Daniel Vercelli: “Ya ni siquiera basta con ser empresas sustentables, sino tenemos que pensar cómo hacer que nuestras empresas sean regenerativas”
Socio y managing partner de Manuia, Vercelli analiza la importancia de incorporar los criterios ESG en la estrategia y en la ejecución de las empresas, un ajuste que ya se está comenzando a ver en las compañías nacionales. Asistente a la reciente COP26, afirma que la capacidad innovadora de las empresas y el emprendimiento son claves para la acción climática, y analiza los riesgos y oportunidades que plantea el nuevo escenario global que avanza hacia la carbono neutralidad. En pocos años, afirma, se ha pasado del “generar el menor daño posible” a un nuevo paso que se está instalando en las compañías: revisar su actuación hacia atrás y corregir sus pasivos.
Periodista
Daniel Vercelli, socio y managing partner de Manuia, la empresa consultora surgida desde TriCiclos para apoyar a las empresas en la incorporación de estrategias de ESG (Ambiental, Social y Gobernanza, por sus siglas en inglés) y conectar los modelos de negocios con la sostenibilidad, dice que hoy su trabajo -y el de Manuia, que significa prosperidad en rapanui- es fruto de la confluencia de tres historias.
La primera es la suya, como ex gerente general de Coca Cola en Chile, empresa en la que trabajó por 20 años, y líder de la iniciativa “Un mundo sin residuos” para Latinoamérica. Llegar a esa posición, explica, fue fruto de su trayectoria en dos áreas core del negocio: marketing y operación comercial. “Me empecé a dar cuenta que esas áreas no iban a ser suficientes para garantizar el éxito sostenido de las empresas”, afirma.
La segunda es la trayectoria de Triciclos, con más de 12 años implementando soluciones de economía circular. Y la tercera es la de Gonzalo Muñoz, quien lo invitó a incorporarse a esta iniciativa, desde su trabajo de liderazgo de la acción climática global como Champion climático de Chile en la COP25, tarea que desarrolló los últimos tres años.
En paralelo, agrega, está el impacto del estallido social en Chile, “que para mi significó una reflexión interna respecto de que hay una parte de ese malestar que tiene que ver con acciones u omisiones del mundo privado. Y como un convencido de que el mundo privado es una excelente herramienta para resolver la mayor parte de los desafíos que enfrenta la sociedad hoy día, los desafíos medioambientales, sociales, de inclusión y diversidad, de empoderamiento femenino, el que quieras, me planteo que el mundo privado tiene una misión insustituible acá, y hay que hacer las cosas bien, y hay algunas que se pueden hacer mejor. Con esa reflexión empiezo a resistir la idea de irme fuera de Chile. Ya había recorrido la pirámide de Coca Cola dentro de Chile, y lo siguiente era salir. Y digo no, me quiero quedar para aportar en las soluciones, en Chile”.
Estas tres historias, dice Vercelli, “son las que al final hacen Manuia, y nos permiten además tomar lo que ya venía haciendo TriCiclos en consultoría pero ampliarlo agregando lo que trae Gonzalo, mi experiencia, y haciendo una oferta un poco más completa y estratégica”.
Que principalmente es incorporar las variables ESG en las empresas…
Lo que nosotros decimos es que queremos incrustar ESG en la estrategia y en la ejecución de las compañías. Por eso hablamos de las tres “E”.
Tomando tus motivaciones, esa reflexión que dejó el estallido hizo que muchas empresas lo recogieran y anunciaran nuevas prácticas, pero ese empuje parece haber ido perdiéndose. ¿Crees que esa visión de la necesidad de cambios se mantiene?
Yo creo que sí, lo que podemos mirar con más detención es con qué intensidad está ese empuje. Yo soy optimista por naturaleza, y veo la mitad de vaso medio lleno, y me gusta ver la otra mitad como oportunidades para seguir llenando, no como lo que falta. Déjame dar dos muestras de dónde creo yo que se verifica esa intención. Yo participo de algunas cosas en Icare, y si uno se fija en la Enade de este año, hay ahí una visión e incluso hasta una metodología de trabajo distinta a las Enades anteriores, que se está reflejando en mesas sectoriales que abordan distintos temas, y con compromisos que se están asumiendo desde el gran empresariado. Y muchos de esos compromisos tienen que ver con cosas que estaban en el diagnóstico detrás del malestar. Entonces, ahí veo una señal concreta; de nuevo, podemos entrar a analizar que intensidad o qué profundidad tiene, pero es una señal. Y la otra observación es lo que nosotros mismos, desde Manuia, estamos viendo con las empresas que estamos trabajando, y con las empresas que están acercándose a nosotros para que colaboremos.
