Humedales en la mira: Espacios seguros para la vida
“La expansión urbana y en especial en ciudades costeras del país van en dirección opuesta a las urgencias, debilitando la infraestructura y la memoria ecológica de los humedales, así como el tejido social”
Los procesos de transformación que requiere Chile a nivel institucional y social deben garantizar la transparencia y la gobernanza, que rigen los recursos y el territorio. Un elemento indiscutible que ha estado en la mesa es la definición de nuevas de reglas para el cuidado de la naturaleza, una pieza clave en esta apremiante tarea es detener la pérdida de humedales.
Hoy es el Día Internacional de los humedales, fecha que promueve la Convención Ramsar. A nivel global, diversos actores se reunen para decir o hacer algo respecto de este día, en el caso de Chile el Diario Oficial del 2 de febrero de 2021, publica los 33 humedales que han sido incluidos por el Ministerio del Medio Ambiente para iniciar un proceso de declaración oficial como Humedal Urbano. Esta acción que se implementa en el marco de la Ley de Humedales Urbanos es una acción concertada entre legisladores, el ejecutivo e impulsada por la comunidad. Así también los humedales de turberas y costeros han tenido un espacio en las NDC de Chile, que es la Contrubución Determinada a Nivel Nacional para cumplir el Acuerdo de París.
Ejemplos que vale destacar, pero la tarea de conservar la biodiversidad está llena de dificultades, que han impedido por ejemplo aprobar la Ley que crea el Servicio de Biodiversidad y Áreas Protegidas, el único cuerpo legal en el país que establece reglas para el uso y protección de humedales.
Esto mantiene una estructura institucional aún deficiente y leyes sectoriales que no van de la mano con la protección ambiental. Una de ellas dice relación con los instrumentos de planificación territorial, que no logran ser diseñados a la altura de la crisis climática que estamos viviendo, omitiendo informes internacionales que alertan sobre los episodios de sequías, lluvias intensas y altas temperaturas que tendremos que enfrentar. Parece que tampoco han sido convincentes los informes de científicos nacionales que levantaron alertas y recomendaciones en relación a la situación de la biodiversidad del país, incluyendo los humedales, en diciembre de 2019, a propósito de la COP25.
La expansión urbana y en especial en ciudades costeras del país van en dirección opuesta a las urgencias, debilitando la infraestructura y la memoria ecológica de los humedales, así como el tejido social. Sistemas sociales con ecosistemas perturbados están más expuestos a los desastres. Con cada humedal que perdemos, acuíferos que drenamos y río que fragmentamos, creamos riesgos para las personas, convirtiendo a la naturaleza en una amenaza en lugar de una espacio seguro para resolver nuestro problema global, el cambio climático.
El proceso para la conservación de los humedales tiene un marco territorial, económico y ambiental. La ausencia de procesos coherentes, tanto sociales como políticos ha llevado a inconsistencias como las que se expresan en el uso del agua y la expansión de ciudades sin planificación, entregando decisiones al mercado.
Estamos dejando de herencia una deuda con la naturaleza, una deuda con efectos irreversibles para la sociedad. No basta con las áreas protegidas, porque las presiones son múltiples y sinérgicas, apremia revertir las prácticas de desarrollo tal cual han sido diseñadas hasta ahora. Es momento de orientar e implementar de un buena vez una política de desarrollo económico y social, que incorpore el capital natural de forma indivisible para el bienestar humano, los humedales son un espacio seguro para la vida.
Alejandra Figueroa Fernández es bióloga. Presidenta y socia fundadora de Corporación Capital Biodiversidad.