Comunidades costeras de Chiloé se abren a levantar estrategias de adaptación climática
Organizaciones de las localidades chilotas de Terao, Marico y ECMPO Tweo Coldita-Piedra Blanca participaron activamente en el proyecto Adaptación al Cambio Climático en 3 Comunidades Costeras de Chiloé, ejecutado por un equipo convocado por el Centro de Estudios Sociales de Chiloé (CESCH), y cuyo objetivo fue generar insumos para el desarrollo de herramientas por la resiliencia climática. La iniciativa -inspirada en cuatro líneas de acción- culminó con la entrega de productos finales elaborados con las comunidades: cartilla de estudios ambientales, guía de monitoreo comunitario, métrica social y tres cartografías sociales en las zonas costeras involucradas en el proyecto.
“Toda mi vida he vivido aquí y he visto todos los cambios que se han producido”, dice Teresa Andrade, representante de la Comunidad Indígena Chaukun, en la localidad costera de Terao, comuna de Chonchi, en la Isla Grande de Chiloé. A sus 53 años, Andrade enuncia la “deforestación, la sequía, la pérdida de playas y la desaparición de especies marinas” como los principales problemas que han alterado el paisaje de su zona costera.
Teresa Andrade fue una de las personas que participó, en tanto dirigenta de su comunidad indígena, en el Proyecto Adaptación al Cambio Climático en 3 Comunidades Costeras de Chiloé, coordinado por un equipo multidisciplinario convocado desde el Centro de Estudios Sociales de Chiloé (CESCH), y que consistió en la entrega de insumos para el diseño de estrategias territoriales de resiliencia climática y adaptación al cambio climático en tres localidades costeras del archipiélago de Chiloé: la citada Terao, de la comuna de Chonchi; Marico, de la comuna de Puqueldón, Isla Lemuy; y el Espacio Costero Marino de Pueblos Originarios Tweo Coldita-Piedra Blanca (ECMPO Tweo Coldita-Piedra Blanca), de la comuna de Quellón.
Financiado por The David & Lucile Packard Foundation, el proyecto -que se desarrolló durante 2022 y acaba de terminar- abrió las puertas a distintas organizaciones representantes de las comunidades citadas que cultivaban distintos perfiles y tipos de figuras de derechos de uso territorial en la pesca, como los mencionados ECMPO, Áreas de Manejo y Explotación de Recursos Bentónicos (AMERB), concesiones acuícolas a pequeña escala o áreas de libre acceso.
Por ejemplo, de la comuna de Chonchi participaron, además de la citada comunidad Chaukun, las Comunidades Indígenas de Trabun y Pilpilehue, el Club de Adulto Mayor de Terao, la Junta de Vecinos de Terao Alto “Ana Aguilar”, la Junta de Vecinos de Terao Bajo y la Escuela Aldea Bosque de Chiloé, además de mitilicultores del sector; de la comuna de Puqueldón, la Comunidad Indígena de Marico y el Sindicato de Recolectoras de Orilla de la misma localidad; y, por último, de la comuna de Quellón, la Asociación de Comunidades del ECMPO Coldita: la Comunidad Indígena de Tweo y la Comunidad Indígena de Piedra Blanca.
“Tratamos de tener diversidad en cuanto al carácter de cada comunidad y organización. También contemplamos otros criterios logísticos y que las comunidades estuvieran obviamente interesadas en el proceso. La principal motivación era generar algunas herramientas para la adaptación al cambio climático, a través de talleres participativos, de educación ambiental, de monitoreo comunitario. La idea era generar información a partir de la experiencia y el sentido común de los participantes”, comenta Vladia Torres, investigadora del CESCH y coordinadora del proyecto.
“Hay cuestiones que son globales como el cambio climático, y existen otras acciones antrópicas de industrias que van afectando. Cuando estos dos factores se interrelacionan, se potencian estos impactos y problemas”.
Las líneas del proyecto de adaptación al cambio climático
El programa se inspiró en cuatro líneas de trabajo, en tanto principios orientadores: condiciones ambientales de las áreas costeras estudiadas; monitoreos técnico-comunitarios de las áreas estudiadas; prácticas y manejos costeros como acciones climáticas; y, finalmente, métrica social y articulación entre actores locales para la resiliencia climática. Por cada uno de ellas se generaron productos finales en formato documento, aptos para ser utilizados por las comunidades: Cartilla de Caracterización del Ambiente Costero; Guía de Monitoreo Comunitario; Cartografía Social de Terao-Pilpilehue, Marico y ECMPO Coldita; y Métrica Social: propuesta territorial de indicadores sociales para estrategias de adaptación al cambio climático. Todos están disponibles para descarga en este link de la página web del Centro de Estudios Sociales de Chiloé.
