La semilla de la empresa Rentivo no fue sembrada en Santiago de Chile, sino a orillas del río Spree, en la multicultural Berlín, epicentro de la Guerra Fría. Allí vivían la ecuatoriana Diana Barreno, el chileno Agustín Cádiz y la argentina Alejandra Abal, quienes comenzaron a dar forma a la idea fuerza de la futura empresa, siempre con la economía circular en el horizonte. Junto a otros dos socios ecuatorianos, Sebastián Guerrero y José Barreiros, postularon al programa The S Factory, de Start-Up Chile, un programa de Corfo que potencia emprendimientos tecnológicos globales liderados por mujeres -en este caso Diana Barreno- que usen a nuestro país como plataforma para escalar al mundo.
Rentivo fue elegido dentro de los 18 startups más destacados, y por eso Diana y Agustín renunciaron a su vida europea, cruzaron el charco y asumieron la opción de radicarse en Chile para instalar el proyecto. De esos 18 proyectos, solo 10 pasaron a la final del llamado evento “Female Circle”. En esa fase decisiva, la empresa fundada por estos jóvenes sudamericanos obtuvo el primer lugar, siendo galardonados con el premio “Pitch Finale”. Con ello, obtuvieron financiamiento inicial y un espacio en una torre de la calle Monjitas, en el Barrio Bellas Artes, para poder dar forma al naciente emprendimiento. Luego, dichos recursos se ampliaron.
Con apenas un mes de funcionamiento, Rentivo tiene un modelo de negocio muy novedoso: en vez de vender artículos de bebés, los arrienda a bajo costo, de manera que todo el espectro social pueda tener acceso a estos productos que, por lo general, son costosos y de un ciclo muy breve de uso.
“Nos dimos cuenta acá en Chile que había un nicho de mercado que estaba desatendido y vimos que donde se podía desarrollar la economía circular era en los artículos de bebés. Queríamos empezar por ropa al principio, porque había casos exitosos en Dinamarca. Pero después vimos que la ropa no era un mercado muy potencial, así que fijamos la vista en los artículos de bebés: coches, sillas de autos, cunas; es decir, todo el material que tiene alta durabilidad y calidad, y que se usan máximo seis o siete meses”, explica la gerenta general de Rentivo, quien ya usa algunos modismos chilenos en su vocabulario.