Con 10 años de experiencia en la valorización de residuos mediante maquinaria y asesoría especializada, los socios de la empresa Biofeed dieron un verdadero salto de calidad cuando hace poco más de un año visitó una feria en Alemania y descubrieron las bondades de la máquina de la compañía Oklin.
Antes del hallazgo de esta máquina procesadora de residuos orgánicos -de tecnología coreana aunque fabricada en China- Biofeed se encargaba de la gestión de este tipo de desechos de un modo más tradicional. Así lo hicieron Agrosuper y Aguas Andinas, donde a través de volteadoras autopropulsadas (tractores especializados) trataban los residuos orgánicos acumulados en canchas de compostaje dispuestas por ambas empresas en sus predios.
Al descubrir la máquina de Oklin, hace cuatro años, Biofeed se convirtió en representante de la marca en Chile y se encargó de propagarla por todos los rincones del país. Este dispositivo es único en el mundo, ocupa tecnología de última generación y su principal ventaja es que logra reducir hasta en un 90 por ciento el volumen de los desperdicios de alimentos en apenas 24 horas.
“Son siete máquinas adaptadas para pequeña, mediana y gran escala. La más pequeña tiene cuatro kilos y hay otra que tiene una capacidad de una tonelada y media de residuos. La cantidad de máquinas que se requiere varía según la empresa. Puede ser una empresa gigante y necesitará una sola máquina. Lo importante es que por su capacidad y velocidad, apunta hacia las empresas cuyos costos para eliminar su basura son muy altos”, explica Rodolfo Campos, socio de Biofeed junto a su padre homónimo y fundador de la empresa.
Biofeed estaba en proceso de instalar máquinas en varias empresas. Pero llegó la pandemia y frenó el proceso. Así y todo, hace aproximadamente un año lograron vender una Oklin a la empresa generadora de electricidad AES Gener, ubicada en Mejillones, que la instaló en sus comedores de sus trabajadores. Gracias a ella, logran evitar que 90 kilos de residuos de comida al día vayan a parar a los vertederos. Con ese compost resultante, agrega Campos, la empresa pretende crear áreas verdes y una laguna en pleno desierto.
En otras palabras, cita el socio de la empresa, “si tú echas una tonelada y media de residuos a una de nuestras máquinas, te quedan 150 kilos de compost para ser utilizado en otra faena”.