Entre 2009 y 2016, Waldemar Coutts se especializó en temas ambientales y oceánicos desde su trabajo en la Dirección de Medio Ambiente y Asuntos Oceánicos (DIMA) de la Cancillería chilena, primero como subdirector y luego como director. Desde allí le tocó participar activamente en la organización de la conferencia Our Ocean que se realizó en Chile en 2015, y también como jefe del equipo negociador de nuestro país en la COP21 que finalizó con el Acuerdo de París. Y a su juicio, la protección de los océanos es clave para nuestro país, que hoy es la 12ª potencia pesquera del mundo, el segundo productor acuícola y el 95% de su comercio exterior se realiza por mar. Por lo tanto, afirma, los asuntos oceánicos deben ser materia de política de Estado por su especial relevancia nacional.
Hoy embajador en Noruega, Coutts repasa desde esa experiencia el trabajo realizado por Chile en la COP25 en esta materia. Pese a las críticas que recibió el gobierno, y en particular la ministra del Medio Ambiente, Carolina Schmidt, por el liderazgo en la presidencia de la cita, existe consenso entre los expertos en las negociaciones en que la incorporación de los océanos en el texto final de la cumbre es un logro importante. Un primer paso para abrir un tema que países como Chile han estado tratando de incorporar desde hace años en la discusión climática.
“Creo que fue un muy buen diseño del gobierno, porque es la primera vez en que un Presidente y una ministra presidenta de la COP25 entregan un mandato al equipo negociador chileno para que impulse esta idea”, dice Coutts, aunque también admite que debió haberse implementado con mayor fuerza.
La idea no es nueva. Desde 2015, cuando Chile organizó la conferencia Our Ocean, ya se hablaba de la acidificación de los océanos por el cambio climático. Hoy, cuando se prepara la séptima versión de esta conferencia, ya el tema no es la consecuencia -la acidifición- sino la relación directa entre el cambio climático y los océanos. Y ya son cerca de 40 países los que desde Our Ocean están impulsando que en la negociación climático se incluya al océano en el mismo nivel de los bosques, dice Coutts.
¿Por qué es importante que esto se instale en la discusión climática, y que se haya logrado incorporar en el texto final de la COP25?
Porque hasta ahora el trabajo de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático (CMNUCC) se ha centrado en los bosques y estos ya tienen mecanismos de financiamiento como REDD+, mientras que los océanos siempre fueron tratados de manera tangencial. No es que estuvieran desaparecidos, sino que solo eran resaltados como un sumidero de carbono pero no estaban en el meollo de la discusión. Se dieron pequeños pasos en la COP21, donde logramos algunos objetivos, y luego en la COP23, pero siempre han sido pequeños pasos.
¿Por qué es tan relevante que los océanos entren en la discusión?
Porque el océano es un tremendo sumidero de carbono y un regulador climático. Por ese solo hecho debiera estar en el meollo de la negociación. Este año, con mucho tino, el presidente Piñera plantea hacer una COP azul, y esta es una gran jugada porque además se asocia a esto la publicación del reporte del IPCC sobre océanos y la criósfera. Entonces, creíamos que este era el momento para resaltar el tema de los océanos e incluirlo dentro de la negociación. No se logró eso, pero si se lograron los pasos para que esto ocurra. Va a haber una reunión intersesional en junio en Bonn, donde el tema se va a discutir en el SBSTA (Subsidiary Body for Scientific and Technological Advice), el organismo de asistencia técnica y científica de la Convención. Eso ya se puede considerar un gran paso.