¿En qué sentido?
Ahí uno ve intenciones de cambio, de ajuste, de incorporar variables sociales, ambientales, con las mejores prácticas de gobierno, en las empresas. Ahí puede haber distintas motivaciones, y acá yo no califico ni es mi labor escudriñar en ellas, pero puede que algunos lo hagan por el temor a los riesgos de no hacer nada y las consecuencias que ello pueda traer, otros podrá ser porque ‘no entiendo mucho, pero veo que la foto está buena y no me quiero quedar afuera’, y puede haber otros con un nivel de conciencia distinto. Me imagino que, como en todas las cosas, hay un gradiente de motivaciones que van desde el querer evitar los riesgos hasta un convencimiento profundo de que esta es la forma de desarrollar los negocios, y para allá hay que ir. Independiente de cuál sea la motivación, sí veo una demanda creciente de las empresas por ayuda para incorporar estos temas en su modelo de negocios.
“Si en Chile no empezamos a reducir nuestras emisiones, y no aceleramos en todas aquellas cosas que permitan comprobar que nuestra producción -en cualquier ítem del sector exportador- es sustentable, vamos a empezar a encontrar barreras”
Tu has dicho que quieres construir desde la empresas y para las empresas, porque el sector privado es el que tiene las mejores herramientas para hacer este cambio. ¿Por qué, y cuáles son esas herramientas?
Primero, si uno piensa en los desafíos detrás de la crisis climática, esos desafíos creo yo que los vamos a enfrentar de manera acelerada si ponemos a disposición del desafío toda la capacidad de innovación que tienen las empresas. Las empresas son por naturaleza innovadoras, porque en su génesis partieron por buscar resolver un problema. Esa es la génesis de toda oportunidad de negocios, de todo emprendimiento, y lo que tiene en su ADN cualquier emprendedor o empresario: enfrentar un problema y buscar la mejor forma de solucionarlo. Y lo que tenemos ahora son desafíos que requieren esa mirada, y ahí están mucho más desarrolladas las herramientas, por la naturaleza misma de su forma de ver el mundo y el contexto, y el poder escudriñarlo para encontrar cuáles de esos problemas pueden ser una oportunidad de negocios y que tengan una escala. Entonces ahí creo que hay un espacio enorme que uno los puede aplicar a los problemas, desafíos u oportunidades en acción climática, pero también en inclusión y diversidad, en empoderamiento de talento femenino.
Vienes llegando de la COP26, donde se vio un cierto cambio en estas materias, desde un core de marketing y operación comercial -como señalabas-, a uno que apunta a sumar otro tipo de beneficios: climáticos, ambientales, sociales, etc. ¿Cuál es el principal cambio que ves en el mundo financiero y la búsqueda de rentabilidad, post cumbre?
Desde el lado financiero, se está entendiendo cada vez como mayor claridad -y ya no hay ninguna duda- que el incorporar ciertos elementos reduce riesgos y aumenta el valor de los activos. En ingeniería comercial a uno le enseñaban, para valorizar un proyecto, a calcular el valor presente de los flujos de caja futuros. Esa formula tenía dos grandes componentes: el flujo de caja y la tasa de descuento. Lo primero es ingreso menos gasto. Y si uno piensa que hay toda una generación de consumidores actuales que están empezando a tomar decisiones de consumo, y que tienen una jerarquía de variables a la hora de tomar una decisión de consumo bien distinta a la que tuvieron generaciones como las nuestras -y hacia atrás-, esos son consumidores que van a preferir productos de las compañías que operen de una forma que esté ajustada a su jerarquía de principios y valores en general. Eso significa que las compañías que no se ajusten van a tener un flujo de ingresos menor, y por tanto un valor en bolsa menor. Ahora, los ingresos también se pueden ver amenazados por otro tipo de riesgos. Pensemos por ejemplo en todas las industrias que en su cadena cadena de valor estén relacionadas con el, donde la escasez hídrica va significar que va a haber un montón de insumos y productos que van a entrar más caros en su cadena de valor. Eso significa más gasto, y menos flujo de caja. Así uno podría ver varios riesgos en esa materia. Después, en la tasa de descuento, que es entre otras cosas interés y tasa de financiamiento, también hay implícitos riesgos. Si una empresa tiene -por ejemplo- más riesgos reputacionales, operativos, o de cualquier otro tipo, esa tasa crece y hace, de nuevo, que el valor presente se achique. Eso ya está bien entendido: el valor de los activos y de las empresas disminuye si no consideran estas cosas en su estrategia y en su ejecución a futuro. Eso por el lado financiero puro y duro.
