en plena pandemia, y ofrece bolsas de tres tipos y tres tamaños dirigidas a otras pymes que las usan en sus despachos. Con el fin de que las bolsas sean efectivamente compostadas en su disposición final, Happy Bag elabora contenidos educativos y está comenzando a tender alianzas con municipalidades para facilitar el traslado hacia las plantas de compostaje comunal.
Valentina Bernales, arquitecta, tenía una emprendimiento de carteras. Y en esa faena sentía algo extraño cuando llegaba el momento de envolverlas: se ocupaba scotch, cajas y, en fin, elementos desechables en todo el sistema del packaging. Cuando vio, sin embargo, que había entrado en vigor la ley 21.200 que prohibía la entrega de bolsas de plástico de un solo uso, quiso darle un giro a su negocio y apostar por bolsas compostables.
Así nació, en plena pandemia, en mayo de 2020, la empresa Happy Bag, que ofrece bolsas compostables dirigidas a otras y otros emprendedores que hagan despachos de sus productos, de manera que éstos se hagan de forma más sustentable y sin plástico.
“No quería seguir trabajando en más cosas con animales. Me di cuenta de que las bolsas compostables que había en el mercado no eran muy estéticas, entonces como arquitecta me preocupé del diseño. Y me enfoqué en el mercado femenino e hice bolsas rosadas de partida, para nosotras, las emprendedoras”, cuenta Bernales.
Se trata de bolsas de tres colores: negra, calipso y rosada, cada una de las tres en tamaño pequeño, mediano y grande. Son bolsas resistentes, con la idea de no necesitar papel ni ninguna caja adicional. “Producen un ahorro económico porque no se gasta tanta plata en bolsas plásticas; hay un ahorro de tiempo porque se cierran bien; y tiene un impacto también en el medioambiente al haber menos plástico”, agrega la emprendedora.
Con respecto a los tamaños de las bolsas, Bernales dice que las pequeñas sirven para despachar joyas, lentes y artículos de esa laya; las medianas, para lencería, poleras, bikinis; y las grandes, para zapatos.
Respecto de la pandemia, a Bernales, contrariamente a lo que se pudiera pensar, le fue bastante bien, porque se potenció el e-commerce a raíz de los masivos confinamientos. Ella ofrece sus bolsas únicamente a través de este sistema, y distribuye a todo Chile, siempre con el foco en otras pymes que hagan despachos.
“No quería seguir trabajando en más cosas con animales. Me di cuenta de que las bolsas compostables que había en el mercado no eran muy estéticas, entonces como arquitecta me preocupé del diseño. Y me enfoqué en el mercado femenino e hice bolsas rosadas de partida, para nosotras, las emprendedoras”.
La compostabilidad
Las bolsas que promueve Happy Bag son de almidón de maíz, es decir, sin intervención de ningún combustible fósil en su fabricación, lo que permite que sean compostables. Ahora bien, que las bolsas terminen en una compostera personal o comunitaria, o en una planta de compostaje industrial, dependerá a última hora de la voluntaddel cliente final, para lo cual Happy Bag elabora contenido informativo y educativo.
“Sabemos que el cliente final será el responsable de llevar la bolsa a la compostera, pero eso lo queremos potenciar a través de nuestros contenidos en Instagram y otras redes sociales. La idea es que nuestros clientes empresas cuando despachen con las bolsas, vengan algunos manuales, instructivos, sobre cómo compostar la bolsa. Dentro de nuestros contenidos también publicamos las políticas públicas que fomentan el compostaje”, detalla Valentina Bernales.
El mensaje para los clientes es que cuando ya no ocupen la bolsa, puedan echarla a la compostera junto a los otros residuos orgánicos para obtener abono o llevarla a alguna planta de compostaje industrial disponible en las respectivas comunas. Para la persona que no tenga compostera, la bolsa igual se puede enterrar.
“La recomendación es que hay que cortar la bolsa en trocitos y sacarles las etiquetas de envío y para evitar que se rompa, hacerlo con agua. Luego meterla en la compostera. Al cabo de 3 o 6 meses la bolsa se habrá degradado y se habrá convertido en abono”, agrega la arquitecta.
Todas las bolsas tienen tres certificaciones, tanto para compostaje domiciliario como para compostaje industrial: Home Compostable ABAM 20013 por Australasian Bioplastics Association, Compostable ABAM 10004 por DINCERTCO de Alemania y OK Compost S294 por Vincotte de Austria.
Las últimas diligencias que está haciendo Happy Bag para facilitar el destino sustentable de sus bolsas es tender alianzas con municipalidades que puedan disponer de sus plantas de compostaje. Así, ya han tenido conversaciones con el municipio de Colina y pretende que durante el año sean varias más.
El otro punto que le interesa resolver a la emprendedora es el de las cajas en que envuelve las bolsas. “Las bolsas vienen en cajas que son de cartón reciclado, pero nos dábamos cuenta que igual se dañaban, entonces estamos analizando cómo reciclar las cajas para intentar ser basura cero”, finaliza Bernales.