“Faros agroecológicos”: modelo de producción de alimentos sin agroquímicos, cuidando el medioambiente y adaptándose al cambio climático
El Instituto de Desarrollo Agropecuario, INDAP, está impulsando la creación de los denominados “Faros agroecológicos”, es decir, predios cuyas características y prácticas sostenibles y resilientes “iluminen” a otros campesinos para que sigan esa misma senda. Un ejemplo de estos faros es el campo de Cecilia Guineo, quien produce quinua, maíz, porotos, ajos chilotes, hortalizas y frutas en un sector rural de la comuna de Ancud. “Quienes han venido le han encontrado sentido a estos manejos, que permiten economizar mano de obra e insumos y mejorar la producción, además de cuidar el planeta”, señala la agricultora.
Cecilia Guineo Colguen es un referente de la producción agroecológica en el Archipiélago de Chiloé y el país. La agricultora huilliche vive en el sector Coipomó Rural de la comuna de Ancud, Región de Los Lagos, y desde ahí comparte sus manejos prediales para producir quinua, maíz, porotos y ajos chilotes, además de otras hortalizas y frutales. También lidera un banco de semillas ancestrales de la zona, con papas nativas, plantas medicinales, arvejas antiguas y zanahorias de colores, entre otros cultivos.
Por estas razones, su predio es considerado un “faro agroecológico”, un espacio demostrativo que a través de la entrega de conocimientos y prácticas va mostrando a otros agricultores la senda para producir alimentos sin uso de agroquímicos, con cuidado por el medioambiente y adaptándose al cambio climático, modelo que el Instituto de Desarrollo Agropecuario (INDAP) está promoviendo a nivel nacional para avanzar hacia una agricultura más sostenible y resiliente.
Las razones de Cecilia Guineo para seguir esta ruta son económicas, sociales y también culturales. Trabaja la tierra desde los 7 años, cuando empezó a conocer las semillas y saberes campesinos de boca de su abuela María Ana, cumpliendo ya una tradición familiar de más de tres décadas junto a su madre Fredeslinda –quien vive en el sector Cogomó de Ancud–, su marido e hijos.
“Mi abuela compartía sus saberes, plantas y semillas con las vecinas, y yo aprendí de ella a no ser egoísta y a traspasar mis conocimientos para dejar una huella positiva y bien marcada. La tierra es un ser vivo y debemos cuidarla porque nos dé los alimentos”, afirma Cecilia Guineo, quien fundó la Asociación Gremial Chiloé Orgánico, ganó el Premio a las Experiencias Exitosas de Agroecología en la Agricultura Familiar Campesina de INDAP en 2017 y tiene el Sello SIPAM (Sistemas Importantes de Patrimonio Agrícola Mundial) otorgado por la FAO.
Sobre los conocimientos con que ilumina a otros agricultores, dice que son de preparación de suelo, fabricación de biofertilizantes, aprovechamiento de guanos y materia orgánica, medicina natural, reutilización, reproducción de semillas y otras ideas de lo mucho que se puede hacer en el campo. “Quienes han venido le han encontrado sentido a estos manejos, que permiten economizar mano de obra e insumos y mejorar la producción, además de cuidar el planeta”, señala.
“Mi abuela compartía sus saberes, plantas y semillas con las vecinas, y yo aprendí de ella a no ser egoísta y a traspasar mis conocimientos para dejar una huella positiva y bien marcada. La tierra es un ser vivo y debemos cuidarla porque nos dé los alimentos”.
Un referente para otros agricultores
Valentina Sotelo, jefa nacional de Sustentabilidad e Inversiones de INDAP, dice que casos como el de Cecilia Guineo reflejan un modelo de “faro agroecológico” que se desea replicar. “Se trata de un referente para otros agricultores, un par campesino que los representa y que realiza prácticas que ellos también pueden implementar en sus predios para avanzar de manera sostenible. Esa es la lógica de los faros, no un predio súper equipado con la mejor tecnología y que no los representa”.
“Para nosotros como INDAP lo importante de un faro es que los agricultores de un determinado territorio tengan muchos puntos de referencia y puedan ver que sus vecinos avanzan, que tienen manejos que generan un impacto positivo, disminuyen costos, mejoran su producción y su calidad de vida, que contribuyen a su entorno social, a la comunidad, que se dan cuenta de lo peligrosos que son los agroquímicos y quieren que sus familias vivan mejor”, agrega Sotelo.
En ese sentido, señala que “muchas regiones hoy están buscando formar faros incentivadas por las acciones de sus Planes de Sustentabilidad y por la política institucional con base en la agroecología, expresada en el programa TAS (Transición a la Agricultura Sostenible), un modelo de escuela que dura dos años y a partir del cual con toda seguridad nacerán muchos faros entre quienes se sientan más comprometidos con los cambios de paradigma”.
A su vez, el director nacional de INDAP, Santiago Rojas, señaló que “como INDAP estamos comprometidos en convertir a la agricultura familiar campesina e indígena en un pilar de la conservación y preservación del medioambiente. Es así que como Gobierno estamos generando las transformaciones para que iniciativas como los faros agroecológicos se visibilicen y logren repercutir en prácticas más sostenibles, inclusivas y resilientes”.
El modelo de Faros agroecológicos es promovido desde hace años en diversos países de América Latina, muchas veces administrados por entidades técnicas, como el Instituto de Investigaciones Agropecuarias (INIA), en el caso de Chile. Sin embargo, al tratarse de predios que los mismos agricultores abren al público para ser referentes y verdaderas aulas sobre agroecología, como el caso de Cecilia Guineo, le agrega un valor adicional al modelo, que busca la producción sostenible de alimentos.
“Se trata de un referente para otros agricultores, un par campesino que los representa y que realiza prácticas que ellos también pueden implementar en sus predios para avanzar de manera sostenible. Esa es la lógica de los faros, no un predio súper equipado con la mejor tecnología y que no los representa”.