Auge del crowdfunding en Chile impulsa financiamiento de proyectos sustentables
La inversión en proyectos que tengan externalidades positivas en materia medioambiental, innovación y en rentabilidad social supera largamente los $3.000 millones, en un modelo colaborativo de atracción de capitales que ha experimentado un desarrollo constante en los últimos años.
A mediados de abril de este año, el Banco Central hizo público el primer informe que aborda a fondo el desarrollo del crowdfunding en Chile, un modelo de financiamiento participativo que se ha ido convirtiendo en una estrategia de negocios cada vez más atractiva, porque permite que particulares o empresas presenten proyectos en las diversas plataformas digitales que existen hoy en el país para este propósito, y recibir financiamiento por parte de múltiples personas.
El documento del Banco Central cifró en $116 mil millones el monto transado bajo esta modalidad hasta diciembre de 2016, lo que se concentraba principalmente en préstamos a empresas (96% de los montos). Eso sí, el ente rector dejó entrever que debido al nivel de transacciones, en otros países se han tomado decisiones de política financiera que ponen un marco a la actividad y que provee protección a sus usuarios, con el fin de evitar riesgos, dado que en Chile las plataformas de crowdfunding no están reguladas ni tienen la obligación de presentar estadísticas.
Pero más allá de ese llamado de atención, la masificación de esta forma de financiamiento, ampliamente conocida en Europa, Estados Unidos y en naciones más cercanas como México y Colombia, ha generado que en Chile los emprendedores estén apostando por esta herramienta para concretar sus iniciativas, y que el país se transforme en uno de los referentes de financiamiento alternativo en la región, junto con Brasil y México.
Y la sustentabilidad ha jugado un rol importante entre los proyectos financiables, dado que las iniciativas “verdes” están generando un interés de parte de los inversionistas, en un contexto de escasez hídrica, cambio climático y una mayor conciencia ambiental. Tomando en cuenta esos factores, el crowdfunding se convierte en un mecanismo atractivo cuyo objetivo es co-invertir en un emprendimiento temprano y diversificar el riesgo, principalmente en proyectos que tengan externalidades positivas en materia medioambiental, innovación y en rentabilidad social.
Una de las empresas más activas en materia de crowdfunding para levantar capital en el país es Broota, liderada por José Antonio Berríos, quien además es miembro de la Asociación de Financiamiento Colaborativo (AFICO), creada en 2016 para difundir y regular esta actividad. “La idea es democratizar el acceso a financiamiento para invertir”, afirma su fundador.
“Para ser susceptible de recibir financiamiento, la exigencia para las empresas es contar con una estructura legal que permita la incorporación de accionistas, tener la disposición a darle valor a quienes invierten en la empresa y hacerlos parte de la misma, y generar un relato que genere atractivo”.
La firma, definida por Berríos como una “plataforma de financiamiento colaborativo de inversión”, ha logrado levantar cerca de $5.000 millones, y de esos recursos, más de 1.600 millones corresponden a seis iniciativas certificadas como “empresas B”, cuyo sello es una visión de los negocios con generación de impactos positivos sociales y ambientales.
“Para ser susceptible de recibir financiamiento, la exigencia para las empresas es contar con una estructura legal que permita la incorporación de accionistas, tener la disposición a darle valor a quienes invierten en la empresa y hacerlos parte de la misma, y generar un relato que genere atractivo”, explica Crescente Rengifo, director de sostenibilidad de Broota.
Pero además de las iniciativas definidas como exclusivamente sustentables, los restantes 26 emprendimientos que han postulado a financiamiento -que junto a las “empresas B” totalizan 32 apoyadas por Broota- también tienen partes sensibles de sus procedimientos vinculados netamente a aspectos de sostenibilidad, ya sea en la generación de energía, en reducción de huella de carbono o en reciclaje, por lo que la inversión en sustentabilidad supera largamente los $3.000 millones.
En ejemplo de ello es la campaña de recolección de fondos de Likid, hoy vigente en el sitio web de Broota. Esta empresa busca generar un riego más eficiente a través de una alianza con la empresa estadounidense AquaCents, quienes han desarrollado una tecnología que permite reducir el consumo de agua en pasto, inyectando hidrogel bajo las raíces, proceso que permite reducir el consumo de agua para riego entre un 40% y un 50%.
“Esta tecnología existe desde 2013. Es una máquina que logra inyectar hidrogel en la raíz del pasto y actualmente tiene múltiples usos en otras áreas, se usa en pañales, en lentes de contacto, porque tiene la capacidad de retener 400 veces su volumen en agua. En el agro se utiliza hace mucho tiempo y lo que hace es que el árbol tenga agua constante y la toma cuando la necesita”, explica Felipe Gracia, gerente comercial de Likid.
La campaña de Likid requiere $58 millones y tiene un 54% de la meta cumplida, a 15 días de que se cumpla el plazo. “Nos han dicho que es una muy buena cifra la que hemos reunido hasta ahora, porque normalmente el grueso del financiamiento llega en los últimos días de campaña. Estamos expectantes con el resultado porque este proyecto podría replicarse en suelos agrícolas, estadios, parques y plazas y ataca el fondo de un tema muy importante como la escasez de agua”, precisa Gracia.