¿Y por el lado de las empresas?
Por el lado de empresas no financieras, sino las que van a buscar financiamiento, como las empresas de consumo masivo e incluso del mundo de la aviación… Tuve la oportunidad de conversar con varias empresas en Glasgow, de varias industrias, y uno nota que está muy claro que si se quiere proyectar crecimiento, rentabilidad, menores costos de financiamiento, e incluso si uno quiere proyectar su capacidad como negocio de atraer y retener al mejor talento del mundo, si uno no toma en cuenta todas estas cosas no va a tener ni el crecimiento, ni la rentabilidad, ni el financiamiento ni mejor talento. Eso te lo dicen CEOs de grandes empresas en el mundo, y estoy citando textual a un CEO de una de las compañías de consumo masivo más grande del mundo.
¿Cuáles son los riesgos y oportunidades para las empresas chilenas en este nuevo escenario?
Los riesgos son los mismos que mencioné, son riesgos financieros pero derivados de un riesgo operativo, reputacional, de menor demanda. Pero además, pensemos en el sector exportador Chileno, y voy incluso un paso más atrás: como país vamos a necesitar que nuestro Estado disponga de más recursos, porque hay una mayor cantidad de demandas sociales que se tienen que satisfacer con más financiamiento. Y para eso hay dos posibilidades, o empezamos a recaudar más por el lado de los impuestos, o por el lado del crecimiento. Para darle prosperidad a los habitantes de este país, vamos a necesitar crecer. Y para crecer, dependemos fuertemente del sector exportador. Y si pensamos que estamos en la esquina más lejana del mundo, lejos de los centros de consumo, necesitamos entender que nuestro sector exportador completo -probablemente- tiene una amenaza y un riesgo producto de nuestra ubicación geográfica, porque significa que todo lo tenemos que mover largas distancias. Y por lo menos en el mediano plazo, no lo vamos a hacer con otra cosa que no sean combustibles fósiles. Entonces, cuando un francés pregunte de dónde viene el salmón que exportamos, y piense que tiene a Noruega al lado… Si en Chile no empezamos a reducir nuestras emisiones, y no aceleramos en todas aquellas cosas que permitan comprobar que nuestra producción -en cualquier ítem del sector exportador- es sustentable, vamos a empezar a encontrar barreras. Eso del lado de los riesgos, y uno podría hablar una hora de esto. Va a haber hasta riesgos legales, ya hay equipos de abogados a nivel internacional -y estaban en la COP, lo ví- que están en la tesis de que el ecocidio debiera ser un crimen perseguible para todos los que no adhieran o no cumplan con lo que hay que hacer en función de la ciencia y de la agenda de acción climática.
“Desde la alta gerencia, o del gobierno corporativo y los directorios, tiene que haber primero una convicción de que la proyección en el mediano plazo del negocio pasa sí o sí por incorporar criterios ESG (…) Tiene que haber un entendimiento de que no hay negocio ni crecimiento proyectable de aquí a 2030 si esto no está incorporado”
¿Y por el lado de las oportunidades?
La contracara de un riesgo, el otro lado de la moneda, es la oportunidad. Y es la de posicionar al sector exportador chileno como uno que ha innovado para mejorar sus prácticas, reducir sus huellas de consumo de agua y de emisiones de CO2. Tenemos un potencial brutal detrás de la energía limpia en Chile, y lo vamos a capturar en la medida que se aceleren las inversiones y proyectos, y que luego seamos capaces de distribuir toda esa energía hacia los lugares de producción para traspasar esos beneficios de limpieza al sector productor y exportador. Hay oportunidades también en cómo repensamos algunos modelos de negocios y algunas necesidades nuevas que empiezan a surgir.
¿Qué necesidades vez que están surgiendo?
De nuevos materiales para empaques, nuevas tecnologías o formas de entregar nuestros productos que disminuyan el uso de materiales. Ya está ocurriendo que se está acelerando -por ejemplo- la cantidad de gente que está ofreciendo plásticos compostables, o tomar los plásticos para recircularlos. La economía circular en sí es una tremenda área de oportunidad de negocios. La innovación detrás de la reducción de lo que sea, va a ser una oportunidad de negocios. Si alguien ofrece una tecnología, proceso, herramienta que es capaz de reducir la huella de residuos, o de emisiones, o de agua, van a ser oportunidades. Captura de carbono va a ser también otra oportunidad de negocios. Después, cuando uno entra a analizar industrias o sectores en forma más específica, también hay oportunidades que son más genéricas y que tienen sus propias bajadas. La electromovilidad también es una tremenda oportunidad para nuevos modelos de negocios: vamos a ir más hacia el arriendo de autos, por sobre la compra venta? Ahí hay una oportunidad para el que tiene el activo sacarle más rendimiento, y el que lo usa no tener que invertir en el.
