Día Mundial de las Abejas: tres proyectos que buscan preservarlas y producir alimentos de forma sustentable
Desde distintas aristas, existen en el país iniciativas que trabajan para el cuidado de las abejas, de manera que estas puedan seguir cumpliendo su rol clave en la polinización y en la producción de alimentos como miel o frutales. Mientras un proyecto de la UNAB busca favorecer las condiciones de manejo de huerto y diversidad de flora y paisajes para aumentar la cantidad de abejas nativas, otras dos iniciativas -ambas alojadas en la Región del Biobío- abordan la producción de miel: Abejas Sin Fronteras destaca en la localidad de Santa Bárbara, en tanto un trabajo conjunto entre apicultores y empresas logró la primera miel con certificación forestal sustentable en Chile.
Se calcula que existen cerca de 500 especies de abejas nativas en Chile; la mayoría son de hábitos solitarios y nidifican en el suelo, siendo la polinización su rol clave en el equilibro de los ecosistemas. Sin embargo, el momento no es muy halagüeño para este insecto en esta jornada en que se conmemora el Día Mundial de las Abejas: pese a que al menos un 75 por ciento de los alimentos cultivables depende de los polinizadores (incluidas las abejas nativas), el efecto de fertilizantes, pesticidas y la introducción de especies invasoras ha mermado la población de abejas a la mitad en nuestro país. Por eso, toparse con una abeja en el jardín de una casa es casi un pequeño milagro.
No obstante las amenazas que enfrentan, existen varios proyectos en el país que apuestan por su preservación y combaten contra su desaparición progresiva. Uno de ellos pertenece a las investigadoras de la línea de Ecosistemas Agrícolas del Centro de Biotecnología de Sistemas de la Universidad Andrés Bello, Sharon Rodríguez e Isabel Acuña, quienes trabajan en iniciativas con financiamiento público y privado que favorezcan condiciones de manejo de huerto y de paisaje agrícola, de modo que puedan mantener a las abejas nativas y que estas contribuyan a la producción de fruta en un contexto de crisis climática y escasez hídrica.
“Como importantes productores y exportadores de fruta, necesitamos establecer mecanismos de polinización sostenible para afrontar el cambio climático, conservar la biodiversidad y restaurar hábitats para esas abejas y otros polinizadores. Es decir, armonizar producción y conservación”, dijo Sharon Rodríguez. Su compañera Isabel Acuña complementa: “A mayor diversidad de flora en un paisaje agrícola, mayor es la presencia de abejas. Así, huertos con distintos tipos de cultivo y que forman parte de un paisaje donde se ha mantenido flora nativa en quebradas o cerros cercanos registran una abundancia más alta de abejas nativas que aquellos paisajes simplificados, como los monocultivos”.
La metodología empleada por ambas investigadoras discurre por dos líneas: una, conservar la flora nativa del lugar en forma de remanentes de bosque nativo y quebradas; y la otra, establecer bordes florales en los huertos con especies de plantas nativas atractivas para las abejas, donde encuentran refugio físico, alimento (néctar y polen), sitios de cópula y áreas de confección de sus nidos.
Abejas transfronterizas
La experiencia que la chilena Yessica Catalán Soto (32) vivió en Nueva Zelanda, en 2018, no solo le reportó una fuente laboral como apicultora. Fue en esa faena, además, en que conoció a su actual pareja, el argentino Germán Verde (32), oriundo de Buenos Aires y quien también es apicultor. Unidos en el mismo rubro -y con un flechazo entremedio- en 2020 decidieron volver a Sudamérica, en pleno peak de la pandemia, específicamente a la localidad de Santa Bárbara (Región del Biobío) para iniciar su propio emprendimiento con abejas. Un proyecto, podría decirse, binacional o transfronterizo por los orígenes de ella y él.
Yessica proviene de una tradición apícola. Su familia siempre se dedicó a esta faena propia del campo y ella, desde pequeña, se enamoró de las abejas. No fue extraño entonces cuando fundaron, a su regreso de Nueva Zelanda, y junto a su compañero, la pyme Abejas sin Fronteras. Con ayuda de su padre agricultor, que le facilitó las primeras colmenas, el emprendimiento se fundó oficialmente en 2021 con foco en la producción de miel sustentable.
