Reciclar, un acto de educación y responsabilidad del Estado con la ciudadanía
“Hasta ahora y viendo como hemos avanzado en este ámbito, ambos factores influyen. Como primer eje de cambio, se necesita una transformación educativa y sociocultural a través de programas de educación ambiental desde edades tempranas y por cierto llevándolo a la práctica, por ejemplo, instalando contenedores que permitan segregar los distintos tipos de residuos, mostrando el proceso de valorización de los residuos a los niños, niñas y jóvenes, creando una cultura y conciencia de lo que significa reciclar, la trazabilidad del proceso y el impacto positivo al medio ambiente asociado al reciclaje”.
Hablar de reciclaje en Chile siempre ha sido complejo. El reciente estudio de la U. Andrés Bello fue categórico: el 50% de las chilenas y chilenos prefiere el retiro a domicilio de sus residuos reciclables y el 57% de ellos optan por responsabilizar a las municipalidades de esta tarea. ¿Entonces se trata de políticas públicas o un cambio educativo socio cultural?
Hasta ahora y viendo como hemos avanzado en este ámbito, ambos factores influyen. Como primer eje de cambio, se necesita una transformación educativa y sociocultural a través de programas de educación ambiental desde edades tempranas y por cierto llevándolo a la práctica, por ejemplo, instalando contenedores que permitan segregar los distintos tipos de residuos, mostrando el proceso de valorización de los residuos a los niños, niñas y jóvenes, creando una cultura y conciencia de lo que significa reciclar, la trazabilidad del proceso y el impacto positivo al medio ambiente asociado al reciclaje.
Que vean, concienticen, analicen y aprendan a través de diferentes formas el impacto positivo que se tiene al talar menos árboles, disminuir el consumo de agua, energía y bajar las emisiones de CO2. Todo esto a través de la inclusión y educación medioambiental en los programas de educación base.
Junto a ello, también es importante saber cómo esos residuos se pueden transformar e incorporar nuevamente en el proceso productivo. Toda esta información es tremendamente relevante para impulsar un cambio educativo y sociocultural, además, de incorporar campañas de concientización con el fin de aprender a convivir en un ambiente donde cada uno de nosotros aporte más que con un granito de arena.
Tenemos que esforzarnos si queremos tener un país y un planeta sostenible y ser capaces de hacer cambios significativos. El mismo reporte en su versión Nº10 de la UNAB, indicó que el principal motivo que la gente tiene para no reciclar (44%) es que los lugares de acopio se encuentran lejos, es cierto implica un esfuerzo. ¿Pero ese esfuerzo no vale el ejemplo para nuestros hijos o para un mañana con menos contaminación?
Tan solo un 26% de los encuestados está dispuesto a recorrer más de tres cuadras para llegar a los puntos de reciclaje y solo un 28% de los chilenos está dispuesto a caminar hasta una cuadra para llevar sus residuos a estos dispositivos. Creo que aquí deberíamos pensar en el reciclaje como una actividad no solo sostenible, sino como un acto recreativo, formativo y de unión familiar que, además, fomenta la actividad física y eso a las familias de hoy, se les está olvidando porque no han concientizado aún, información hay, campañas se hacen todos los días. Es aquí donde entra la responsabilidad. ¿Soy responsable, desde lo que compro hasta lo que se va como residuo domiciliario? ¿Soy responsable educando a mis hijos? ¿Soy responsable exigiendo nuevas políticas públicas que tengan más puntos limpios de separación de residuos cerca de mi hogar? ¿Qué tan informado estoy sobre reciclar y economía circular? No podemos dejar todo en manos de las municipalidades, ni el gobierno, somos una sociedad civil pensante y activa, con derechos y capacidad para generar cambios. El cambio empieza por uno mismo.
Tampoco vamos a eximir al marco regulatorio y políticas públicas con las que contemos como país. En 2019 el Ministerio del Medio Ambiente (MMA) informó que se generaron en 19,7 millones de toneladas de residuos, alcanzando un 21% de valorización y reciclaje en Chile.
Esta cifra, se espera aumentar a través de normativas como la Ley de Responsabilidad Extendida del Productor (Ley REP), un instrumento económico de gestión ambiental que establece productos prioritarios definidos así por el volumen en que se generan, ser de consumo masivo entre otros. Los productores o importadores de estos productos prioritarios deben hacerse cargo de ellos una vez finalizada su vida útil.
Este estatuto establece metas de recolección y valorización para cada producto, lo cual en términos simples significa contar con una alternativa para la disposición final de los residuos que generamos y así no enviarlos directamente a un vertedero o rellenos sanitario, fomentando una cultura del reciclaje.
En este sentido, a partir de la implementación de esta ley también se abren oportunidades para emprendimiento e innovación para cubrir una demanda creciente de reciclaje y valorización en Chile. Efectivamente, hemos avanzando en esta materia, no obstante, como país aún tenemos camino por recorrer , impulsando mayores cambios en infraestructura para la gestión y modernización de los residuos, cambios en la recolección y gestión de los rellenos sanitarios, generación de campañas de bajo consumo de productos y fomentar la economía circular y por sobre todo, educación, no solo en campañas publicitarias, sino también directamente en los colegios públicos y privados, porque ahí están las semillas que generarán el cambio que Chile necesita.