Crisis climática: Impactos económicos, laborales y productivos
Lo que estamos viendo es que los fenómenos naturales relacionados con el cambio climático están causando daños masivos en la infraestructura, la agricultura y en la gestión de miles de empresas, sin importar su tamaño. Estos eventos extremos derivan en costos de recuperación y reconstrucción importantes, lo que puede alterar la economía de una región o países enteros.


Hace pocos días, se informó que el Canal de Panamá limitará el tránsito de buques como una medida necesaria frente a un escenario de sequía y escasez de lluvias. En paralelo, Irán determinó un paro nacional total de dos días debido a temperaturas que sobrepasan los 40 grados y han puesto en alerta máxima a los hospitales, mientras que en otras ciudades del mundo también se han batido récords de calor con consecuencias devastadoras. Incluso en Latinoamérica los expertos recomiendan prepararse para el impacto de El Niño, que puede verse amplificado debido a la crisis climática, con inundaciones y sequías intensificadas que se pronostica que generarán un impacto de US$ 300 mil millones en el crecimiento de las economías de la región.
Si revisamos las estadísticas de The International Disasters Database, en los últimos 100 años ha aumentado considerablemente el número de desastres naturales como inundaciones, tormentas, temperaturas extremas y sequías, con un total conjunto de 11 en 1939, versus los 1.452 registrados en los últimos años.
Todos estos fenómenos están correlacionados y generan impactos negativos desde el punto de vista económico, laboral y productivo. Por ejemplo, las olas de calor han provocado, según los expertos, la muerte de peces por la reducción de oxígeno en el agua producida por la disminución de los ríos y la contaminación, mientras que las plantas e insectos también resultan dañados. No es algo menor, ya que la industria pesquera se ve directamente afectada con este hecho, y con ello la dieta de millones de personas. Por otra parte, si las flores se marchitan, hay menos alimentación para mariposas y abejas, éstas últimas esenciales para el desarrollo de los cultivos y la polinización. En cuanto a la agricultura, lo que ocurre en Vietnam demuestra que sembrar de noche es una medida de urgencia que tampoco garantiza éxito a largo plazo, porque a los agricultores se les dificulta aún más hacerlo en línea recta, práctica que permite el control de riego y facilita la eficiencia en la maquinaria agrícola.
Lo que estamos viendo es que los fenómenos naturales relacionados con el cambio climático están causando daños masivos en la infraestructura, la agricultura y en la gestión de miles de empresas, sin importar su tamaño. Estos eventos extremos derivan en costos de recuperación y reconstrucción importantes, lo que puede alterar la economía de una región o países enteros: menor producción implica una pérdida de empleos y por lo tanto, aumento de la pobreza y perspectivas de crecimiento.
Cada vez es más claro que los costos y efectos de un clima impredecible y alterado son más significativos y lamentablemente seguirán creciendo, incluso por encima del costo que tendrían muchas medidas que harían que esas alteraciones fueran menores hacia el futuro. La realidad es que no podemos detener las emisiones actualmente circulantes, pero lo que sí podemos hacer es cambiar nuestra forma de consumir energía, transporte, etc., y a nivel macro, transitar hacia un modelo económico de energías renovables, eficiencia energética, tecnologías limpias y agricultura sostenible.
Recurrir a una economía baja en carbono y combustibles fósiles puede fomentar la creación de empleos en áreas como la construcción verde, la gestión de residuos, el transporte sostenible y la investigación y desarrollo de tecnologías limpias. Transformar radicalmente lo que producimos y cómo lo producimos, aunque parezca difícil, es quizás la única manera de tener menores costos en comparación a lo mucho que perderemos a nivel mundial si dejamos que la crisis climática siga su curso.