“La caracterización de las condiciones ambientales culminó en una cartilla en la que se entrega información relativa al estado actual de las variables de la zona marina costera de cada una de las localidades en que se desarrolló el proyecto; la segunda línea terminó en un cuadernillo tipo guía que orienta a qué hacer en caso de contingencia, a saber cómo denunciar ante la Superintendencia del Medio Ambiente; en tercer término, la idea era identificar las prácticas y usos que ya tienen las personas, como ir a mariscar, y reflejarlo en un mapa social; y finalmente la métrica, que surgió de los relatos de las mismas personas en los talleres, y apunta a hacer notar las transformaciones del territorio, que pueden estar o no relacionadas con cambio climático”, explica Vladia Torres.
Marisol Santana, presidenta de la Comunidad Indígena de Marico y del Sindicato de Recolectoras de Orilla de la misma localidad, ubicada en la zona sur de Isla Lemuy, camino a Detif, fue otra de las mujeres que participó del proyecto. Para ella, en su papel como representante de su comunidad, era muy importante atestiguar por cuenta propia y en terreno cuál era la raíz de los problemas que venían observando desde hace bastantes años.
“Pudimos ir a terreno, participar de los monitoreos a mar abierto y ver cómo estaba el fondo marino. Lo hicieron ellos a través de un robot. A nosotros nos interesaba estar lo más cerca de donde opera una salmonera que lleva 30 años en la zona. Nosotros exigimos que en el monitoreo del fondo marino participara un integrante de nuestra comunidad”.
“Pudimos ir a terreno, participar de los monitoreos a mar abierto y ver cómo estaba el fondo marino. Lo hicieron ellos a través de un robot. A nosotros nos interesaba estar lo más cerca de donde opera una salmonera que lleva 30 años en la zona. Nosotros exigimos que en el monitoreo del fondo marino participara un integrante de nuestra comunidad. Si no, no hubiera sido creíble. Al final comprobamos que los efectos que vemos en nuestras aguas son fruto de todos los factores juntos: las salmoneras y el cambio climático”, recuerda Marisol Santana.
De la tercera comunidad involucrada en el proyecto es José Sergio Mansilla, lonko de la Comunidad Indígena Piedra Blanca y participante de la Mesa de Administración del ECMPO Tweo Coldita-Piedra Blanca, en la comuna de Quellón. Ubicada en un sector colindante al Parque Tantauco, al sur del Hito 0 de la Carretera Panamericana, la comunidad participó con entusiasmo de la iniciativa. “Para nosotros lo más importante fue verificar el hábitat de las especies que viven en el territorio, los bancos naturales, los espacios de contaminación, porque nos preocupa cómo la mitilicultura ha botado las plumavit al agua, y cómo las salmoneras nos tienen los mares llenos de químicos”, cuenta el lonko Mansilla. Pronto, la la Asociación de Comunidades del ECMPO Coldita recibirá el decreto para poder administrar el espacio.
En tanto, Teresa Andrade, de la comunidad Chaukun de Terao, valora el aprendizaje que dejó la experiencia con el proyecto. “Aprendimos a recoger las muestras, a usar los frascos, las bolsas, cómo se tenía que hacer, refrigerar. Ellos arrendaron una embarcación y fuimos a recolectar las muestras de agua, también en varias partes donde hay salmoneras y mitilicultores”. Según ella, “antes normalizábamos todo, pero nos damos cuenta de que son causas y consecuencias del cambio climático. Hay muchos que aún no despiertan, pero el mar ya no baja como antes, lo que influye en no tener muchos lugares donde mariscar. Hay mucha mortandad de marisco, cosa que nunca habíamos visto antes, y los ríos se han secado”.
“Hay cuestiones que son globales como el cambio climático, y existen otras acciones antrópicas de industrias que van afectando. Cuando estos dos factores se interrelacionan, se potencian estos impactos y problemas”, complementa Vladia Torres, para quien lo más relevante es “hacer un registro de lo que está pasando y para eso están los productos finales que entregamos, siempre en acuerdo con las comunidades que participaron del proyecto”.
“Antes normalizábamos todo, pero nos damos cuenta de que son causas y consecuencias del cambio climático. Hay muchos que aún no despiertan, pero el mar ya no baja como antes, lo que influye en no tener muchos lugares donde mariscar. Hay mucha mortandad de marisco, cosa que nunca habíamos visto antes, y los ríos se han secado”.
El detalle de los productos finales
El primer documento es la Cartilla de Caracterización del Ambiente Costero en las zonas estudiadas, cuya elaboración recayó tanto en el equipo del proyecto como en el Centro de Investigación y Desarrollo de Recursos y Ambientes Costeros – Centro i~mar, y que incorpora perspectivas de análisis del contexto actual ambiental de Terao, Marico y ECMPO Tweo Coldita-Piedra Blanca.
