No puedo cambiar mi forma de comunicar sin cambiar mi forma de hacer
“La búsqueda por ser una empresa sostenible es un trabajo de largo plazo, que no requiere solo de buenas intenciones, sino que también de datos y metas respaldadas por una gestión acorde. Nadie pide perfección, pero sí un compromiso sincero y datos trazables que muestren una evolución en el tiempo”.
El 31 de mayo de 2022 la policía alemana allanó las oficinas del Grupo DWS, una de las administradoras de activos más grandes del mundo, como parte de una investigación producida a partir de acusaciones contra la empresa por sospechas de haber engañado a sus inversionistas en relación a los factores ESG (gobernanza, social y medio ambiente) de sus productos financieros.
Paralelamente, en el Reino Unido, la Autoridad de Normas de Publicidad de ese país hizo una advertencia a HSBC sobre los anuncios que afirmaban que están haciendo “una contribución ambiental general positiva como empresa”, cuando el banco al mismo tiempo financia empresas con huellas de carbono sustanciales. Acusaciones similares recibió KLM por anuncios supuestamente engañosos que promueven la sostenibilidad de sus vuelos.
Estas experiencias internacionales, sumadas a la nueva Norma de Carácter General Nº 461 de la CMF y el aumento de empresas chilenas que cuentan con reporte de sostenibilidad, nos deben llamar a la reflexión respecto de la importancia de la precisión, transparencia y fiabilidad en la divulgación ESG.
De cara al creciente fenómeno anti-empresas, con ciudadanos más informados y críticos, la coherencia toma vital importancia. La comunicación y el marketing se debe hacer responsable del mensaje, no solo decir, sino que sobre todo hacer. No puedo cambiar mi forma de comunicar sin cambiar mi forma de hacer empresa.
La búsqueda por ser una empresa sostenible es un trabajo de largo plazo, que no requiere solo de buenas intenciones, sino que también de datos y metas respaldadas por una gestión acorde. Nadie pide perfección, pero sí un compromiso sincero y datos trazables que muestren una evolución en el tiempo.
Desde el punto de vista de la divulgación ESG, de las empresas IPSA más del 90% reporta anualmente sobre su gestión en sostenibilidad y más del 70% lista en el índice DJSI. Asimismo, las principales administradoras de activos cuentan con fondos ESG donde indagan sobre estas materias con cuestionarios propios. ¿Cuánta de esta información es verificada o auditada?
No quiero pensar que haya una intención de ser deshonesto. Simplemente la data ESG no está madura dentro de la organización y habitualmente no cuenta con sistemas de información integrados, ni con el nivel de profesionalización con el que cuenta la información financiera o tradicional.
Y no solo el dato es relevante. El dato debe ser resultado de una gestión, la cual se debe presentar para que los inversionistas, evaluadores y gestoras logren capturar el desempeño del negocio de manera integral.
Hemos vivido un largo camino para que la sostenibilidad ocupe el lugar de relevancia que hoy tiene en las empresas y sus inversionistas. La invitación es a cuidar ese espacio sin caer en la tentación de hablar de más, de borrar toda la información que “no se ve bien” en sus reportes de sostenibilidad o de publicar políticas solo por tener un punto más en una evaluación (los que trabajan en estas temáticas, saben que son prácticas usuales). Si todos venden humo tenemos el riesgo de nublar la credibilidad en estas materias y perder la oportunidad de pensar otro tipo de desarrollo empresarial, sostenible y responsable con el entorno.