El 24 de abril de 2013 retrotrae dolorosos recuerdos en el lejano Bangladesh. Aquella vez el complejo industrial de ocho pisos Rana Plaza, ubicado a la salida de la capital Dacca, y que albergaba una cantidad considerable de fábricas de ropa, se vino abajo producto de un colapso. El derrumbe dejó como saldo al menos 1.127 fallecidos y 2.437 heridos, lo que la convirtió en una de las peores catástrofes no naturales en ese país asiático.
El caso Rana Plaza evidenció una desregulación total en la industria textil, los pobres niveles de seguridad y la explotación laboral que sufrían cientos de trabajadores/as. A la distancia, la inglesa Carry Somers, diseñadora y empresaria, observó con espanto el hecho. Junto a otros activistas, acto seguido, creó el movimiento global Fashion Revolution, cuya misión es promover el desarrollo sostenible de la industria textil y de la moda, y ajustada a los principios del comercio justo.
Somers, líder del movimiento activista de la moda más importante del mundo, estuvo ayer en Santiago para dictar dos charlas: una en la Fundación Cultural de Providencia y otra en el Campus Lo Contador de la U. Católica. La primera se tituló “Transparencia y sustentabilidad para liderar la industria desde la moda”, en la que habló sobre el alcance global de Fashion Revolution y sus propuestas para atacar un flagelo inherente a la industria: “Cerca de 75 millones de personas trabajan directamente en la industria textil y moda, y alrededor del 80% son mujeres. Muchas personas están sujetas a explotación: abuso verbal y físico, trabajo en condiciones inseguras y salarios realmente bajos. Fashion Revolution dice, basta”, dice en la página web de Fashion Revolution Chile, una de las filiales del movimiento global.
Durante la mañana de ayer, Carry Somers explicó que su visita a nuestro país se produjo en el contexto de una expedición científica únicamente compuesta por mujeres, llamada eXXpedition, a través de la cual comprobó el impacto de los textiles y de la industria de la moda en la contaminación de los océanos. El último tramo del viaje se inició en Islas Galápagos hasta llegar a Rapa Nui, y de ahí a Santiago de Chile.
En su exposición, la empresaria británica indicó que la tragedia en Bangladesh reveló mucho sobre la “falta de transparencia y de responsabilidad” de las empresas textiles, al punto de que “estaba costando vidas”. Dijo que actualmente “hay una tendencia global en el aumento de la demanda que alimenta la cadena de distribución textil”, por lo que “hay que mejorar las prácticas dentro de la industria”.
De acuerdo a Somers, Fashion Revolution busca “reconectar los vínculos rotos en la cadena de suministro de la producción textil”, dando a conocer a las personas de localidades remotas del planeta que “cosen, tiñen o producen la materia prima de la ropa que vestimos”. Por lo mismo, aboga por una mayor “transparencia” de las marcas a la hora de revelar su cadena de producción.