“Lo que estamos haciendo es darle el día perfecto de primavera a las plantas todos los días del año”. Así resumen Pablo Bunster y Cristián Sjögren el innovador proyecto de agricultura vertical denominado AgroUrbana, que se emplaza en la comuna de Quilicura y que pretende convertirse en la primera experiencia en Chile y en América Latina de este tipo de cultivos, que cuentan con un desarrollo cada vez más potente en Asia, Europa y Norteamérica.
Con una necesidad de menos de 5% de agua de los cultivos tradicionales, manejo de luces LED para entregar el espectro de luz necesario para cada planta, control de humedad, balance de la cantidad de CO2 en el aire y el principio de la hidroponía -pero agrupado de manera vertical-, la estimación inicial de AgroUrbana es que en los 300 metros cuadrados de extensión de su planta inicial producirán el equivalente a tres hectáreas de cultivo tradicional. Es decir, alrededor de 100 veces lo que se produce por metro cuadrado en el campo.
Bunster y Sjögren vienen de experiencias profesionales distintas a la agricultura. Ambos se formaron y desarrollaron en energías renovables, donde participaron como emprendedores, inversionistas y ejecutivos de empresas multinacionales en un contexto de precios de la energía que era muy distinto al actual, dada la revolución principalmente de las fuentes de energía renovables no convencionales que generaron una baja del precio de la energía de más de un 60% entre 2014 y 2017.
Con la variable precio jugando a favor, con una demanda de alimentos que crece año a año y con insumos como la tecnología LED con valores cada vez más asequibles, se toparon con la agricultura vertical en San Francisco, Estados Unidos.
“Le metimos harta cabeza para entender los números, cuáles eran los patrones, y nos dimos cuenta que hay una demanda clara por comida fresca, trazable, sana, y que a la vez no tenga pesticidas, que uno sepa cómo se produce, que sea con los sabores que existían antes, porque eso es difícil de encontrar. Así llegamos a la agricultura vertical y a la necesidad de entrar a esta aventura, y llegar al primer proyecto que nosotros hemos encontrado en Latinoamérica”, explica Pablo Bunster, quien detalla que además viajaron a conocer plantas a otros países, como Canadá.
“Esto es como una agricultura 3.0, porque básicamente se pasa del cultivo tradicional a crecer y producir hacia arriba, por lo que se aumenta la capacidad de producción por metro cuadrado. El mundo va creciendo, necesitamos producir más alimentos y si seguimos haciendo las cosas como hoy, no da. Eso nos llevó a ver una oportunidad de cambiar las cosas y aportar hacia las múltiples soluciones que vamos a tener que ver a nivel planeta para este desafío futuro, y además hemos ido sumando una visión y concepto de cultivar con un sentido de responsabilidad ambiental muy fuerte”, complementa Cristian Sjögren.