¿Cuál es el rol que tiene en esto el factor ESG, o las tres E que tu señalas?¿Cómo lo se inserta una empresa en esta lógica?
De partida, lo que hemos visto es que desde la alta gerencia, o del gobierno corporativo y los directorios, tiene que haber primero una sensibilización o una convicción de que la proyección en el mediano plazo del negocio pasa sí o sí por incorporar estos criterios. Porque pasa sí o sí, cada vez más, por cómo estás relacionándote con las comunidades impactadas por tu negocio, cuánto las estás incorporando, cuáles son tus impactos ambientales, etc. Entonces, primero tiene que haber un entendimiento de que no hay negocio ni crecimiento proyectable de aquí a 2030 si esto no está incorporado. Y después, lo clásico sería entender primero donde estamos parados. Si tengo ese entendimiento, tengo una convicción de que la dirección es hacia la incorporación de estos temas, lo siguiente es definir dos puntos: dónde me quiero posicionar de aquí a 2030, cuál es mi ambición -ser carbono neutral, o el más respectado por las comunidades donde opero, por ejemplo-, y el siguiente punto es dónde estoy parado hoy. Y hay muchas empresas que esto último no lo saben, respecto de sus comunidades, desechos, de su huella hídrica, etc. Pero teniendo una convicción y un punto de llegada, una visión, empieza el trabajo que transforma los modelos de negocios para poder hacer realidad ese camino que conecta la situación actual con la visión de llegada.
Hoy se habla de un cambio entre los acuerdos win-win entre empresas, a un modelo good-good, en que se genera un impacto positivo más allá de lo económico.
Sí, esto también tuvimos la oportunidad de conversarlo con CEOs de empresas globales en la COP26, y hubo algunas súper coincidentes con una visión que nosotros también tenemos incorporada en Manuia y que tratamos de promover, y es que ya ni siquiera basta con ser empresas sustentables -con lo que se entiende en general por sustentable, que se refiere más bien a cómo voy a hacer las cosas-, sino que tenemos que pensar desde el sector privado cómo hacer que nuestras empresas sean regenerativas. Y esto habla no solamente de cómo voy a hacer hacia adelante para hacer el menor daño posible, y cruzar la línea hacia hacer el mayor beneficio posible, sino que la visión regenerativa me hace también mirar hacia atrás y ver que hay un pasivo que tengo que corregir. Y la vanguardia en términos de visión empresarial está yendo hacia allá incluso. Entonces, partimos hace algunos años hablando de “tengo que hacer el menor daño posible”; después se ha ido pasando a “tengo que provocar beneficios, no solo disminuir el daño”, ser positivos; y el siguiente paso, que se está empezando a instalar, es ver cómo estoy hacia atrás y de qué me tengo que hacer cargo.
Hoy en los foros globales de discusión climática, las COP, la ONU y otros, se ve una interrelación muy fuerte entre el mundo público y el mundo privado. Tanto países como empresas deben cumplir sus metas de mitigación, de descarbonización, y claramente necesitan ayudarse mutuamente. ¿Cómo ves esta relación entre actores?
Es cada vez más claro que necesitamos la colaboración público-privada-civil. Y cada uno ahí tiene un rol. Era muy gráfico en la COP. Antes de entrar a la zona azul te topabas con manifestaciones de la sociedad civil, que tienen un rol de estar presionando, empujando la agenda, planteando desafíos, etc.; entrabas a la zona azul y te encontrabas con los otros dos actores, el mundo público y el mundo privado. En minutos, podías recorrer las tres visiones, esos tres roles, y entender la complementariedad entre los tres. Hubo una persona del equipo de John Kerry, el jefe de negociaciones del equipo de Estados Unidos, que comentaba en una conversación que a ellos les ocupa tanto los compromisos que se asumen a nivel estatal, como los marcos que faciliten -desde el punto de vista regulatorio- la actividad privada alineada a esos compromisos y esa agenda. Y es lo mismo que ha estado pasando en Chile también, ha habido mucha colaboración público-privada y hay muchos ejemplos de ello. Y en buena hora, porque resolver la crisis climática no va a ser algo que logremos vía llaneros solitarios, o con un solo sector empujando el carro. Los problemas globales, y no hay nada más global que el cambio climático, requieren también de colaboración y soluciones globales. Y esa colaboración entre lo público y lo privado tiene que ser además solidaria, desde el punto de vista global.