Zdenka Astudillo: “Ha crecido el número de empresas grandes y medianas certificadas en Sistema B a raíz de la pandemia”
La directora ejecutiva de Sistema B, en conversación con País Circular, asegura que el número de empresas grandes y medianas se ha incrementado sobre todo durante 2021, llegando a la fecha a constituir el 37,5% del total de todas las Empresas B del país, mientras en los últimos cinco años esa cifra no superaba el 15 por ciento. Esto obedece, a juicio de la representante, a que este modelo de empresa es más resiliente a los escenarios futuros marcados por las crisis sanitaria, social y climática, puesto que no solo abogan por la rentabilidad económica, sino que generan un impacto positivo en su entorno.
Propósito, requisito legal, certificación e interdependencia. Esos son los cuatro pilares que sustentan a una Empresa B, un modelo empresarial que apunta hacia una economía regenerativa para el mundo que promueve formas de organización que deriven en un impacto positivo hacia el entorno y hacia las personas. Desde su creación, en 2012, el Sistema B aglutina a unas 650 empresas en la región latinoamericana que apuestan por construir un nuevo sistema económico más amigable con el medioambiente y socialmente inclusivo.
Chile, por su parte, se ha convertido en un ejemplo paradigmático en el esparcimiento de las Empresas B. A nivel continental, se posiciona en el segundo lugar, detrás de un gigante como Brasil: a la fecha hay un total de 180 Empresas B chilenas. El gran cambio, sin embargo, ha llegado de la mano de la pandemia y específicamente en 2021: más empresas grandes y medianas -no transnacionales- han volcado su interés en certificarse como B. Según Zdenka Astudillo, directora ejecutiva de Sistema B, esta situación acaece por la capacidad de adaptación de las Empresas B a los escenarios cambiantes que muestra la coyuntura mundial.
Para certificarse como Empresa B, añade Astudillo, se requiere demostrar un compromiso continuo de mejora de ciertos estándares. Por eso, y aunque no es el giro del negocio propiamente tal, empresas como Viña Concha y Toro y Torre se han subido al carro de las Empresas B en el último tiempo, en virtud de su compromiso para implementar buenas prácticas que redunden en un beneficio para su entorno y el medioambiente. “No necesariamente son empresas que reforesten la Patagonia”, ejemplifica Zdenka Astudillo a País Circular.
-Es bueno aclarar entonces que ustedes no necesariamente certifican a empresas que tienen un triple impacto, digamos, consolidado. Basta con que tengan algunos avances incipientes. ¿Puedes explicar qué necesita una empresa para convertirse en B?
-Claro. La certificación se realiza a través de una evaluación que nosotros llamamos Evaluación de Impacto B. Ésta mide a la empresa transversalmente; mide el modelo de negocios, cómo generan ingresos y si crean un impacto positivo de alguna manera. Eso genera un puntaje. En general, la evaluación mide en cinco áreas los impactos de la empresa: gobernanza, trabajadores, clientes, comunidad y medioambiente. Se les hace un sinfín de preguntas que dependen del tamaño, industria y ubicación geográfica. Si cumplen con 80 puntos de 200, está en condiciones de pasar la evaluación y postular a la certificación. Por cierto, eso requiere un tiempo porque hay que verificar que la empresa realmente haga lo que dice. Hay algunas empresas que tienen más puntaje que otras en medioambiente, por ejemplo. El punto es que las Empresas B generan un compromiso de mejora continua y permanente. La certificación dura tres años, y luego tienes que hacer una re-certificación que es mucho más exigente que tres años atrás. Tienes que demostrar que has ido mejorando en el tiempo. Se espera que las brechas que tenías hacía tres años, las puedas cubrir. Es una certificación vinculante que te conecta con tu mejora, que te invita a qué elementos deberías profundizar.
“Todas las Empresas B se preguntan por qué hago lo que hago, se protegen con ese propósito y lo establecen con estatutos. No solo se tiene rentabilidad económica, sino también ambiental y social. Si estoy golpeado, si esta pandemia no nos deja vender, si no he podido abrir, me pregunto por qué hago lo que hago”.
-Y en ese sentido, ¿cómo has visto el interés de empresas más grandes por sumarse al Sistema B, sobre todo ahora que estamos inmersos en una crisis sanitaria de proporciones?
-No te diría que el interés se ha redoblado, pero sí hay un fenómeno interesante: más empresas de un tamaño mayor se han interesado por certificarse en el Sistema B, desde el “cuéntame de qué se trata” hasta el “estamos haciendo acciones en línea con esto y es importante darle un marco. Te diría que en 2021 específicamente ha habido un incremento en el número de empresas medianas y grandes. Hasta la fecha, y sumando estos primeros meses del año, el 37,5 por ciento de las empresas certificadas B son grandes o medianas, mientras que los últimos cinco años esa cifra no se elevaba por sobre el 15 por ciento. No digo que son empresas multinacionales, pero sí compañías como Viña Concha y Toro y Torre. Y esto se da porque el mundo las está haciendo detenerse, entonces no da lo mismo volver a activarse ni cómo lo hagas. Importan las acciones que están llevando a cabo, lo cual nos parece bastante bien, sobre todo porque lo que buscamos es transformar este sistema económico.