A modo de introducción, la cartilla indica que Chiloé es un área rica en diversidad y productividad biológica. Sin embargo, según el mismo informe, “los procesos y servicios costeros que dan cuenta de esa diversidad y abundancia (…) se han alterado. Entre las causas, podemos identificar las acciones de sobreexplotación asociadas a la pesca y extracción de recursos bentónicos entre las décadas del 70 y 90, y posteriormente el desarrollo incesante de la industria acuícola”. Hay otra razón, no obstante, que puede alterar más esa situación anómala: “Existe un factor externo que pone en riesgo y puede alterar aún más nuestros ecosistemas y sus servicios: el cambio climático actual”.
De forma más detallada, señala el documento, “las proyecciones asociadas al cambio climático sugieren que la reducción de las precipitaciones y el aumento de la temperatura del aire y de la superficie del mar son los impulsores más relevantes”. Los menores aportes de agua dulce, producto de la disminución de las precipitaciones, afectarán los servicios ecosistémicos del mar interior de Chiloé. Las mismas condiciones asociadas a cambio climático, agrega el texto, podrían acelerar la probabilidad de florecimiento de algas nocivas y podría contribuir a una mayor incidencia de enfermedades en los ecosistemas marinos, por lo que podrían incluso afectar a la misma industria acuícola.
En la cartilla hay un análisis pormenorizado de distintas variables oceanográficas (temperatura del agua, oxígeno, salinidad, nutrientes, presencia de fitoplancton, registro de fondo marino) en cada una de las localidades objeto de estudio. Se pusieron sobre la mesa las principales coincidencias y diferencias entre cada sector. “El acceso y comprensión del estado y funcionamiento de nuestros sistemas socioecológicos nos permitirá identificar la vulnerabilidad y las posibilidades de adaptación de las comunidades frente a los nuevos escenarios en los ambientes costeros”, concluye la cartilla.
En tanto, el segundo producto final, Guía de Monitoreo Comunitario, orienta de forma muy didáctica e ilustrativa los pasos para hacer un buen monitoreo de las aguas. Propone, por ejemplo, una metodología para observación de campo, en circunstancias de que es posible apreciar ciertos cambios a simple vista. Para ello se sugiere observar las dimensiones del territorio, registrar con fotos y videos, para luego anotar los cambios en una especie de planilla. También hay un instructivo para detectar la presencia de pesticidas en el agua y en tejidos, así como los pasos sucesivos para hacer una denuncia ante la SMA y Sernapesca, según corresponda.
El tercer producto, la Cartografía Social de Terao, Marico y ECMPO Tweo Coldita-Piedra Blanca, consiste en un mapa de las tres localidades que releva puntos en que confluyen múltiples dimensiones: ambiental, sociocultural y productiva. Por ejemplo, lugares de ritos ancestrales, conchales, cementerios indígenas, zonas degradadas y de alto valor ecológico, etcétera.
Por último, el cuarto producto, Métrica Social, introduce una propuesta territorial para levantar estrategias de adaptación al cambio climático, con base en la gobernanza local. En el proceso se sistematizaron tres dimensiones (ambiental, económica y sociocultural), las cuales cuentan con subdimensiones que identifican vías posibles para realizar un tipo de monitoreo que a la postre sea útil para la toma de decisiones.
Así, por ejemplo, el documento sugiere, en la subdimensión “hídrica” dentro de la dimensión ambiental, “observar por temporada la disponibilidad del caudal” de ríos, esteros y vertientes. Los indicadores a desarrollar serían: presencia o ausencia de caudal de los ríos, esteros y vertientes por estación del año; aumento o disminución del caudal de los ríos, esteros y vertientes por estación del año; y presencia o ausencia de modificación de la dirección del caudal de ríos, esteros y vertientes.
Para Vladia Torres, coordinadora del proyecto, el documento “Métrica social” también aborda la importancia de la gobernanza local para levantar medidas de adaptación al cambio climático. Además, complementa Torres, “hay que pensar que este proyecto se insertó en el concepto de insularidad, y esto comprende una relación particular de las personas y su entorno, inserto en un marco social y político, en el que Chiloé mantiene ciertas desigualdades y asimetrías”. El documento refuerza estas declaraciones, por cuanto existen “asimetrías de poder que condicionan el acceso (en Chiloé) a estrategias de desarrollo, participación vinculante, educación, entre otros factores políticos y materiales presentes en la insularidad”.
De hecho, aunque el proyecto ya terminó, los coordinadores dejaron algunos materiales para que las comunidades pudieran proseguir en el monitoreo de las aguas, a objeto de, en el futuro, ver si pueden proyectar estas prácticas hasta convertirlas en algo más permanente. Si hubiera una segunda parte del proyecto, concluye Vladia Torres, se abordaría el tema de la gobernanza climática local como tema central.