Restricción vehicular en Chile
“A pesar de recientes modificaciones, que incluyen restricción permanente en invierno para todos los vehículos con fecha de fabricación anterior al año 2012, hoy en día, la política de RV para efectos de la contaminación sigue en entredicho. Existe escasa evidencia que muestre un real impacto”.
La restricción vehicular (RV) ha sido mundialmente utilizada principalmente para dos objetivos: disminuir la contaminación y/o disminuir la congestión. En Chile, la implementación de la RV comenzó en 1986 para atacar el primer objetivo, eximiendo a partir de 1991 de dicha medida a los vehículos con convertidor catalítico. Con la puesta en marcha del Plan de Prevención y Descontaminación Atmosférica de la Región Metropolitana en 1998, la RV comienza a jugar un rol angular en las medidas anti polución. En sus primeros años, dicha medida permitió una importante renovación del parque automotriz con la consiguiente disminución de material particulado, especialmente, el CO y el MP10.
No obstante, estos efectos duraron poco y la situación empezó a empeorar. En el año 2007 se llevó a cabo una actualización en la medida de RV, que, sin embargo, no pareció rendir frutos pues la polución siguió aumentando a partir de esa fecha. A pesar de recientes modificaciones, que incluyen restricción permanente en invierno para todos los vehículos con fecha de fabricación anterior al año 2012, hoy en día, la política de RV para efectos de la contaminación sigue en entredicho. Existe escasa evidencia que muestre un real impacto.
Durante la pandemia, el uso del transporte público llegó a disminuir hasta en un 90%, principalmente, debido a las medidas de confinamiento y al miedo a contagiarse. Al igual que en todo el mundo, hubo un cambio modal relevante beneficiando el uso del automóvil particular en desmedro del transporte público. Con el aumento de las actividades presenciales durante el 2022, la congestión volvió a apoderarse de nuestras ciudades, lo que llevó a varios actores a proponer una serie de medidas para combatirla. Dentro de esas medidas, varias autoridades como el gobernador de la Región de Valparaíso o los alcaldes de Temuco y Arica empujaron por tener una RV permanente con el objetivo de disminuir la congestión. Esta idea no es nueva en el mundo, por lo que existe una amplia experiencia internacional al respecto, incluyendo ciudades latinoamericanas como Bogotá y Ciudad de México.
¿Qué dice esa evidencia? La principal conclusión es que la RV puede funcionar en el muy corto plazo, pero con efectos negativos a mediano y largo plazo. Esto se debe, principalmente, a la gran disposición a pagar de los usuarios de automóviles que se encuentran sujetos a la prohibición de circulación. Las implicancias de esto incluyen la compra de vehículos, principalmente, usados (y por tanto más contaminante), aumentando el stock de automóviles de la ciudad. De este modo, lo usual cuando se aplican este tipo de medidas es que la circulación de automóviles disminuya inicialmente, pero vuelva a su nivel original en poco tiempo, con autos más antiguos y contaminantes.