-¿Atribuyes ese interés de empresas más grandes al tema de la pandemia o se venía manifestando desde antes?
-Se venía dando, pero más lento. Teníamos conversaciones con empresas grandes, estábamos en sintonía, pero ahora lo estamos empezando a integrar. Pero no es solo por la pandemia, sino por las múltiples crisis: lo medioambiental viene resonando en las empresas, la carbono neutralidad, el realce que han tenido estos temas. Esto ha venido muy de la mano de la evidencia de que no podemos seguir igual, tanto económica como ambientalmente. El mundo nos está diciendo que hay que tomar acciones reales. A las empresas más grandes ahora les hace más sentido estos temas, no los sienten tan lejanos. Porque no se trata, como digo, de empresas que están reforestando la Patagonia, no. Esto puede ser para cualquiera. La pandemia ha acelerado el interés. Pero esto también viene de la crisis social del 2019, o sea, se da por una suma de factores.
-¿Cuáles dirías que son los sectores de la economía que más se han acercado a Sistema B?
-Es súper diverso. No es que tú digas que son mayoritariamente empresas que están ligadas al mundo medioambiental o que tienen relación con la naturaleza. Hay empresas manufactureras, agrícolas, de servicios. Son de distintos rubros. Hay de todos los sectores y eso da cuenta de que se necesitan a todos. No es tarea de algunos. La certificación de Viña Concha y Toro evidencia eso.
-¿Sientes que Sistema B ayuda a visibilizar esa mirada ambiental o de triple impacto que no parece tan evidente en algunas empresas?
-Por supuesto. Torre es un caso muy evidente. Red Megacentro es otra. Claramente éstas no tienen esa veta medioambiental o su giro de negocio no tiene que ver con ello, pero han ido incorporando prácticas que van en beneficio de su entorno, tanto social como ambiental. La utilización de productos reciclados o el manejo de energías eficientes lo demuestra así…
“Las Empresas B no son mayoritariamente empresas que están ligadas al mundo medioambiental o que tienen relación con la naturaleza. Hay empresas manufactureras, agrícolas, de servicios. Son de distintos rubros. Hay de todos los sectores y eso da cuenta de que se necesitan a todos”.
-O por ejemplo Torre, que usa madera certificada para sus productos…
-Claro, ese es un buen ejemplo. Importa también lo que hacen en su comunidad, cómo se relacionan con sus trabajadores. Son muchas acciones que están haciendo las empresas que apuntan hacia una responsabilidad. No puede darme lo mismo de dónde saco el papel, de los residuos, de hacer ruido. Todo eso va de la mano con inversiones. Abogamos por la interdependencia. Es decir, no estoy solo, no es una rentabilidad individual la que tengo que perseguir. Ofrezco un producto, pero tengo una conciencia social, porque genero una huella. No puedo comentarte las empresas que están certificadas, porque responde a la confidencialidad, pero sí te puedo comentar que hay empresas haciéndose cargo de su materia prima, por el manejo que hacen con sus proveedores. Vale decir, que no me dé lo mismo a quién contrato, haciéndome cargo desde el origen hasta que termina el ciclo.
-Y en tanto esta certificación tiene estándares exigentes, que implican la superación de ciertas variables, ¿les ha sido más difícil adaptarse al contexto de pandemia? Lo digo porque no es fácil mantener esas buenas prácticas…
-No siento que sea así, puesto que las Empresas B se mueven con un propósito. Todas las Empresas B se preguntan por qué hago lo que hago, se protegen con ese propósito y lo establecen con estatutos. No solo se tiene rentabilidad económica, sino también ambiental y social. Si estoy golpeado, si esta pandemia no nos deja vender, si no he podido abrir, me pregunto por qué hago lo que hago. Lo hemos conversado con más de 100 empresas. Por ejemplo, las empresas ligadas al turismo que se vinculaban a los artesanos locales que circundaban determinado hotel, se reinventaron e igualmente fueron en ayuda de ellos. Las Empresas B ponen a las personas en el centro: se rebajan el sueldo todos a la mitad o suspendemos el sueldo a la alta dirección en lugar de a los trabajadores. Es importante rescatar esta resiliencia de levantarse en tiempos de crisis. Eso lo recogimos en una plataforma que se llama Navegando con Propósito, con historias de empresas que se reinventaron. Descubrimos que teníamos un tremendo tesoro en los oídos, y que había que registrarlo. Siempre puede haber alguna empresa que tuvo que suspender y recortar, pero siempre habiendo hecho todo lo anterior posible. Eso lo hemos visto con los socios, dueños, gerentes.
-¿Dirías que el Sistema B es un modelo de empresa resiliente para escenarios futuros?
-De todas maneras. Estamos en un estudio con una consultora B para medir eso: el propósito para la resiliencia empresarial. En Estados Unidos, durante la crisis del 2008, se ha visto que efectivamente las Empresas B habían sido más resilientes. Porque la empresa que hace zapatos no solo hace zapatos: ayuda a la gente a caminar por el mundo. El propósito tiene que ver con una causa más justa. Tiene que ver con replantearse, al ver que lo que hacías no era de la mejor manera, a hacerlo de otra manera, a reinventarse para seguir haciendo lo que me moviliza. Eso es lo más destacable.