Mujer y Desarrollo Sostenible
“Parece mentira que aún en nuestro país el hombre es el jefe de la sociedad conyugal en los casos en que se opta por tener ese régimen matrimonial. Existe un proyecto de ley de 2015 que pretende modificar lo anterior, pero no ha presentado ningún avance”.


El Quinto Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) de la ONU es la equidad de género. Chile obtuvo un índice de 80 puntos de 100, ocupando el lugar 96 de 190 países en la medición realizada por el Banco Mundial en relación a dicha materia[1], que considera factores como movilidad, trabajo, remuneración, regulación asociada al matrimonio, parentabilidad, empresariado, regulación de bienes (activos) y jubilación. No es un gran avance (sino todo lo contrario) considerando que en el año 2020 el puntaje era de 77.3, habiendo países que obtuvieron el máximo de puntaje y considerando que los indicadores del Banco Mundial son cuestiones mínimas con las que debiese cumplir un Estado, no siendo difícil cumplir con el estándar.
Parece mentira que aún en nuestro país el hombre es el jefe de la sociedad conyugal en los casos en que se opta por tener ese régimen matrimonial. Existe un proyecto de ley de 2015 que pretende modificar lo anterior, pero no ha presentado ningún avance. Asimismo, otro ejemplo de las brechas existentes en esta materia, son las desigualdades invisibilizadas en el ámbito de las mujeres rurales dedicadas a la agricultura[2] sufriendo ellas un mayor grado de vulnerabilidad que los hombres en los riesgos de desastres y el factor subyacente del cambio climático[3].
Debemos avanzar hacia una regulación igualitaria para hombres y mujeres y en un trabajo real hacia el empoderamiento de nosotras, pues los cambios nacen “desde adentro hacia afuera” y sólo en cuanto seamos capaces de sentirnos iguales, podremos ser tratadas como iguales y desde allí podremos contribuir en un Desarrollo Sostenible con todo nuestro potencial.
En palabras del Banco Mundial “Acelerar la igualdad de género e invertir en el empoderamiento genera grandes beneficios económicos.”[4]. En promedio, el PIB per cápita en el largo plazo sería casi un 20 % más alto si se subsanaran las brechas de género en el empleo. En algunos estudios, se estima que los beneficios económicos oscilan entre los USD 5 billones y los USD 6 billones[5] si las mujeres crearan nuevos negocios y los ampliaran al mismo ritmo que los hombres. La igualdad de género puede acelerar los avances hacia otros objetivos de desarrollo, como abordar la inseguridad alimentaria, el cambio climático, los conflictos y la fragilidad.
Debemos aspirar entonces a la llamada “Tercera mujer”[6], que, como indica el autor William Daros, ya no envidia el lugar de los hombres ni está dominada –como diría el psicoanálisis– por el deseo inconsciente de ser hombre. La “Tercera mujer” representa “una suerte de reconciliación de las mujeres con el rol tradicional: el reconocimiento de una positividad en la diferencia hombre-mujer” [7]. De esta manera, la persistencia de «lo femenino» no sería ya un aplastamiento de la mujer y un obstáculo a su voluntad de autonomía, sino un enriquecimiento de sí misma[8].
[1] Banco Mundial, “La Mujer, La Empresa y el Derecho”, 2023.
[2] Prodemu, “Estudio de Fundación Prodemu: Las mujeres en la Agricultura Familiar Campesina en Chile”, 2021.
[3] ONU, “Artículo explicativo: Cómo la desigualdad de género y el cambio climático están relacionados entre sí”, 2022.
[4] Banco Mundial, Octubre 2022.
[5] Banco Mundial, Octubre 2022.
[6] La “Tercera mujer” sería una evolución de la “Primera mujer” desvalorizada y despreciada y la “Segunda mujer” que la considera como la luz que engrandece al hombre (Daros, William Roberto, “La mujer posmoderna y el machismo”. Franciscanum 162, Vol. lvi (2014): 107-129).
[7] Daros, William Roberto, “La mujer posmoderna y el machismo”. Franciscanum 162, Vol. lvi (2014): 107-129.
[8] Ídem.
Yordana Mehsen Rojas es abogada, LLM UC, MBA UC, litigante y consultora en WeAre1, ex jefa de litigios y recursos administrativos en el Servicio de Evaluación Ambiental.