En 2004 el aún estudiante Pedro Alvarado realizó su tesis de grado sobre reciclaje electrónico. En esos tiempos en que el término era muy poco usual, el ahora ingeniero mecánico ya comprendía cuál era el impacto que generaba la profusión de computadores, mouses, celulares, televisores y refrigeradores acumulados en los vertederos y rellenos sanitarios.
Ya titulado, Alvarado tuvo una vasta experiencia en Santiago en Degraf, la empresa de reciclaje más grande de Chile. En Coquimbo no existía nada en lo relativo a reciclaje electrónico. Fue ahí cuando entonces vieron una buena oportunidad de negocio crear la primera empresa que hiciera gestión de residuos electrónicos. Así nació, en 2011, Servicio Integral de Regeneración Ambiental (Siram Ingeniería). Su socia Alejandra Hernández, profesora de arte, se acopló al proyecto fundado por Pedro, y lograron ambos darle una forma en que se pudieran acoplar la ingeniería social con las artes.
“Es súper engorroso reciclar los residuos electrónicos. Hay cientos de tipos de CPU, con diferentes tipos de tornillos. El puro teclado de un computador tiene 30 tornillos, más los plásticos, latas y, además, no es rentable económicamente. No es lo mismo que el vidrio, del que se recicla el 100 por ciento, o el PET, que también se puede reciclar en un porcentaje importante”, dice Alejandra Hernández.
La necesidad era urgente, toda vez que, dentro de los cálculos que ellos mismos manejan, cada chileno genera unos 10 kilos al año de basura electrónica, siendo uno de los países tristemente “líderes” a nivel latinoamericano.