“Tenemos por ahora 70 colmenas que nos dan 35 kilos de miel cada una. Este es un tema que nos apasiona. La idea es, a futuro, producir otros alimentos, aumentar el número de abejas y hacer nuestra propia crianza de abejas reinas, es decir, perfeccionarnos”, relata Catalán.
No es una tarea sencilla, dice la emprendedora, quien tiene una hija de un año y medio junto a su compañero trasandino. “La abeja reina es la que ordena dentro de la colmena, pone las crías; hay que procurar mantener sus propios cuidados naturales, porque hay ácaros que las atacan; alimentarlas en otoño e invierno, para que pasen toda la temporada”, explica la apicultora, quien tiene un predio libre de contaminantes en Santa Bárbara para no afectar la acción de las abejas.
Abejas Sin Fronteras encontró un aliado en el Centro de Emprendimiento Colbún (CEC), una incubadora y escaladora de negocios locales que les proveyó de la plataforma Gente Dulce (www.gentedulce.cl) para comercializar su miel natural. La pareja también participa en el programa formativo de CEC “Incuba tu energía”, donde podrán fortalecer sus competencias y desarrollar de forma adecuada su modelo de negocios.
“Estamos muy agradecidos con CEC porque estamos recién empezando y todo lo digital es de una gran ayuda”, opina Yessica, cuya miel también es despachada a todo Chile desde el Instagram de la pyme.
Sobre el Día Mundial de las Abejas, que se conmemora hoy, la emprendedora dice que estos insectos “son una más de mi familia, les tenemos cariño y les damos cuidado. Porque cuidarlas es fundamental para sobrevivir en la Tierra. Las necesitamos, y tenemos que dar la pelea por ellas ante las industrias que las atacan. Sin ellas no vamos a llegar a ningún lado”. Es parte de la tradición y oficio que quiere heredar a su pequeña hija y hacerlo perdurar: “Me encantaría que pudiéramos traspasar nuestro amor y conocimientos de las abejas a nuestra pequeña y que le apasione de la misma forma que a nosotros”.
Primera miel de certificación forestal sostenible
“El aporte que los apicultores hacen a la humanidad no lo hace cualquier rubro”, dice de entrada el apicultor Jonny Márquez, oriundo de Mulchén, también en la Región del Biobío. Él es parte de un proyecto conjunto entre apicultores regionales -los hay también de la localidad de Huépil, al interior de Los Ángeles- y las empresas Forestal Arauco y Forestal Mininco, y que consiste en la primera miel con certificación forestal sostenible.
“Las mieles son todas naturales, la diferencia con la miel sustentable es que nosotros trasladamos nuestros apiarios a predios certificados de estas dos empresas”, agrega Márquez, quien suma 11 años dedicado cien por ciento a su trabajo de apicultor, aunque también proviene de una tradición familiar apícola. De esta manera, las abejas se alimentan del polen de las flores de los árboles de estos terrenos, los que cuentan con certificado PEFC Chile de gestión forestal sostenible. Es primera vez que un producto forestal no maderero (PFNM) se somete a un proceso que certifica su cadena de custodia, origen y producción sostenible en Chile.
Según Márquez, “este proyecto nos beneficia económicamente, pero no se trata solo de dinero, sino de impactar positivamente el medio ambiente”. Junto con ello, producir la miel al interior de estos predios les ha permitido ordenar los procedimientos internos, pues tienen que pasar por auditorías y mantener el registro de trazabilidad ordenado y al día.
El análisis botánico de la primera miel certificada de origen forestal estuvo a cargo del Instituto Forestal INFOR, que derivó la investigación a la Facultad de Agronomía e Ingeniería Forestal de la Pontificia Universidad Católica de Chile, institución que especificó que la miel es 30 por ciento flor de eucalipto. Los porcentajes varían para todos los apicultores, dependiendo de la posición de los apiarios.
Lo importante es, según el secretario ejecutivo de PEFC Chile, que “la certificación de las mieles de estos apicultores de Mulchén y Huépil representa un próspero camino de desarrollo sostenible que esperamos se mantenga en el tiempo”.